II-SIGNOS DE LOS TIEMPOS
Padre Pedrojosé Ynaraja
Los signos de los tiempos se reconocen huyendo de banalidades o alejándose de
criterios mediocres. Y reconoce uno entonces que unos son positivos y otros no.
Destacaré alguno hoy.
Un fenómeno actual y valioso es el del voluntariado y, más concretamente, el
juvenil. No puede uno imaginar un acontecimiento multitudinario, sin que exista un
nutrido grupo que se ofrece a prestar servicios de asistencia, información, control
etc. Es un suceso que acostumbra a tener su colorido, pues, el promotor o
aglutinador, de inmediato, provee de distintivos: camisetas con logotipos
serigrafiados, bufandas o gorras, que proclaman sus cometidos. Tiene tal atractivo
el voluntariado y sus “uniformes”, que, en algún caso, uno tiene la impresión de
que es más nutrido, que el número de las personas a las quieren servir. Si todo lo
dicho es loable, no se puede ignorar una de sus comunes deficiencias: es de corta
duración. Implica un servicio limitado, que no cala en la interioridad de la persona,
que, generalmente, no la trasforma o cambia y mejora. Me lo hicieron notar, hace
de esto muchos años, unos responsables de viajes con enfermos, al santuario de
Lourdes. Estos chicos son admirables, me decían, se levantan a las 6 de la mañana,
todo el día están pendientes de los actos que se van a celebrar, para ayudar y
conducir. ¡qué buen ejemplo cristiano dan!. Pero, cuando llegan a su casa, se
comportan durante el resto del año como uno cualquiera de los demás.
No podemos ignorar, que el más antiguo testimonio de voluntariado cristiano, son
las órdenes religiosas cuyo servicio a los necesitados, es su principal carisma. Tales
frailes o monjas, son un ejemplo maravilloso. El comportamiento respecto a los que
sufren y mueren de ébola, expuestos a un posible y mortal contagio, los que se
quedan en Irak, Siria o cualquier país que persigue a los cristianos, aquellos que
clandestinamente sirven en la China Continental, no tienen parangón. Esta realidad
está mostrando la riqueza de nuestra Fe. Y debemos sentirnos satisfechos de que
nuestra Iglesia de tales frutos. Riqueza muy superior a la calidad que puedan tener
sus liturgistas y teólogos, sin que estos últimos en la actualidad desmerezcan.
Añado el voluntariado que no luce. Caritas, tantas silenciosas ONG, quienes acuden
con constancia y regularidad a asilos de Hermanitas de los pobres o de los ancianos
desamparados. Personalmente, a quienes encuentro cada año, son a los
voluntarios, jóvenes y mayores, masculinos y femeninos, en una casa que tiene el
Cottolengo para las vacaciones de sus enfermos. Les recordaba este año, que
suceden y actualizan a las voluntarias del Señor. Es curioso observar que Jesús
escogió a los doce Apóstoles, pero las mujeres, Magdalena, la de Salomé, Susana,
Juana… fueron ellas las que se ofrecieron libre y voluntariamente.
El panorama actual del voluntariado es variopinto. Es preciso conocer su excelencia
y las limitaciones que puede tener. Quien esté sumergido en él, debe tratar de que
el buen comportamiento, no sea cosa exclusiva de unos días. Que cale en lo
profundo de su ser la raíz de su generosidad, modifique su vida, y la mejore.
Pretender, es un ejemplo, histórico por otra parte, que se recojan cuadernos,
lápices y gomas de borrar, para llevarlos personalmente a América, pasando por
Moscú, vuelvo a repetir que es histórico, entregándolos a chiquillos que carecen de
tales utensilios escolares, es una maniobra estrambótica, que puede favorecer
intereses políticos de partido. Hay que ser realistas. El voluntariado debe ser actitud
responsable y eficaz. Pretender estimularlos como si se tratara de un juego, es
tontería y falta de respeto personal.