La fe unida a la caridad
¿Vivimos de la cosmética?
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
¿Nuestra vida es una vida cristiana de cosmética , de
apariencia o es una vida cristiana con la fe sincera que trabaja por
la caridad? El santo padre Francisco ha planteado esta pregunta,
para que revisemos si vivimos queriendo dar la apariencia de ser
buenos, sin preocuparnos por serlo en verdad.
El Papa ha hecho referencia al Evangelio del día en donde
Jesús condena la hipocresía, pues la fe no necesita apariencias
hipócritas, sino debe vivir en un corazón capaz de amar de forma
genuina: “Jesús condena esta espiritualidad de cosmética, de
aparentar lo bueno, lo bello, ¡pero la verdad por dentro es otra
cosa!" Jesús condena a las personas de “buenas maneras” pero de
malas costumbres, esas costumbres que no se ven pero se hacen a
escondidas. Gente a la que le gustaba pasearse en las plazas,
hacerse ver rezando, 'maquillarse' con un poco de debilidad cuando
ayunaban…
2) Para pensar
Hubo un Cardenal de una ciudad de Austria llamada Retz
(1641-1679) que escribió un libro en donde señalaba una serie de
críticas en torno a los defectos de Luis II, Príncipe de Condé.
Cuando el príncipe se enteró de ese libro que criticaba su manera de
ser, no se molestó, sino que quiso leerlo inmediatamente. Lo
adquirió y lo leyó con sumo interés.
Entonces un amigo le preguntó al príncipe por qué se
interesaba tanto en ese libro que hablaba mal de él. El príncipe le
contestó “Porque está escrito por un enemigo que me hace conocer
mis defectos, cosa que ninguno de mis amigos ha hecho nunca”.
Efectivamente, en ocasiones los amigos no se dicen sus
defectos por un respeto mal entendido, sin pensar que podrían
ayudarse a desterrarlos. Ciertamente, hay que saber decir las cosas
con delicadeza y cariño, ya que es el amor lo que ha de mover a
ayudar. Pues suele suceder que uno mismo no se da cuenta que
tiene un defecto o que una conducta equivocada le puede traer
graves consecuencias.
Si contamos con un verdadero amigo que nos diga aquellos
aspectos negativos, tendremos la oportunidad de mejorar al luchar
por erradicarlos. Pensemos si somos de esos amigos.
3) Para vivir
El Papa recordaba que la fe que vale es la que va acompañada
de la caridad. Una fe que no se limita a recitar el Credo, una fe que
se vuelve a la limosna, en el sentido más amplio de la palabra:
desprenderse de la dictadura del dinero, de la idolatría del dinero,
pues toda codicia nos aleja de Jesucristo.
A propósito el Papa evocó un episodio de la vida de quien
fuera el Superior de los Jesuitas, el padre Arrupe. Un día, una
señora rica lo invitó en un lugar para donarle dinero para las
misiones en Japón. La entrega del sobre tuvo lugar delante de
periodistas y fotógrafos. El padre Arrupe contó haber sufrido una
"gran humillación", pero aceptó el dinero "por los pobres de Japón".
Cuando abrió el sobre había solo diez dólares. Por esto, el Papa ha
invitado a preguntarse si la nuestra "es una vida cristiana de
cosmética, de apariencia, o una vida cristiana con la fe que trabaja
en la caridad".
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