¿Cuáles son mis apoyos?
P. Fernando Pascual
29-11-2014
La vida avanza. Los años no perdonan. Nos detenemos un momento: ¿cómo estoy? ¿Cuáles son mis
apoyos? ¿Con qué cuento para seguir adelante?
La respuesta no es fácil. A veces contamos con salud, algo maravilloso que nos permite levantarnos
cada día. O también contamos con una familia que vive en paz y nos apoya cuando hace falta. O
incluso con un buen trabajo, que gratifica y permite recibir un salario aceptable.
Nuestra enumeración, sin embargo, no puede detenerse en lo pasajero. Porque en el mundo humano
nada es estable, ni seguro, ni indestructible.
¿Cuáles son mis apoyos verdaderos, aquellos que nunca terminan, aquellos que resisten los golpes de
la vida?
En el fondo de mi corazón, tengo que reconocer que sólo existe un apoyo firme, seguro, completo:
Dios. Porque los hombres cambian o fallecen. Porque una crisis económica puede arruinar la empresa
donde trabajo. Porque mi salud queda destrozada con una pulmonía o tras un accidente inesperado.
Sí: sólo Dios es estable, es seguro, es bueno, es fiel. En Dios está el apoyo verdadero, la seguridad
indestructible, la confianza de mi corazón.
Es entonces cuando rezo con plena conciencia el salmo 121:
“Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que
hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el
guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El
Señor te guarda de todo mal, Él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por
siempre”.