La Iglesia: Madre que enseña
Vivir la misericordia
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
El Papa Francisco ha seguido tratando el tema de la Iglesia en
sus audiencias de los miércoles. En la última ocasión se refirió a la
Iglesia como una madre que enseña a sus hijos el buen
comportamiento. Alguien podría objetar que algunos católicos no
son ejemplo. Y es cierto, pero son mal ejemplo precisamente por no
seguir las enseñanzas de la Iglesia, por desobedecerlas. La Iglesia
enseña cosas muy buenas y benéficas para las personas.
La Iglesia, como Jesús, enseña con el ejemplo viviendo las
obras de misericordia. Sus palabras sirven para iluminar el
significado de sus gestos.
2) Para pensar
Un buen educador se concentra en lo esencial para que el hijo
o el alumno encuentren el sentido y la alegría de vivir. Y lo esencial
en el Evangelio es la misericordia. Dios ha enviado a su Hijo para
salvarnos, para darnos su misericordia. Lo dice claramente Jesús:
“Sean misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso”.
Se preguntaba el Papa: “¿Puede existir un cristiano que no sea
misericordioso? No. El cristiano necesariamente debe ser
misericordioso”.
La madre Iglesia nos enseña a dar de comer y de beber a
quien tiene hambre y sed, a vestir a quien está desnudo, visitar al
encarcelado. Y ¿cómo lo hace? Con el ejemplo de tantos santos y
santas que han hecho esto en modo ejemplar: pero lo hace también
con el ejemplo de tantísimos papás y mamás, que enseñan a sus
hijos que lo que nos sobra, es para quien no tiene lo necesario.
Contaba el Papa: “Una vez, una mamá me decía que quería
enseñar esto a sus hijos y les decía que hay que dar de comer a
quien tiene hambre. Un día en el almuerzo, ella estaba con los tres
hijos, chiquitos: siete, cinco y cuatro años. Llamaron a la puerta y
era un señor que pedía de comer. Les preguntó a los hijos: ¿qué
hacemos? Ellos a coro gritaron: ¡Le damos mamá, le damos! Cada
uno tenía un plato con carne y papas fritas. “Le damos, le damos”.
La mamá les propuso: Tomemos la mitad de cada uno de ustedes y
se lo damos. Pero ellos replicaron: “¡Ah, no mamá, así no va! Tú
debes dar también de lo tuyo”. Y así, esta mamá, enseñó a los hijos
a dar de comer de lo propio. “Éste es un hermoso ejemplo que a mí
me ha ayudado tanto”, concluyó el Papa.
3) Para vivir
La madre Iglesia enseña a estar cerca de quien está enfermo
o abandonado y muere solo. Muchos hombres y mujeres, cada día,
ponen en práctica esta obra de misericordia en una habitación de
hospital, o en una casa de reposo, o en la propia casa, asistiendo a
una persona enferma.
Es lo que hizo la beata Teresa por las calles de Calcuta y
también lo hacen tantos cristianos. Ella encontraba gente moribunda
por la calle, a la cual las ratas de la calle le comenzaban a comer el
cuerpo. Ella los llevaba a casa para que murieran limpios, tranquilos,
acariciados, en paz. Y tantos hombres y mujeres, como ella, han
hecho esto también. Ayudar a la gente a morir bien, en paz.
La misericordia cambia el corazón y la vida. Para cambiar el
mundo y mejorarlo, es necesario hacer el bien a quien no está en
condiciones de correspondernos.
Demos gracias al Señor, que nos da la gracia de tener como
madre a la Iglesia que nos enseña el camino de la misericordia, que
es el camino de la Vida.
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