UNIDAD
Es, sin duda, una de las grandes necesidades que hoy tenemos.
Unidad no quiere decir uniformidad.
Unidad no es ocultar o negar la realidad.
La unidad crece, únicamente, en la medida que somos capaces de aceptar
la realidad.
Aceptar la realidad con honestidad y coraje.
No podemos aceptar una realidad que no es real.
No podemos aceptar una realidad donde siempre los responsables de ella
son los demás.
No podemos aceptar una realidad que oculta la verdad debajo de la
alfombra.
No podemos aceptar una realidad donde solamente busquemos los réditos.
La unidad parte de la aceptación corajuda de la realidad y todo lo que ella
implica.
La unidad no se construye desde un palabrerío que no dice nada o dice
cosas que no son.
La unidad parte de la realidad asumida como un desafío.
La unidad es, siempre, una tarea que nos debe involucrar.
Es la realidad y la diferencia de cada uno y que no debemos desconocer.
La unidad sólo se puede lograr desde la aceptación de las diferencias.
La unidad no se construye desde una postura contra las otras.
No todo es, necesariamente, blanco contra negro, bueno contra malo,
progresistas contra conservadores.
Para lograr la unidad siempre es necesario mirar y prestar atención a todos
esos intermedios a los que no estamos dispuestos a atender.
Parecería que para llegar a cien no podemos, sin conformarnos, mirar el
cincuenta.
Parecería como que realizar tal cosa nos aleja demasiado del cien de
nuestra postura o del uno de la nuestra.
La unidad se logra acompañando procesos.
Para la unidad entre diferentes no podemos imponer tiempos sino que
debemos imponer respeto y acompañamiento honesto.
La unidad no tiene espacio para la envidia o los celos personales.
La unidad debe tener siempre espacio para la aceptación, la búsqueda y el
acompañamiento.
La unidad no se obtiene por imposiciones sino por escucha, respeto, diálogo
y compromiso.
Para lograr la unidad no se necesita de personajes protagonistas sino de
personas involucradas.
En esta búsqueda no pueden existir los dueños de la última palabra sino
seres capaces de saber escuchar.
Una escucha que no es una mera formalidad sino una actitud de vida y
verdad.
La unidad debe partir de una postura de vida muy difícil de lograr.
Es esa postura que nos hace saber que todos somos importantes y
necesarios.
Es esa postura que nos hace reconocernos en un plano de igualdad para con
los demás.
Nadie es despreciable por no tener las mismas cualidades que otro.
Esa diferencia no empobrece la realidad sino que la hace más poderosa
porque con mayor cantidad de posibilidades.
Todos poseen condiciones valiosas como para que la unidad pueda ser
obtenida con mayor presteza.
La unidad es un desafío que podemos encontrar en muchas de las
realidades que hacen al hoy.
Reconocer que es un camino que nos desafía no es negar virtudes
existentes.
Siempre es posible un poco más.
La única unidad que no necesita ser mejorada es la de los cementerios y
esa unidad no la pretendemos para nuestro hoy.
Se necesita la unidad de los seres libres.
Una unidad que se construye desde el diálogo y las acciones, desde las
discusiones y los pedidos de disculpas que deben ir acompañados de nuevas
oportunidades.
Una de mis hermanas trabajaba en sanatorio y siempre decía que los
pacientes de su sector jamás se quejaban de nada. Trabajaba en la morgue.
Esa unidad no es la que hoy se necesita sino unidad desde la vida, para la
vida y con seres vivos.
Por ello una unidad que es una tarea constante y donde todos tenemos
mucho que aportar.
Padre Martín Ponce de León