SIEMPRE LLEGAMOS A LA PASCUA
Siempre llegamos a la Pascua.
Nunca podemos separar al crucificado del resucitado.
Cuando hacemos tal cosa desvirtuamos la realidad.
Una realidad donde siempre van en unidad las luces con las sombras.
Una realidad donde la oscuridad deja paso a la luz.
Donde la frustración permite la entrada de la esperanza.
Siempre llegamos a la Pascua.
Nuestras fragilidades y nuestros logros se dan la mano.
Nuestro individualismo y nuestra generosidad caminan unidos.
Nuestra indiferencia y nuestra solidaridad se abrazan.
Somos lo que somos y el amor vive en nosotros.
Somos lo que somos y el reinado de Dios crece en y desde nosotros.
Un reinado de Dios que se construye desde nuestras realidades y con
nuestras manos.
Jesús nos hace saber que no estamos solos.
Él es presencia real en nuestra vida.
Presencia que nos acompaña y compromete.
Presencia que nos anima e involucra.
Vivir al Señor de la Pascua es una tarea de todos nuestros momentos.
Vivir al Señor de la Pascua es nuestro encuentro con los demás.
Es allí donde debemos hacer realidad el amor.
Un amor realista y con los pies sobre la tierra.
Un amor que acepta, respeta y comprende.
Un amor que busca ser útil despertando una sonrisa.
Para que alguien se sepa alguien porque tratado como tal.
Para que alguien se sepa importante porque tenido en cuenta.
Para que alguien se sepa aceptado porque respetado.
El Señor de la Pascua no espera grandes cosas de nosotros.
Espera nuestra cotidianidad hecha expresión de amor.
Espera lo nuestro hecho expresión de su Pascua sin final.
Lo suyo se hace lo nuestro cuando lo prolongamos en los demás.
Lo suyo se colma de actualidad cuando nuestras manos se unen y
prolongan las suyas.
Pascua es descubrirlo vivo en el otro.
Es no tener miedo del que se nos presenta como necesitado.
Es brindarnos para construir una convivencia más fraterna.
Es brindar lo que somos sin esperar a cambio.
Siempre llegamos a la Pascua.
Esa realidad que no sabe de distancias para hacernos saber amados.
Esa realidad que no se detiene en nuestras pobrezas para hacernos saber
necesarios.
Esa realidad que no mira nuestras debilidades y nos hace útiles.
Siempre llegamos a la Pascua en la medida que abramos nuestro corazón al
otro.
Nuestros errores pasados no cuentan pues se nos brinda una nueva
oportunidad.
Oportunidad sin reservas ni reparos.
Oportunidad plena de confianzas y novedad.
Siempre llegamos a la Pascua.
Es la experiencia que nos hace saber que ha vencido a la muerte.
Es la certeza de que no nos quiere con rostros serios sino estallando en
gozo.
Es la convicción de que, porque vivo, nos acompaña.
Es su nunca dejarnos aunque nos perdamos entre los rostros de tantos.
Es hacerse presencia para que lo prolonguemos.
Es hacernos dichosos porque plenamente humanos.
Pascua es tarea para esa realidad mejor con la que soñamos.
Pascua es responsabilidad porque brindando lo mejor desde el actuar.
Pascua es gozo porque con la capacidad de brindar una sonrisa.
Pascua es alegría porque dignificando y dejando ser dignificados.
Siempre llegamos a la Pascua.
Por ello, de corazón, FELICES PASCUAS para TODOS.
Padre Martín Ponce de León