De Nineveh a New York…
“¡Ay de ti, Nineveh, ciudad sanguinaria, llena de fraudes, de violencias, y de
incesante pillaje!”
De Nineveh a New York… o Washington.
-“Ay de ti, Nineveh...
¡Escuchad el chasquido de los látigos, el estrépito de las ruedas, el galope de los
caballos, la oleada de los carros!
¡Caballería que avanza, flamear de espadas, centellear de lanzas! ¡Multitud de
heridos, montones de muertos,
cadáveres por doquier, cadáveres con los que se tropieza! Arrojaré inmundicia
sobre ti, te deshonraré
y te pondré como espectáculo”.
Massa (pesada suerte o destino) fue el vocablo empleado por los profetas para
describir el mensaje profético contra un pueblo. En este caso la profecía se alza
contra Nineveh, capital de Asiria. Cuando Nahúm la lanza, la ciudad, que había sido
edificada por el rey Nimrod , bisnieto de Noé , con sus puertas flanqueadas por toros
alados con cabeza humana, está en el apogeo de su poder. Los bajorrelieves que
llenan los museos son testigos de esta civilización prestigiosa y violenta que hace
temblar al mundo.
Nuestras ciudades no se yerguen en apogeo de poder; yacen en destrucción. Nos
carcomen vulgaridades e indecencias. La chusma impera, grita, vocea, sacude,
viola, saquea. Al que preside el país no podemos sentirlo de nosotros, porque no es
de los nuestros; y en fundada consonancia alienta el enfrentamiento de clases,
devasta instituciones, carcome la moral como bicho implacable. Racista hasta los
huesos, convoca a los negros para votar por él, porque él es negro; aunque,
mestizo, no lo sea. Cuanto delincuente exhiba una flamante hoja de criminalidad,
si no es blanco, lo proclamará su hijo. Divide y muerde. Adorador del diabólico
aborto, del homosexualismo repugnante, pugna tenazmente contra todo signo de
familia. Autocrático, soberbio, ejecuta y legisla: es presidente y es congreso.
Endeuda, gasta a raudales, dineros que no le pertenecen. Tapa cada escandaloso
escándalo con un escándalo más abominable; insiste en esconder cada mentira tras
mentiras mayores…Y trescientos añadidos etcéteras que la prensa obsequiosa --de
sus mismos usos, estilos y maneras-- defiende, vitorea. No son noticias nuevas:
ese es su cambio, el anunciado: con esas credenciales fue elegido y re-elegido por
el mismo pueblo, por idénticos votos de idénticos votantes: repetido, incambiado.
Estados Unidos es un país con cáncer en la piel. Su centro, rojo, late atestado de
granjas, de campesinos nobles; conserva tradiciones yprincipios. A la arrugada piel,
de ciudades tediosas --ellas dominan--, se la devora el cáncer.
Con tristeza busco bajorrelieves… No hacemos temblar al mundo. A nuestras
fuerzas armadas no las ha diezmado el enemigo: la ha decapitado la procaz
administración, literalmente reinante . Nuestros sobreentendidos aliados no confían
en nosotros, nuestros enemigos no nos temen. Por todos despreciados,
aparecemos ridículos, mentirosos, huidizos, cobardes… Sobran razones a unos y a
los otros:Nineveh tenía alturas, nosotros mediocridades.
¿Lograrán diez justos salvar dos ciudades? No consiguió, Abraham, encontrarlos.
De la Jerusalén, altiva, no quedaría piedra sobre piedra. Había el Cristo llorado
gritado, suplicado, arengado. Lloraría por ella. Iba a ser destruida.
A lo lejos, la trepidante caballería, flamear de espadas, el centellear de lanzas.
Existen el saco y la ceniza; o el estrépito de ruedas, el galopar de los caballos, la
oleada de los carros, el chasquido aterrador del látigo. Ecos de historia se arrastran
pesadamente, Massainconclusa. Nahúm que se reitera, que se alza entre fraudes,
violencias, e incesante pillaje. ¡Arrojaré inmundicias sobre ustedes, ciudades
sanguinarias!
Jorge Arrastía.