INMEDIATEZ, ENEMIGO DEL ALMA
Padre Pedrojosé Ynaraja
Una de las características de nuestro tiempo es la prisa, el deseo de inmediatez en
cualquier propósito o proyecto y, en consecuencia, obtener los resultados y
valorarlos al instante. Se contempla el futuro con incertidumbre y ni siquiera se
valora. Este escepticismo conlleva a no querer tomar decisiones que comprometan
su futuro. Los resultados deber ser inmediatos y lo que uno se proponga, que sea
una cosa concreta, no importa si es mediocre.
Consecuencia de unas contiendas bélicas que se iniciaron con propósitos idealistas,
según decían, se experimentó después el engaño de los que las promovieron.
Todavía queda entre nosotros su recuerdo, tal vez no explícito. Cundió el
enchufismo, de aquí la desconfianza de los engañados, cosa que se comprende,
aunque no sea actitud noble.
Si uno acepta la Fe, la trascendencia de la vida y de las decisiones humanas, será
preciso corregirse. Será necesario aquello que movía a los antiguos maestros de la
espiritualidad cristiana, el ver todo “sub specie aeternitatis” , teniendo en cuenta la
eternidad.
“Time is Money”, es un conocido dicho ingles. El tiempo es dinero, en lenguaje
palatino. Parece que tenerlo en cuenta importe mucho, pero a los ojos de la Fe, la
sentencia es errónea. El valor de cualquier quehacer humano, se mide de acuerdo
con la eternidad.
En el terreno de los valores mediocres, o simplemente limitados, se consiguen
resultados inmediatos, es una de sus características. Cuando uno, puesta su
mirada, su ensueño, su ilusión en lo eterno, inicia su vida comprometiéndose,
probablemente sufrirá penas y pasajeras derrotas, no hay duda de ello. Pero una de
las grandezas del hombre es el ser capaz de comprometerse. Creo que fue Julián
Marías, quien dijo que el supremo acto de libertad, es el voto de obediencia. Ahora
bien, tal actitud supone arriesgarse y el hombre de hoy en día quiere seguridades.
Seguros y reaseguros.
El estudiante de enseñanza secundaria busca las salidas profesionales que le pueda
ofrecer la carrera que va a elegir. Serán validas cuando la emprende, pero debe
tener en cuenta que los conocimientos que adquiera durante sus estudios
académicos, tal vez sean obsoletos cuando la acabe.
Arriesgar la vida por una gran causa es admirable, ahora bien, bajo la apariencia de
gran causa o de ideal sublime, puede esconderse gente que busca provecho propio,
que no desdeña engañar. Ciertas precauciones son necesarias. Ahora bien, si uno
deposita su confianza en Dios, no queda frustrado. Dios es misterios, pero no
engaña, decía Einstein. No hay duda que se hace esperar muchas veces, pero sus
dones son superiores a los anhelos de los que en Él confían.