DISPONIBILIDAD
Día a día mirar a María es descubrir como todo lo suyo grita la cercanía de navidad.
Toda ella se va recubriendo de cercanía y ello es evidente.
Su cabello cae sobre uno de sus hombros dando marco a su rostro.
Un rostro donde, parecería, sus ojos y su sonrisa han adquirido un tamaño notable.
Sus ojos se han hecho muy grandes y permiten llegar a lo mas hondo de su
felicidad.
Sus ojos bailan en todas las direcciones y no logran hacer otra cosa que
desparramar las chispas de felicidad que atesora su interior.
Mira y sus ojos sonríen.
Mira y obsequia dicha.
Es tal la dicha que posee ante la cercanía del parto que no puede guardarla para
ella.
Mira y comparte felicidad.
Se agrandaron para poder compartir, sin necesidad de palabras, todo lo que está
viviendo.
Todo comenzó con una duda cierta.
¿Cómo Dios se habría de fijar en ella? ¿Lo que sentía podía ser verdad?
Allá fue en busca de la única certeza que estaba a su alcance.
El avanzado embarazo de su prima era la señal que buscaba y podía verla con
claridad.
Se abrazó a ella felicitándola pero, también, sabiendo que sus dudas habían
obtenido la respuesta que había buscado.
Durante tres meses acompañó a su prima mientras su vientre comenzó a crecer y
su embarazo a resultar notorio.
Los tres meses pasaron de prisa y el regreso se hizo necesario.
Volver para atender a su esposo.
Volver para comenzar a tener todo pronto para el parto.
Durante tres meses ha estado disponible para su prima primeriza y ya mayor.
Ahora debe estar disponible para llevar adelante esta etapa del proyecto de Dios.
Como buena mujer de su tiempo sabe que ella cuenta en la medida que disponible
para lo que se espera de ella en cada momento.
Esa disponibilidad le ha hecho crecer en felicidad y esta se escapa por sus ojos.
Pero sus ojos no alcanzan para compartir la mucha felicidad que posee.
Su sonrisa blanca ocupa el resto de su rostro.
Su siempre admirable sonrisa se ha hecho más admirable aún.
Resulta imposible volverse indiferente ante aquella deslumbrante sonrisa.
Sonríe y su rostro se pierde detrás de ella.
Está feliz y se ha vuelto radiante y no puede ocultar tal cosa.
Sonríe mientras sus manos brindan interminables mimos a su vientre.
Un vientre que se tornó tenso ya de tanta vida que contiene.
Un vientre que se tornó tenso conteniendo a aquel ser que crece dentro de ella.
Cada mimo, cada caricia que brinda a su vientre es como un anticipo de los muchos
mimos y las muchas caricias que habrá de brindar en ese mañana cada vez más
cercano.
Su ser es comunión con ese ser que se ha vuelto notorio y grande en su vientre
disponible para Dios.
Sus dudas primeras se volvieron fuente de inmensa dicha que se hizo sueño e
ilusión creciendo en su vientre.
Posee, como toda primera madre, algunos miedos y algunas inquietudes pero las
mismas se pierden en la inmensidad de la dicha que le gana.
Supo estar disponible sin poner condiciones.
Supo estar disponible sin pretender nada para ella.
Supo estar disponible sin buscar ninguna ventaja personal.
No evitó las nauseas y los mareos.
No evitó las preguntas que no tienen respuestas.
Su disponibilidad fue tal que no pretendió ninguna extra a lo que vivían sus
contemporáneas en situación semejante a la suya.
Para que navidad fuese desde ella era necesaria tal disponibilidad.
Dios y su hijo hecho hombre son los verdaderos protagonistas.
Dios y ese niño que crece en su interior son la razón de su disponibilidad
incondicional.
Mira y sonríe, sonríe y despierta sonrisas, acaricia su vientre y colma de caricias a
ese niño que está por llegar.
Sin disponibilidad para con Dios navidad no es posible.
Padre Martín Ponce de León SDB