NOS LLAMA
Jesús utiliza una costumbre muy propia de su tiempo.
Un tiempo donde las necesidades económicas eran abundantes.
Un tiempo donde las necesidades habían llevado a muchos de sus contemporáneos
a deambular en busca de algún ingreso.
Muchos eran los que habían debido quedarse sin casa, familia y tierra debido a la
necesidad de abonar sus deudas.
Deudas que, en muchos casos, se limitaban a pagar los impuestos establecidos por
las autoridades del momento.
Quienes necesitaban trabajo sabían que las plazas eran un buen lugar como para
conseguir, temporalmente, algún trabajo.
Allí era donde los dueños de las haciendas solían llegar en busca de mano de obra
zafral.
Era allí donde sellaban los contratos de trabajo por el día o por lo que durase la
actividad demandante de mano de obra extra.
Hasta allí, los relatos evangélicos, no hacen otra cosa que hacer a Jesús apelando a
una realidad que debería haber vivido mas de uno de sus oyentes.
La gran mayoría de los oyentes de Jesús eran personas que vivían algún tipo de
carencia y, por ello, se sabían necesitados.
Luego, cm suelen hacer los relatos evangélicos, pasan de lo cotidiano a lo de Dios.
Comparan a Dios con un propietario. Para los judíos Dios es el propietario de la
tierra que hace al pueblo de Israel.
Dios es el que ofrece las oportunidades para la superación de las situaciones que
tocan vivir.
Dios el dador de esas realidades que hacen saber, a cada uno, como persona.
Llega y cierra contrato con los presentes. Así lo hace a las distintas horas de la
jornada.
Luego del trabajo del día cumple con lo estipulado.
Dios siempre es justo aunque nosotros no lleguemos a entender debidamente su
justicia.
Al llegar a la conclusión del relato el evangelista nos hace saber que Jesús es un
profundo conocedor de la condición humana.
Al ver que los últimos reciben el mismo jornal prometido a los primeros al ser
contratados estos se regodean convencidos de que han hecho méritos como para
recibir mucho más de lo estipulado.
Solemos creer que hemos hecho méritos suficientes como para recibir alguna extra
de parte de Dios.
Solemos rezar por la conversión de muchos y olvidamos tener en cuenta la
necesidad de rezar por nuestra propia conversión.
Solemos realizar prácticas de nuestra devoción pero nos olvidamos de hacer acción
lo que esas prácticas implican.
Solemos y……… olvidamos.
Nos creemos con méritos suficientes como para recibir alguna extra de parte de
Dios y olvidamos que Él da conforme nuestras necesidades y no conforme nuestros
méritos.
¿Cuánto podemos recibir si consideramos que nosotros cumplimos y los demás son
los necesitados?
No obstante ello consideramos injusto a Dios porque no nos obsequia esas extras
que consideramos merecer.
Consideramos injusta a Dios porque da a quienes no han realizado, según nosotros,
tanto mérito como el nuestro.
En oportunidades hasta llegamos a considerar que lo de alguno de los demás es
mérito nuestro y Dios……… le da a ellos y no nos reconoce esos méritos.
Dios más se brinda a quienes más necesidad de Él posee.
Cuando perdemos nuestra condición de necesitados ponemos, aunque no lo
busquemos o pretendamos, distancia para con Él.
Él nos llama y nosotros aceptamos, o no, su llamado.
Él pone las condiciones y actúa conforme ello.
No podemos incomodarnos si, mientras realizamos lo solicitado, dejamos volar
nuestra imaginación y nos vemos realizando méritos que Él debe de recompensar.
Llama, nosotros respondemos y cumplimos .¿Cuál puede ser nuestro mérito?
Padre Martín Ponce de León SDB