Para no perder la alegría
El “secreto” del Papa
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
A fines de octubre el Papa Francisco unos jóvenes, a cien años
de la Primera Guerra Mundial, le transmitieron sus inquietudes y
temores ante las amenazas del mundo de hoy en que se contempla
el odio, la división y la indiferencia de muchos. Y le hicieron una
petición: “Santo Padre, ¿compartiría con nosotros su secreto?
¿Cómo mantiene usted la alegría y la esperanza a pesar de las
dificultades y las guerras de nuestro tiempo? ¿Cómo persevera en el
servicio al enfermo, al pobre y al desamparado?”
El Papa comenzó por decirles que no tenía mucha idea, pero
tal vez fuera por su personalidad un tanto inconsciente que le
llevaba a rezar y abandonarse. Añadió que el Señor le había dado la
gracia de tener una gran confianza, la de abandonarse a su bondad.
Y como Él no lo abandona, entonces eso lo hace más confianzudo, y
puede ir adelante con Él.
Afirmó el Papa: “Yo sé que Él no me va a abandonar. Y rezo.
Eso sí, pido… Él no falla. Y he visto que Él es capaz, a través, no
digo a través mío, sino a través de la gente de hacer milagros. Yo
he visto milagros que el Señor hace a través de la gente que va por
este camino de abandonarse en sus manos”.
2) Para pensar
En Dios siempre se puede y se debe confiar, sabiendo que
nunca nos va a fallar.
Una periodista, Paloma Gómez Borrego, escribe en un libro
que cuando viajó a Lituania, un país que estuvo sometida al
comunismo por cuarenta y cinco años, se sorprendió que en ese
tiempo la gente había perdido la confianza entre sí, pues siempre
existía el peligro de ser delatados, incluso entre parientes o amigos.
Aunque, gracias a Dios, la van recobrando poco a poco.
Cuenta que en esos años de comunismo, en un cementerio de
Vilnius, la capital, muchas tumbas tenían un banquito muy rústico al
lado. Cuando preguntó el por qué de esa costumbre, se sorprendió
de la respuesta. Le dijeron que servía para que se sentaran y
«hablaran» con los seres queridos, para confiarse, para
desahogarse con ellos, sabiendo que nunca los delatarían y podían
hablar con libertad.
3) Para vivir
El Papa dice que parte de ese “secreto” son dos actitudes que
menciona san Pablo para predicar a Jesucristo: el coraje y el
aguante. El coraje para ir adelante y el aguante de soportar el peso
del trabajo. Y esas cualidades deben darse también en la oración.
Puso el ejemplo de Abrahán cuando, como buen judío, le regatea a
Dios. Que si son 45, que si son 40, que si son 30, que si son 20. O
sea es un ‘caradura’. Él tiene coraje en la oración.
Si nos falta ese coraje, indica también falta de confianza.
Rezar, pues, con coraje. Nuestro Señor nos lo dijo: ‘Todo lo que
ustedes pidan en mi nombre, si lo piden con fe, y creen que lo
tienen, ya lo tienen’.
Y después, el aguante. Aguantar las contradicciones, los
fracasos, los dolores, las enfermedades, las situaciones duras de la
vida. Aguantar en la vida hasta ser dejado de lado, rechazado, sin
vengarse con la lengua, la calumnia, la difamación.
En resumen, el “secreto” sería: Una sana inconciencia, que
lleva rezar y abandonarse, saber que es Dios quien hace las cosas. Y
además del coraje y aguante y una más: salir a la periferia.
Pero esta última la comentaremos en el próximo artículo.
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