MAGIA
En los tiempos de Jesús abundaban los “magos”.
No eran los magos que hacían desaparecer una moneda ni los que hacen aparecer una
paloma dentro de un pañuelo.
Aquellos “magos” mediante conjuros, oraciones y la utilización de medios hacían que
una persona volviese a sentirse bien.
Hoy diríamos que aquellos “magos” eran parecidos a lo que entendemos por hechiceros
o curanderos que a lo que entendemos por magos.
Generalmente aquellos “magos” eran perseguidos ya que, se entendía, no actuaban
conforme Dios lo indicaba.
Lo suyo, por las autoridades religiosas, era visto mas como un accionar demoníaco que
como acción de Dios.
Muchos de los signos de Jesús bien podían haber sido vistos como actos de magia.
Toca con su saliva lo que habría de sanar.
Coloca un poco de barro en la parte afectada para, luego, curarla.
Pronuncia alguna palabra. (“Effetta”)
Todo podría llevar a que se creyese que Jesús realiza actos de magia.
Pero Jesús nunca es acusado de mago.
Los magos brindaban un servicio y cobraban por él.
En oportunidades el cobro era muy importante.
Claro, los “magos” vivían de ello.
Jesús brinda un servicio desinteresado, gratuito.
Jesús no vive de lo que brinda a la gente sino que vive para brindarse a los demás.
Quizás sea eso lo que lleva a las autoridades de su tiempo, deseosas de quitarlo del
medio, a que nunca lo acusen de mago.
Quizás sea por ello que los relatos evangélicos mencionen, al referirse al hablar de
Jesús, que lo hacía “con autoridad”
Jesús no invoca a nadie para realizar sus signos.
Jesús no se proclama autor de los signos que realiza.
Los signos de Jesús son producto de la fe del que lo ha solicitado. “Tu fe te ha sanado”
“Grande es tu fe, que se cumpla lo que has pedido”
Jesús, desde la fe del solicitante, actúa por sí mismo.
Quizás esto, también, puede haber hecho que Jesús nunca hubiese sido acusado de
“mago”
También, creo yo, este realizar signos de parte de Jesús, no incomoda tanto como su
pretender revertir la situación existente.
Al comienzo de la vida pública de Jesús no molesta a nadie ya que lo suyo se realiza
lejos de los centros de poder.
A medida se va acercando a la capital lo suyo comienza a provocar escozor, molesta.
Su abierta oposición a las jerarquías que han modificado, en servicio propio, la
propuesta de Dios es mucho más molesta que lo que pueden ser los signos realizados
por Él.
Las jerarquías de aquel tiempo están muy atentas a aquel ser que les incomoda y, por
sobre todas las cosas, puede llegar a molestar a las autoridades invasoras que pueden
tomar alguna represalia contra ellos.
Lo observan, lo escuchan y no prestan atención a los signos que realiza.
Están convencidos que no es un “mago”.
Ha pasado mucho tiempo de aquello.
Jesús sigue siendo una presencia pero algo ha cambiado.
Ahora nos gusta detenernos en sus poderes.
Muchos acuden a Él en busca de su “magia”
Buscan sus “milagros” los esperan, los necesitan.
¿Qué ha cambiado que nos ha llevado a tener esta visión de Jesús?
¿Por qué hemos vuelto hacia atrás y nos hemos detenido en lo que era secundario?
¿Por qué hemos adquirido una visión de Él que ni sus contemporáneos se detenían a
mirar?
Sin duda nuestra mirada responde a un ubicarnos muy cómodamente ante Él.
Lo suyo, cuando nos quedamos en sus “milagros”, no nos incomoda, no nos mueve a un
cambio, sino que nos “deja bien” porque nos deja en lo que estamos.
Padre Martín Ponce de León