SONIDOS LEJANOS
Uno nunca puede suponer las reacciones que pueden suscitar la lectura de alguno
de estos artículos que se comparten desde este espacio.
Artículos que desde el momento que uno los envía dejan de pertenecer al autor y
pasan a ser propiedad de aquel lector que así lo quiera.
Cuando escribo los artículos los escribo para mi, para decirme conceptos, reafirmar
ideas o para repasar situaciones. Allí es el único momento que el artículo es del
autor.
No hace mucho escribí un artículo sobre uno de esos personajes que se pueden
encontrar, con sus particularidades, por todas las ciudades.
Sí, uno de esos personajes que muchas veces no llaman nuestra atención porque
son parte del paisaje de la ciudad.
A los pocos días de salir publicado el artículo me encontré con la persona a la que
hacía referencia en el mismo.
“¡Ídolo! Gracias por escribir sobre mi vida. me leyeron sobre lo que salió en el
diario y…. ¡guacho! Te tengo que pegar, casi me hacés llorar”
En ese tono continuó con sus expresiones de agradecimiento y sorpresa por el
hecho de haberse encontrado en la página de un diario.
Pocos días después lo vuelvo a encontrar. “Máquina, un día de estos te traigo todas
las estadísticas y algunas fotos para que publiques en el diario mi vida”
Traté de sugerirle que llevase el material al diario y solicitase le escribieran una
nota.
“Me lo tenés que escribir vos”
Traté de hacerle entender, sin ninguna suerte, que mi escritura en el diario
respondía a otra suerte de artículos.
“No pusiste nada sobre los trofeos que tengo ganados ni nombraste que salí como
el mejor atajador de penales”
Para él el artículo respondía a una suerte de instantánea de su persona.
Para él el artículo, supongo yo, concluía donde dejaba de hablar de él para hablar
en general de esas enseñanzas que, seres como él, tienen para brindarnos.
Creo que se ha olvidado del tema puesto que no ha insistido más sobre el mismo
pero…..
Su deseo me ha quedado como un sonido lejano de lo que pretendía ser mi artículo.
Muchas veces, sucede, que nos podemos quedar en el hecho que sirve de base para
un artículo sin llegar a lo que, para mí, es medular en el mismo.
Supongo que ha de responder al hecho de que no soy un buen escribidor o me falta
capacidad como para hacerme entender en lo que deseo decir.
En oportunidades ha de ser el resultado de que uno lee y encuentra lo que desea
encontrar.
Pero ello no importa puesto que debo ser coherente con lo que, en diversas
oportunidades, he manifestado.
Los artículos dejan de ser propios desde el momento que uno los envía.
Desde ese momento son de quien los recibe y posee el coraje de leerlos y darles la
utilidad que desee.
Sé que a esta persona nada le resultó más importante que el hecho de verse
aludido en un escrito publicado en un diario.
Sé que el artículo sirvió, para él, no por la intención con la que lo redacté sino por
el saberse importante por un instante porque figurando en un diario.
Hoy le observaba ir rumbo al centro.
Iba caminando llevando su moto con su carrito donde va depositando lo que
consigue.
Como no puede ver muy bien ni cuenta se dio que una da las botellas que había
conseguido cayó por el camino.
Los ruidos de su carro, pleno de ataduras con alambre, le deben haber impedido
escuchar tal caída. El casco también debe de haber dificultado su escucha.
Una persona se detuvo a levantar la botella, apuró su moto y la arrojó, a la pasada,
sobre el carro.
Algo le debe de haber dicho puesto que pude escuchar su voz diciendo su clásico:
“Máquina” a modo de saludo.
Aquel sonido lejano me hizo pensar en mi ridiculez al pretender, mentalmente, que
hubiese entendido la razón de mi artículo.
Padre Martín Ponce de León SDB