Voz del Papa
El valor de una madre
José Martínez Colín
1) Para saber
El pasado miércoles, durante la Audiencia General, el Papa
Francisco abordó la importancia de las madres en las familias, la
sociedad y la Iglesia. Se￱al￳ que “toda persona humana debe la
vida a una madre y casi siempre debe a ella mucho de la propia
existencia sucesiva, de la formaci￳n humana y espiritual”.
Continuando con la catequesis sobre la Iglesia, el Papa
reflexionó sobre el papel de madre que tiene la Iglesia: nuestra
Santa madre Iglesia. Así como la Virgen María, nuestra Madre,
mostró a Jesús a los pastores y a los Reyes Magos, así la Iglesia,
también nuestra Madre, nos conduce y muestra a Jesús. Por eso no
somos huérfanos, somos hijos de la Iglesia, somos hijos de la
Virgen y somos hijos de nuestras madres.
Es paradójico que aunque se exalta mucho el papel de la
madre, en poesías, discursos, y siempre se escriben cosas bellas de
ella, sin embargo, es poco escuchada o comprendida, no siempre es
justamente valorada, es poco ayudada en la vida cotidiana y poco
considerada en su rol central en la sociedad.
2) Para pensar
Alguien que supo valorar a su esposa es uno de los juristas
más importante del siglo XX, llamado Francesco Carnelutti. En un
programa de televisión le preguntaron qué era lo que más había
influido en su brillante carrera. Y respondi￳: “Mi mujer”. Y explicó
por qué:
”Mi esposa no ha estudiado leyes, no se ocupa de mi trabajo,
ni me pide ni me da nunca consejos. Pero me llena la vida con su
presencia. Se anticipa a mis deseos, intuye mi humor, escucha mis
desahogos, encuentra siempre la palabra justa. Por la noche,
cuando consulto mis papeles, se sienta a mi lado en silencio y hace
labores de punto. El rumor de las varillas que se cruzan es mi mejor
calmante. Aleja la tensión y me da un sentido de seguridad infinita.
Sin ella, sería un pobre hombre. Con ella, me parece poder triunfar
en cualquier empresa”.
3) Para vivir
Recordaba el Papa que una madre con los hijos tiene siempre
problemas y trabajo, como fue en su hogar: «En casa, éramos cinco
y mientras uno hacía “una”, el otro pensaba en hacer “otra” y la
pobre mamá iba de un lado para el otro. Pero era feliz. Nos ha dado
tanto » .
Es importante que las madres transmitan el sentido profundo
de la práctica religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros
gestos de devoción que un niño aprende, se inscribe el valor de la fe
en la vida de un ser humano.
Recordaba el Papa al Arzobispo Oscar Arnulfo Romero quien
decía que las madres viven un “martirio materno”. En su homilía
para el funeral de un sacerdote asesinado por los escuadrones de la
muerte, decía: «Todos debemos estar dispuestos a morir por
nuestra fe, aunque no nos conceda el Señor este honor... Pero dar
la vida no es sólo que lo maten a uno; tener espíritu de martirio, es
dar en el deber, en la oración, en el cumplimiento honesto del
deber, en aquel silencio de la vida cotidiana, ir dando la vida, como
la da la madre que sin aspavientos, con la sencillez del martirio
maternal concibe en su seno a su hijo, da a luz, cuida y hace crecer
a su hijo. Es dar la vida por su hijo y por eso son mártires». La
madre elige dar la vida y eso, concluye el Papa, es grande, esto es
bello.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )