Voz del Papa
Fuertes para hacer el bien
José Martínez Colín
1) Para saber
En su mensaje de Cuaresma, el Papa Francisco invita a
reflexionar sobre la frase del apóstol Santiago: “Fortalezcan sus
corazones” (St 5.8).
La fortaleza es necesaria para ser misericordioso. A veces
parece que el misericordioso es débil, pero no es así. Por ejemplo,
se necesita fuerza para perdonar venciendo el propio odio y rencor,
En cambio es muy fácil dejarse llevar por el orgullo o el
resentimiento.
Por ello el Papa nos invita a pedir a Cristo en esta Cuaresma:
"Haz nuestro corazón semejante al tuyo" (“Fac cor nostrum
secundum Cor tuum”), que es una de las súplicas de las Letanías al
Sagrado Corazón de Jesús. De ese modo tendremos un corazón
fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, cerrado al tentador,
que no se deja encerrar en sí mismo, ni cae en la globalización de la
indiferencia.
Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu. En
definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo
da todo por el otro.
2) Para pensar
Hace pocos meses fue beatificado Álvaro del Portillo, sucesor
de San Josemaría al frente del Opus Dei. Quienes lo conocieron
coinciden en admirar su gran corazón.
Un testigo, Manuel Pérez, relata que de joven acompañaba a
Álvaro a barrios muy pobres para prestar alguna ayuda. En una
ocasión se encontraron en una casa muy pobre a cuatro niños
pequeños solos y sin saber qué hacer, pues a sus padres los habían
encarcelado. Estaban con hambre y mucho frío. El beato Álvaro y él
los llevaron a la policía, pero no se los aceptaron y entonces
decidieron llevarlos a un asilo y comenta Manuel: “Tengo grabada
en la memoria la imagen de Álvaro, con uno de aquellos pobres
niños entre los brazos, por las calles de Madrid, dirigiéndose al
asilo”.
Años después el mismo Álvaro comentaría: “Siempre aprendía
de ellos: personas que no tenían para comer y yo no veía más que
alegría. Para mí eran una lección tremenda”.
3) Para vivir
El Papa Francisco nos previene contra la tentación de la
indiferencia. En ocasiones, ante las noticias e imágenes tremendas
que nos narran el sufrimiento humano, sentimos toda nuestra
incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos
absorber por esta espiral de horror y de impotencia?, se pregunta el
Papa.
Y responde: En primer lugar, podemos orar en la comunión de
la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de
tantas personas.
En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad,
gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La
Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro,
con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra
participación en la misma humanidad.
Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un
llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me
recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los
hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos
los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas
posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a
la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos
podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )