NEOT KEDUMIN
Padre Pedrojosé Ynaraja
Recuerdo que en mis tiempos de seminario, un compañero que quería aprender no
sé qué idioma, llevaba siempre consigo un diccionario y en los preceptivos tiempos
de silencio, fuera de la capilla, pero incluso en el comedor, iba aprendiendo de
memoria, palabras y palabras de la lengua de sus desvelos. No sé como acabaría la
cosa, pues, no llegó a ordenarse sacerdote e ignoro que se hizo de él.
Evidentemente, un tal método, no es simpático y, creo yo, tampoco eficaz. Algo así
sucedería con quien quisiera conocer una población y se dedicara a aprender los
nombres y profesiones que aparecen en la guía telefónica del lugar.
Dejando preámbulos, confieso que la visita a un jardín botánico, me resulta algo
semejante. Lo digo con conocimiento de causa, me ha tocado visitar unos cuantos,
alguno con rango universitario. Cuando así me ocurre, tengo la impresión de que
estoy viendo el balcón de mi abuela, lleno de plantas que ella adoraba y que
conocía de cada una de ellas su historia, pero que a los demás poco nos
importaban. El balcón de mi abuela, pero a lo grande, me parece son estos
jardines.
No obstante lo dicho, es una buena tentación la de hacerse un jardín botánico
bíblico y algunos han caído en ella. Particulares o instituciones. Hoy en día tal cosa
se puede emprender. En otra época, los viajeros interesados, se contentaban con
catalogar los vegetales que encontraban a su paso, traerse hojas y flores, formar
con el material un herbario y guardarlo bien guardado, ya que difícilmente
interesaba al profano. La visión de tales catálogos siempre me aburre y entristece.
Resulta triste ver que una atractiva y exuberante flor, ha sido aplastada y perdido
su color con el paso del tiempo.
Neot Kedumin responde a algo parecido a un jardín botánico pero, pienso yo, con
gran acierto y atractivo. Un matrimonio venido de tierras lejanas y empapadas en
cultura y amor bíblico, adquirió una finca de bastante extensión, removió tierras y
excavó llanos, diseñó caminos y plantó vegetales de diferente condición. Simples
matorrales o humildes hierbas y robustos árboles. Ornamentales unos y plantas
aromáticas o frutales de uso cotidiano otros. Nada viviente era excluido.
El estudioso puede acudir intrigado a conocer las características de un vegetal que
ha investigado, o desea hacerlo, y comprobará sus peculiaridades morfológicas en
vivo. Y sacará si lo desea, las fotografías que quiera.
Puede uno caminar por simple distracción, bajo árboles que le gusten o sentarse en
un rincón y disfrutar de un minúsculo paisaje, donde situará la acción de un
personaje bíblico por el que siente especial simpatía o pretendiendo simplemente
sentir la satisfacción de respirar las fragancias de un perfume natural o las formas
caprichosas de un matorral o la magnificencia de sus hojas. Pienso ahora en el
ricino, destacado por el rojo granate de sus hojas y su tamaño sin igual. Recuerda
uno que de él y de forma chusca, se cuenta una fábula en el libro de Jonás.
Divagando así, desterrando el estrés que carga sobre sí, y acudiendo a recuerdos
de lecturas del Libro sagrado, se siente uno personaje en un precioso escenario
natural.
Paso a ofrecer datos concretos. Neot Kedumin está a escasos 15 kilómetros del
aeropuerto Ben Gurión. Próximo a Modín, de recuerdos macabeos. De acuerdo con
lo dicho se comprenderá que le separan de Jerusalén algo así como 30 km. Ocupa
una extensión de 2,5 Km2 y fue idea de Efraín y Hannah, emigrantes a Israel en
1920. Noga, hijo de ambos, complementó la labor de sus padres.
Está enormemente bien urbanizado y resulta muy grato pasear por el simple gozo
de hacerlo, sin sentirse encorsetado. Uno entra y elige el camino que desee seguir,
al tuntún e irá intrigándole la variedad de lo que ve, o decidiéndose por el curioso
nombre de “la tierra que mana leche y miel”, o el todavía más atractivo de el del
Cantar de los Cantares. Este bucólico rincón, festoneado por un camino que en
algún momento se acerca a la orilla del lago, según me dicen, es lugar que muchos
enamorados escogen para cultivar su amor o, bajo las ramas de sus árboles,
celebrar su matrimonio, de acuerdo con el peculiar rito judío.
En Israel, como por toda la cuenca mediterránea, haces un agujero y de inmediato
encuentras una piedra histórica. Neot Kedumín no es una excepción. En un cierto
lugar, muy limpio y bien acotado, surgen unos muros de un antiguo lugar de culto
cristiano. El fragmento de mosaico bizantino del suelo lo certifica. Parece que el
edificio estaba al servicio y para descanso de los peregrinos, más que corresponda
a un auténtico monasterio.
Descubre uno a su izquierda un sicomoro. El profeta Amós se refiere a que su oficio
a destajo, es el secado de sus frutos. A uno de tales ejemplares, en Jericó, sin
sentir vergüenza, se subió Zaqueo, el publicano, a cuyo domicilio se auto invitó
Jesús, con gran gozo del funcionario, más o menos corrupto, que los pecados
capitales no cambian con los tiempos y lugares. Se auto invitó el Señor con
segundas intenciones, ya lo sabemos y con gran éxito, no lo olvidemos. Este árbol
es bastante desconocido fuera de Israel, lo digo yo que he trabajado en una
carpintería unos cuantos años y nunca, ni muebles, ni vigas, ni peldaños, se
hicieron de su madera. Debido a ello, algunas traducciones ponen morera, pues,
sus hojas son semejantes, no así sus frutos que aquí nos sorprende ver como
brotan alegremente de cualquier tronco, gordo o flaco. No son jugosos como los de
la higuera, pero uno los saborea con gusto.
Muchos de los que viajan a Israel, al margen de sus intereses bíblicos, les gusta
complementar la visita a los lugares piadosos, con el extraño baño en el Mar
Muerto, medicinal, no se olvide, o solicitan que se les indique donde pueden
disfrutar de un espectáculo de folclore israelí o árabe. Son deseos muy legítimos y
que además, equilibran la acostumbrada diarrea mental que sufren con tanta cosa
que ven de significado cristiano, hebreo o simplemente histórico, como es el caso
de la fortaleza de Masada o Qumram, sus cuevas y sus arqueologías, son ejemplos,
sin olvidar Acre y sus murallas. En este aspecto, recomendaría yo la visita a Neot
Kedumin y nadie quedaría defraudado. Puede hacerse el recorrido solo a
acompañado, como fue mi caso, por guías muy amables y solícitos. Se adaptan
muy bien a los intereses o curiosidades del que lo pide, con gran respeto y
gentileza por el que es cristiano, recordándole con precisión y simpatía los pasajes
del Nuevo Testamento que están relacionados con lo que va viendo por allí.
Que hay librería especializada, lo sé porque la vi, que haya restaurante donde
puede uno satisfacer su apetito con manjar convencional o típico del Medio Oriente,
el omnipresente humus incluido y evidentemente el alimento Kosher, me entero
leyendo prospectos y no dudo de su veracidad. Esto último lo digo porque puede
ser muy legítimo escoger el lugar para pasar un día de asueto.