CEDRO
Padre Pedrojosé Ynaraja
Los que tenemos una cierta edad, fuimos a la escuela y nos gustaron los trabajos
manuales, conocemos la madera de este árbol desde entonces. Los lápices que
empuñábamos podían ser deficientes de mina y envoltorio, pero no siempre.
Podíamos tener la suerte de que alguien nos regalara uno de madera recia, pero
suave y mina de dócil grafito. La marca era alemana y todavía existe, en una de
sus prismáticas caras ponía: cedro. Sacarle punta con una navaja bien afilada era
una preciosa ocupación de artesanía, que uno consideraba artística. La otra
procedencia nos llegaba de los estancos. Si uno tenía amistad con el estanquero,
conseguía que le regalara cajas vacías de puros habanos. Con ellas podía uno
hacerse preciosas miniaturas para el belén familiar o diminutos barcos. Confieso
que más tarde he sabido que ambas maderas, no corresponden exactamente a la
misma especie de árbol. Y a favor de las caribeñas, he de reconocer que su cedro
es más aromático, aleja los insectos y uno siente que es verdad que se la llame una
madera preciosa.
Más tarde vino la Historia Sagrada, la que estudié en el colegio de los Hermanos
Maristas en Burgos, conocí personajes del Antiguo Testamento. Nunca he olvidado
el día que estudiamos el famoso juicio de Salomón y la sentencia dictada a las dos
prostitutas que a él acudieron. Hay que reconocer que la condición de las dos
madres no se nos explicó, evidentemente. Más sabio que Salomón, lo empecé a
escuchar por aquel entonces. Y también que este sabio emperador edificó un
maravilloso templo. Tan grande e impresionante era, que compró madera de cedro
para sostener sus techos y recubrir sus interiores.
Ya de mayor supe que los mejores y más famosos, crecían en las laderas de la
cordillera del Líbano y que creada y aceptada la moderna nación de este nombre,
puso en su emblema la silueta de un cedro.
Dicho en términos botánicos el cedro es una conífera pinacea, así lo leo. La palabra
cedro se deriva del latín y este del griego. En hebreo recibe el nombre de erez. Es
la misma que designa al enebro y de aquí que ciertas traducciones los confundan.
Si he dicho arriba que conocí la madera de este nombre por los lápices y los
habanos y que supe luego que no correspondían a árboles idénticos, añado ahora
que los botánicos distinguen diferentes tipos que yo ahora no me entretendré en
describir. Me referiré al del Líbano y a los que se lucen en muchos de nuestros
jardines.
De lejos, de muy lejos, se parecen a los abetos, que gozan de gran simpatía entre
los europeos. Si a esto podríamos calificarlos de príncipes arbóreos, el cedro es sin
duda un emperador. Puede alcanzar 50 metros de altura y vivir 2000 años. Sus
piñas, la hembra de la reproducción, vista en el árbol es sumamente decorativa,
pero se abre para que caigan y se propaguen las semillas y se desprenden
descomponiéndose más tarde, de aquí que no gocen de las cualidades decorativas
de sus hermanos, el abeto y el pino común. Si su planta es preciosa, cuando uno se
acerca descubre de él características que no le hacen árbol simpático. Sus hojas,
agujas sumamente puntiagudas, dañan, ofenden al que osa tocarlas. Ya he
mencionado sus frutos en forma de piñas, ni sirven de adorno, generalmente,
repito, se desgajan, ni ofrecen piñones comestibles para el hombre. Es un árbol
soberano, de mírame y no me toques.
En contra de los defectos señalados, hay que decir a su favor que su aroma es uno
de los más antiguos perfumes y que su madera, debido a ello y a su imputridez, la
utilizaron los antiguos egipcios para la construcción naval y de sarcófagos, amén de
que su esencia se utilizó en el embalsamamiento de las momias. Hoy sirve también
para la fabricación de instrumentos musicales, guitarras, y de pequeños joyeros.
Aunque extrañe lo que voy a decir, el cedro es el árbol más citado en la Biblia. Es
mencionado en singular 51 veces y en plural 24. Tantas veces en el Antiguo
Testamento, pero ninguna en el Nuevo. Ahora bien a Jesús le resultaría conocido
este vegetal. Por lo menos en su excursión a Cesarea de Felipe, en las faldas de la
cordillera del Líbano, los vería. Hoy han desaparecido de allí, seguramente lo habrá
ocasionado la proximidad de la frontera y que tuvo tanto aprecio el cedro que llegó
a peligrar su existencia en el país que lo ha incorporado a su bandera y es especie
protegidísima.
¿Qué sentido tienen las menciones al cedro en le texto bíblico? La mayor parte de
ellas se refieren al comercio entre Israel y el soberano del Líbano, el rey Hirán.
Aparece, pues, en libros históricos. Un tan apreciado árbol no podía dejarse de
mencionar en el Cantar de los Cantares. Ya lo dije otro día que el “nido de amor”
de la parejita de enamorados la imaginan de vigas de cedro y artesonados de
ciprés. ¡anda ya!, ambicioso deseo burgués, de ricos espirituales y mentes de
singular imaginación.
Esta madera la encontramos también como parte de los sacrificios que el Sumo
Sacerdote ofrecerá en el Templo. Junto a la sangre de las víctimas se quemará
madera de cedro. Al leer estos pasajes me acuerdo de lo que significa el sándalo
para las culturas del subcontinente asiático.
Y por hoy nada mas, dejo para otro día a los profetas y otras hierbas.