La Navidad en la tierra
Ángel Gutiérrez Sanz ( Catedrático de Filosofía y autor del libro “CITADOS PARA UN
ENCUENTRO”)
Sucedió hace 2000 mil años, siendo Augusto emperador de
Roma. La tierra estaba en calma y en el firmamento brillaban las
estrellas con más intensidad que nunca, sin parar de hacerse
guiños. Fue entonces cuando una virgen llamada María daba a luz
un niño, mientras los hombres y las mujeres dormían, en el
silencio de una noche santa, llamada a ser la noche de Dios , la
gran noche de la Humanidad, en que se consumaba el gran
acontecimiento de los siglos y es que Dios nacía para estar más
cerca de los hombres
Nuestra tierra, ese punto imperceptible perdido entre mil galaxias,
fue el escenario elegido por Dios, para manifestar su gloria, que
sólo los más humildes pudieron contemplar y celebrar con gozo.
Sucedió lo que los profetas anunciaron que debía suceder, tal
como estaba previsto, según los planes divinos y que nadie ha
sido capaz de comprender jamás, porque excede todos los límites
de la cordura humana. Dios dejaba su cielo para ensuciarse con
nuestro barro y poder así compartir su grandeza con nosotros. El
Altísimo, fiándose de nosotros, se hizo uno de los nuestros, aún a
sabiendas de que nosotros nunca acabaríamos fiándonos de Él.
Así son las locuras de Dios, que nunca comprenderemos, lo que sí
sabemos es que en esta tierra nuestra sucedió lo mejor que podía
sucedernos; entonces…¿ Cómo no experimentar la alegría de ser
hombre? ¿ Cómo no estar orgullosos de serlo? ¿ Cómo no saltar
de gozo cuando llega Navidad?
Después de la Primera Noche Buena nada volvería a ser ya lo
mismo. Antes y después de Cristo , decimos los humanos.
Nuestro mundo sumido en las tinieblas, se vio iluminado por una
luz venida de lo alto, que ya nunca habría de extinguirse; el
Salvador llegaba para quedarse con nosotros, aunque todas las
posadas del mundo permanecieran cerradas para Él; nuestro suelo
quedaba sembrado con semillas de esperanza, para poder caminar
sin miedos por la vida y la distancia entre el cielo y la tierra se
acortaba hasta desaparecer.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces y los hombres de
buena voluntad no queremos olvidar lo que hace dos siglos
sucedió en Belén; por mucho que se diga , siempre habrá un
corazón humano, que tiemble de emoción cada año en estas
fechas, por eso el espíritu de la Navidad no desaparecerá nunca,
por más que alguien esté empeñado en ello.
A parte de la dimensión místico-religiosa que pone en comunión
al hombre con Dios y a Dios con el hombre, la Navidad tiene otro
sentido profundamente humano, cual es la comunión del hombre
con el hombre. ¿Por qué será que cuando llegan las Navidades
nos vemos envueltos en una atmósfera mágica y sentimos la
necesidad de volvernos más acogedores, complacientes y
cordiales?
Este mundo nuestro tan convulso, castigado por las guerras,
catástrofes y violencias de todo género, necesita de días como
éstos, para darse una tregua y disfrutar aunque sea por poco
tiempo de un clima de bonanza y armonía. Los hombres y
mujeres de nuestro tiempo, agitados por tantas inquietudes y
ansiedades, necesitamos hacer un alto en el camino para
comunicarnos con los demás, encontrarnos con nosotros mismos
y vivir con los nuestros momentos afectuosos, que nos trasportan
a aquellos tiempos, cargados de añoranzas en que el hogar era un
lugar entrañable, donde se disfrutaba de un cálido y acogedor
ambiente familiar. Lo necesitamos también para recordar a ese
niño que un día fuimos y que todos llevamos dentro, al que nunca
hemos querido renunciar del todo. Martín Descalzo , solía decir
que la Navidad es “un misterio de infancia” porque en el corazón
de los niños es donde mejor se manifiesta la ternura de Dios.
De vez en cuando necesitamos volver a nuestra infancia, revivirla,
recordarla, sí, porque nos hace falta recuperar ese mar de sonrisas
e ilusiones perdidas, donde poder ahogar todas las decepciones
acumuladas durante doce meses. No es poco poder afirmar que
en esta época del año, las palabras más repetidas son las de amor,
paz, reconciliación, concordia, alegría….. Ya es algo que por
estas fechas los hombres y mujeres inundemos el mundo de
felicitaciones, pensemos en los demás, les dediquemos nuestros
mejores deseos o les digamos simplemente que no nos hemos
olvidado de ellos. Ya es algo que los ojos se nos humedezcan
cuando echamos de menos a quienes se fueron para siempre. Ya
es algo que al menos una vez al año seamos sinceros y nos
espetemos a nosotros mismos que no nos gustamos como somos y
que queremos cambiar para mejor.
Dirán algunos, que todo esto es fuego de artificio, que para nada
sirve; pero yo pienso que al menos nos demuestra que ese niño
que todos llevamos dentro no está muerto, sino que sólo está
dormido. En fin, necesitamos recuperar nuestra infancia, aunque
sólo sea por un día, porque como decía Dostoievski “El hombre
que guarda muchos recuerdos de su infancia, ése está salvado para
siempre”.
Una Navidad siempre y para todos es el sueño más bonito al que
puede aspirar nuestra Humanidad. En estos tiempos de
desencanto y desesperanza que a todos nos alcanza, aún nos
queda la posibilidad de poder volver nuestra mirada hacia Belén
y pensar que no estamos solos, y que nunca lo estaremos, porque
“un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado, la soberanía
reposará sobre sus hombros; y se llamará el Admirable, el
Consejero, el Dios, el Poderoso, el Padre Eterno, el Príncipe de
la Paz”.
La Navidad , se ha dicho muchas veces, es el regalo que Dios
hace a los hombres o para ser más exactos, es el Misterio de
Amor en el que Dios mismo se nos da como regalo
Tal vez las Navidad nos hace recordar aquel niño que un día
fuimos. Martín Descalzo solía decir que La navidad es
"La religión nunca fue diseñada
Para disminuir nuestros placeres."
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. Incomprensible esta locura divina;
nos rindamos emocionados ante el misterio y lo adoremos. Así de
fácil ;
pero para ello hay que tener alma y sentimientos infantiles, algo
que
nunca debimos dejar pudrirse en nuestro pecho; aunque tal vez
no estén
muertos del todo, sino solamente dormidos y lo que tendríamos
que
hacer es comenzar a despertar a ese niño que todos llevamos
dentro.
Necesitamos volver a ser niños, sí, porque el mundo anda falto de
sonrisas, de ternura, de cálidas acogidas. Lo necesitamos porque
como
decía Dostoievski” El hombre que guarda muchos recuerdos de
su
infancia, ése está salvado para siempre” .
Hace 2000 años que Dios, olvidándose de su eternidad e
infinitud,
abandonó su cielo para hacerse presente en esta tierra nuestra,
disfrazado de niño y ser uno más entre nosotros, sin guardias y
sin
escoltas, débil e indefenso se puso en nuestras manos para que le
cuidáramos. Parece un contrasentido que Dios se haya fiado de
los
hombres, cuando los hombres nunca hemos acabado de
confiarnos de
A partir de aquí comienza a tener sentido el misterio de la
Navidad que
para los cristianos viene a ser la manifestación amorosa de Dios
a los
hombres y que otros quieren arrebatárnosla para convertirla en
la
fiesta de la charanga y el despiporre. ¡Que nadie se engañe!. Sin
Dios
no es posible la Navidad
Después de haber sabido que con nosotros está Dios, ése que
todo lo
puede, que todo lo llena , que todo lo endulza. Después de haber
sabido
que nos ha sucedido lo mejor que podía sucedernos, que en
nuestra
Si el misterio de un Dios hecho hombre ha dejado de
emocionarnos, si
al recordarlo, nuestro corazón ya no salta de alegría, es que ha
llegado
el momento para estar preocupados, porque en este
convulsionado
mundo nuestro está en marcha un peligroso proceso de
deshumanización
es una locura de Dios; pero es tan sublime y
hermosa…
Dios se hace presente entre nosotros y su presencia ha llenado de luz a nuestra tierra . Dios
instintivamente sobre la figura del posadero que negó el alojamiento a aquella doncella en
cuyo
seno latía el corazón de Dios. Le observo y siempre acabo con una infinita tristeza, no tanto
por
María y José, sino por aquel que cerrando tras de sí la puerta echaba por la borda la gran
oportunidad de su vida. ¡ Pobre posadero! Cómo iba a imaginarse él que en su casa quería
cobijarse el Rey de Reyes. Nunca nadie tuvo la gloria tan cerca, tan en sus manos y la dejó
escapar.
en un pesebre y a Dios metido en esta carne nuestra.
En Navidades nace Dios y
también nacemos todos los hombres y mujeres con Él
Nosotros, que sólo somos hombres, no acabamos de comprender lo que hace 2000
años
sucediera en Belén
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"La religión nunca fue diseñada
Para disminuir nuestros placeres."