El huevo de Obama
(A retazos de historia)
“Hay espíritus que enturbian sus aguas
para hacerlas parecer profundas"
Nietzsche.
El comunismo es intrínsecamente perverso. Perverso sentarse a negociar con un
perverso que pone como condición, sine qua non, el no ceder en sus
perversidades.
Posee satanás dos características y sólo dos: su soberbia extrema, su mentira
esencial. No puede pronunciar el diablo una sola verdad, no puede ceder un ápice
en su arrogancia. Espíritu celeste, no es perezoso, ni glotón, la lujuria no cabe en
él, no tiene por qué airarse; nada que envidiar: se estima totalmente superior; sólo
a Dios pudiera envidiar, pero ¿no odia la bondad y el amor?
La historieta de Girolamo Benzoni lleva 450 años recorriendo el
orbe: “Estando Cristóbal Colón a la mesa con muchos nobles españoles, uno de
ellos le dijo: 'Sr. Colón, incluso si vuestra merced no hubiera encontrado las Indias,
no nos habría faltado una persona que hubiese emprendido una aventura similar a
la suya, aquí, en España que es tierra pródiga en grandes hombres muy entendidos
en cosmografía y literatura'. Colón no respondió a estas palabras pero, habiendo
solicitado que le trajeran un huevo, lo colocó sobre la mesa y dijo: 'Señores,
apuesto con cualquiera de ustedes a que no serán capaces de poner este huevo de
pie como yo lo haré, desnudo y sin ayuda ninguna'. Todos lo intentaron sin éxito y
cuando el huevo volvió a Colón éste al golpearlo contra la mesa, colocándolo
sutilmente lo dejó de pie. Todos los presentes quedaron confundidos y entendieron
lo que quería decirles: que después de hecha y vista la hazaña, cualquiera sabe
c￳mo hacerla.”
¿Cómo logra un presidente de los Estados Unidos abrazarse al régimen comunista
de Castro? Vista la hazaña… con soberbia y mentira. Con mentiras se escacha el
huevo. Con insolencia se alza.
“Sesenta a￱os de política en contra de Cuba han fracasado” . ¡Mentira! Han sido
todo un éxito. Copio trozos de la carta de Nikita Kruschev a Kennedy:
“Está bien, se￱or presidente, que haya accedido usted a que nuestros
representantes se reúnan e inicien conversaciones aparentemente bajo la
mediación del secretario general de las Naciones Unidas, U Thant. Este funcionario
internacional ha asumido el papel de mediador y nosotros le consideramos
capacitado para llevar adelante esta misión de responsabilidad, dando por sentado,
por supuesto, que cada una de las partes ha de demostrar buena voluntad para
solucionar el conflicto.
Yo estimo que es posible poner fin rápidamente al conflicto y normalizar la situación
de modo que los pueblos puedan respirar más fácilmente considerando que los
hombres de estado responsables tienen buen sentido, plena consciencia de sus
responsabilidades, capacidad suficiente para resolver cuestiones complicadas y no
habrán de dejar que los acontecimientos desemboquen en la catástrofe de una
guerra.
Por consiguiente, hago a usted esta proposición: nosotros accedemos a retirar de
Cuba aquellos materiales que usted calificó de ofensivos, y podemos comprometer
nos a ello en el seno de las Naciones Unidas. En reciprocidad, sus representantes
harán una declaración en el sentido de que los Estados Unidos, considerando las
dificultades y la ansiedad del Estado soviético, retirarán de Turquía similares
materiales ofensivos.
El Gobierno de los Estados Unidos hará una declaración análoga, también ante el
Consejo de Seguridad, en el sentido de respetar a Cuba. Declarará que los Estados
Unidos, impulsados por el respeto a la soberanía de Cuba y a la inviolabilidad de
sus fronteras, se comprometen a no interferir en sus asuntos internos, a no invadir
Cuba, a no hacer del territorio norteamericano una plataforma para tal invasión y a
contener las intenciones de todas las personas que proyecten una agresión contra
Cuba, tanto desde el territorio de los Estados Unidos como desde el territorio de los
estados vecinos de la naci￳n cubana (…) Estas son, pues, mis proposiciones, señor
presidente. Suyo, respetuosamente, 26 de octubre de 1962, Nikita Kruschev”
Y se completó el tratado.
¡Las dos naciones más poderosas de la tierra, acaso del universo si existiesen los
extraterrestres, protegiendo a Castro por sesenta años!; persiguiendo a los
cubanos, obstruyendo cada esfuerzo, no importa cuán insignificante pareciera…
¡Éxito total! No; la política de tantos años no ha fracasado.
Ahora, con Rusia, los Estados Unidos, China, Venezuela e Irán protegiendo a Cuba,
pudiera suceder que quizás, tal vez, a lo mejor, acaso, alguna migaja caída de la
mesa castrista favoreciese al pordiosero pueblo cubano. Lo que sí no puede dudarse
es que se repletarán en lingotes de sólido oro las arcas de los generales del ejército
cubano. Y es que sólo los militares podrían lograr el derrumbamiento, no la caída,
del tiránico régimen cubano. No el pueblo, que seguirá hambriento, sino los que
lucen estrellas en los hombros, y ahora se les atiborrarán unos bolsillos que
estaban a punto de secarse, podrían hacerlo. Ahora estarán hartos, satisfechos, los
únicos que pudieran cambiar los caminos de la desolada islita.
No quiero continuar sin dejar bien asentado que no son las miserias materiales las
que verdaderamente destrozan al pueblo cubano. Esas casi no importan. Con el
comunismo cada ciudadano (apelo al imposible, pero admitámoslo), si disfrutase de
ostentosos autos y jamones, seguiría sufriendo sus miserias morales. No es la
materialidad, es el garrote de la tiranía el que le retuerce el alma.
A los generales no les sería fácil tampoco cambiar de rumbos, pero sería lo factible:
los Castro les temen a sus propios soldados porque son su Damocles acerado. En
Cuba no hay uno, sino tres ejércitos distintos, identificablemente separados; no un
peligroso mando de un solo ejército. Con nombres y apellidos: Onelio Aguilera
Bermúdez - Jefe del Ejército Oriental. Raúl Rodríguez Lobaina- Jefe del Ejército
Central. Lucio Morales Abad - Jefe del Ejército Occidental. Y en cada ejército, uno es
el dueño de las balas, otro del combustible, otro de los tanques, otro de los
cañones, otro de alimentarles sus profusos apetitos. Ellos los dividen, nosotros los
unimos con los dólares fáciles.
Castro no puede permitirse el lujo de dar lujos al pueblo. El lujo primordial de un
ocio que permite pensar, y alimenta ambiciones, y abre paso al conspirar, no puede
dárseles. El ejército es la clave, y ahí apuntan las monedas miserables: que éste se
sepa diferente, de más clase, superior a la plebe, a la chusma que puede un día
tratar de devorarle.
Pero volvamos la vista hacia nosotros, que tratan de desviarla hacia otra parte. El
cerco de Troya duró diez años. Los griegos idearon una nueva treta, un gran
caballo de madera hueco. No lo construyó Odiseo, sino Epeo, y se rellenó de
soldados griegos. Era pequeño comparado con la Troya gigantesca; era… nada… El
resto de la armada griega fingió partir y un espía (¿o tres espías?) griego convenció
a los troyanos de que el caballo era una ofrenda a Palas Atenea, ¡diosad e
la guerra, civilización, sabiduría, estrategia, de las artes, ¡de la justicia y de
la habilidad! A pesar de las advertencias de Laocoonte y Casandra, los troyanos
introdujeron el caballo en la ciudad e hicieron una gran celebración y, cuando los
griegos salieron del caballo, la ciudad entera estaba bajo el sueño de la bebida.
Aquella pequeña milicia griega, brotada como por magia de las entrañas del
caballo, abrió las puertas de la ciudad para permitir la entrada de las tropas, y
Troya fue saqueada sin piedad alguna. ¿Qué tal unos pequeños consulados, unos
caballos pequeñitos regados por todas partes, diseminados (como dicen los
meteorólogos de los aguaceros) por todo el territorio? Hasta ahora los cubanos de
la oficina de intereses estaban confinados a límites precisos, ¡ahora a hacer daño a
barriga de caballo abierta! mientras la ciudad entera está bajo el sueño de la
bebida. No importan en esta Troya gigantesca, son…nada.
Cincuenta y dos años después, aquella firma parece resurgir de nuevo,
oprobiosamente: " Estas son, pues, mis proposiciones, señor presidente. Suyo,
respetuosamente, 26 de octubre de 1962. Nikita Kruschev; digo, 17 de diciembre
de 2014, Raúl Castro”. Y se completó el tratado.
¿Decirlo? Hay que vociferarlo, ¡hasta que traspase las conciencias y clame al cielo!
Es orden a cumplir que da la patria:
¿Del tirano? Del tirano
di todo, ¡di más!, y clava
con furia de mano esclava
sobre su oprobio al tirano.
¿Del error? Pues del error
di el antro, di las veredas
oscuras: di cuanto puedas
del tirano y del error.
Oscuros, enturbian aguas.
Jorge J Arrastia