Beatificación de don Álvaro
Un hombre de paz
José Martínez Colín
1) Para saber
El próximo 27 de septiembre será beatificado don Álvaro del
Portillo, sucesor de san Josemaría Escrivá. Un persona que ha sido
denominada como “un hombre que tenía paz y daba paz”.
Hay muchos testimonios de quienes le conocieron. Entre ellos
el del cardenal Palazzini, teólogo moral eminente del siglo XX, quien
apuntaba: “De su saberse hijo de Dios surgían, también en las
circunstancias humanas más difíciles, aquella paz y aquella alegría
que muchos han señalado como la característica más sobresaliente
de su persona. Ante las contrariedades o los peligros, sabía
abandonarse confiadamente en Dios y de este modo conservaba
una calma inalterable”.
2) Para pensar
Es fácil hablar de la paz, pero otra cosa es reaccionar con paz
cuando somos ofendidos o atacados. Se precisa, además de mucho
dominio, estar muy unidos a Dios. San Pablo nos recuerda que
“Cristo es nuestra paz” (Ef 2,14), porque nos ha reconciliado con el
Padre, nos ha unido como hermanos. El Papa Francisco, también
refiriéndose al Señor, escribió: “Él es la misma Alianza, el lugar
personal de la reconciliación del hombre con Dios y de los hermanos
entre sí” (Jornada de la Paz, 2013). Así pues, habrá verdadera paz
en la medida en que cada uno tenga esa unión con Cristo.
Recordaba Mons. Fernando Ocariz, Vicario General del Opus
Dei, que en una ocasión en que don Álvaro participó en una reunión
de trabajo en el Vaticano, uno de los participantes contradijo con
total falta de cortesía -por no decir de modo ofensivo- la opinión
expuesta poco antes por Mons. del Portillo. Él respondió a esa
persona con tal paz, delicadeza y serenidad, que otro de los
presentes en aquella reunión comentó luego que aquel día se había
dado cuenta de la santidad de don Álvaro.
Un colaborador muy cercano a don Álvaro fue Mons. Tomás
Gutiérrez quien atestiguaba que una de sus características
fundamentales “era la de tener paz y dar paz. Por lo tanto, era un
verdadero ejemplo ver cómo ante cualquier contrariedad, cualquier
noticia más o menos dolorosa, en circunstancias en las que
normalmente uno reacciona con enojo, siempre reaccionaba con
sentido sobrenatural, poniendo en las manos de Dios todo lo
ocurrido”.
Habrá más paz en el mundo si comenzamos por vivirla cada
uno en donde se halle.
3) Para vivir
El Decreto de la Congregación de las Causas de los Santos
sobre la heroicidad de las virtudes de don Álvaro afirma: “Era
hombre de profunda bondad y afabilidad, que transmitía paz y
serenidad a las almas. Nadie recuerda un gesto poco amable de su
parte, un movimiento de impaciencia ante las contrariedades, una
palabra de crítica o de protesta por alguna dificultad: Había
aprendido del Señor a perdonar, a rezar por los perseguidores, a
abrir sacerdotalmente sus brazos para acoger a todos con una
sonrisa y con plena comprensión”. Esa paz era consecuencia de su
unión con Dios, de su fe en la Providencia divina.
Ante el llamado del Papa Francisco por la paz, además de
rezar por nuestros hermanos perseguidos, podemos comenzar por
vivir cada uno esa lucha por alcanzar esa paz que los santos nos
enseñan con su vida para que podamos también, como invitaba san
Josemaría, “ser sembradores de paz y de alegría”.
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