REALIDAD Y DESAFÍOS
Cuando hacemos una lectura de la realidad descubrimos que la misma nos plantea
desafíos.
Como que siempre van surgiendo nuevos desafíos.
Realidades que van sumando porque, generalmente, nos encontramos con que,
aún, los planteos anteriores continúan manteniendo su vigencia.
Muy difícilmente los desafíos nos piden una respuesta casi mágica que soluciona el
problema con facilidad.
Surge el desafío de los jóvenes en situación casi de calle, por ejemplo, y sabemos
que tal desafío no se soluciona con el simple hecho de la apertura de un centro para
ellos.
Es, tan solo, el comienzo de una respuesta que se habrá de prolongar en el tiempo.
A medida que uno se va metiendo en la respuesta descubre que van surgiendo
nuevos desafíos y casi como que resulta un imposible no prestarles atención.
Son desafíos que surgen desde la misma propuesta con la que se intenta dar una
respuesta.
No responder a ellos resulta como dejar una respuesta a medio concluir.
Pero, también, van surgiendo nuevos desafíos.
La sociedad, en cada esquina, nos hace planteos desafiantes.
Se encarga de desbordarnos con lo que hay que hacer y las pocas cosas que se
pueden realizar.
Da la reiterada sensación de que lo que se puede hacer es, tan solo, una gota en un
océano de dificultades y necesidades.
El desánimo, con mucha facilidad, gana espacios y muchos son los que abandonan
lo emprendido.
Las dificultades y el hecho de no ver frutos hace que uno baje los brazos, se
desanime.
Parece como entendible el desánimo.
Los logros son apenas un vislumbre en la mayoría de las veces.
Las dificultades siempre son crecientes.
No existe, entre ambos, una proporción de clase alguna pero, sin duda, los logros
son apenas y las dificultades muchas.
Todo hace ver que, volviendo al ejemplo anterior, el problema de los jóvenes en
situación de vulnerabilidad no se agota en los jóvenes.
Por un lado surge la realidad de cada familia de cada uno de esas personas.
Por otro lado resulta casi imposible no hacer una lectura social dentro de la cual
crecen y viven tales jóvenes.
Pero, también, brota el mañana de esos jóvenes con lo que de desafío laboral
implica.
Pero, también, uno se encuentra con lo que son presencias como la droga, el robo,
los problemas sicológicos o las experiencias sexuales.
Uno se encuentra con que los jóvenes es, tan sólo, un punto de partida en una
realidad muy compleja.
¿Cómo poder hacer para poder responder a todo?.
¿Alcanza con fijar la mirada en una única dirección?.
¿Se puede no prestar atención a esas otras situaciones que conviven con los
jóvenes de la calle?
Las madres- adolescentes- solteras.
Los jóvenes sin trabajo, en el mundo de droga, etc..
¿Cómo hacer para poder responder a todo?.
Como cristianos ¿qué priorización debemos hacer? ¿Es posible una priorización que
implica dejar o postergar algunas respuestas?.
Es, entonces, que necesario se nos hace encaminar nuestra mirada hacia Cristo.
Hacerlo es buscar en los relatos evangélicos un actuar que deberá ser el nuestro.
De los tiempos de Jesús nadie puede negar la existencia de muy variados desafíos.
En una época donde lo religioso-político y social iban en una arracimada unidad
¡vaya si habrían desafíos!.
¿Solucionó todos los desafíos existentes?.
De los enfermos curó algunos, de los muertos resucitó unos poquísimos ante la
situación de hambre multiplicó panes y peces en contadísimas oportunidades.
No solamente priorizó algunos casos sino que, fundamentalmente, a los mismos los
realizó en función de lo esencial.
He allí la auténtica clave en la que debe moverse nuestro actuar.
Padre Martín Ponce de León SDB