Recuerdos, imágenes, de Resurrección, en Jerusalén.
Padre Pedrojosé Ynaraja
Cuando acompaño por Jerusalén, adelanto que a nadie considero clientes, aunque
no sean amigos de antemano, ni los conozca antes de iniciar el viaje, no dejo de
enseñarles la basílica del Santo Sepulcro (Anástasis, Resurrección, para la gente del
lugar). La visita es obligada y en dos etapas. La primera es de total recorrido e
indicación del significado que se da a cada rincón del edificio. En la segunda, me
aparto. Recomiendo que cada uno contemple, reflexione y rece a su manera, con
total libertad de postura, modo y duración. La basílica, de acuerdo con el statu quo,
está abierta desde antes de las cinco de la mañana hasta las nueve de la noche,
con pequeñas variantes. Para la segunda etapa, advierto que a primeras y últimas
horas, generalmente, se goza de silencio y soledad. Dicho lo cual, me busco mi
rincón favorito, saco mi agenda, me fijo en cada nombre, y por cada uno, además
de mí mismo, rezo. Los demás harán lo que mejor juzguen.
EL SANTO SEPULCRO
Perro además del edículo que alberga el Santo Sepulcro, de diseño desafortunado,
de acuerdo con nuestros cánones, y del altar del Calvario, que ha mejorado un poco
actualmente al dejar al descubierto parte de la roca, hay otros lugares de interés.
Si toda la basílica es fruto de labores varias, en sucesivos siglos e influida por
culturas de distintas sensibilidades estéticas, de tal manera que uno piensa que de
allí solo se interesó gente antigua, si uno mira bien y se detiene, podrá identificarse
y estimulará su devoción algunas realizaciones modernas. Tan moderna alguna
como el plafón-relieve del encuentro de Jesús con María Magdalena. Seguramente
las sorprendentes figuras le asombrarán al principio y tal vez se limite a sacar una
fotografía. Cuando haya pasado un tiempo y contemplado muchas veces, le
sugerirá esta imagen el Amor que impregna la relación entre el Señor y la que fue
apóstol de los apóstoles, que tanto le amó.
CERCA DE LA SACRISTÍA
El ámbito más preciado para los católicos es el situado cerca de la Sacristía. La
puerta entornada da paso a la capilla donde en su interior está el sagrario. Facilita
el recogimiento para reflexionar y rezar. Para mi gozo, mientras me recojo,
acostumbro a oír el trino de pájaros que ignoro por donde entran, pero que por allí
y también bajo la cúpula de la gran basílica, se mueven volando muy arriba, sin
molestar, acompañando la adoración que uno tributa a Dios.
LAS SANTAS MUJERES
Si uno desea saber cómo era el sepulcro al que se dirigían la mañana del Domingo
las Santas Mujeres y el peso de la piedra que no se creían capaces de mover,
puede desplazarse para ver el sepulcro de Herodes, el que intervino en el juicio de
Jesús. Está situado en el jardín público de detrás de “Hotel King David”, a 25
minutos exactamente de la Puerta Nueva. Detrás del edificio, a la derecha, a menos
de 100 metros lo verá. Las piedras de este las observará recubiertas de musgos o
líquenes, recuérdese que no se trata de un sepulcro nuevo como el que ofreció José
de Arimatea.
LA CASA DE LA MADRE DE MARCOS
Si desea recordar el lugar donde se reunía la angustiada primera comunidad y
escuchar rezos en la misma lengua que la que utilizó el Señor, Santa María, los
Apóstoles y sus contemporáneos, vale la pena acercarse a la casa de la madre de
Marcos, el que se escapó desnudo la noche de Getsemaní. Es difícil de encontrar,
pese a lo cercana que está. Uno sabe que le separan siete minutos de la puerta de
Jaffa, en el interior de la Ciudad Vieja, por la que tantas veces le toca pasar, incluso
puede leer el letrero de la calle y saber que está a menos de cien metros y costarle
acertar. Y que no pregunte, que ni los vecinos saben informarte. Ahora bien pasar
un rato dentro merece la pena. Parece que uno todavía respira el aire cargado de la
comunidad reunida o hasta el de Santa María que muy bien pudo refugiarse en ella
los días tristes de la pasión, ejecución y sepultura de su Hijo. Su autenticidad
arqueológica es incierta, la oración de la comunidad monástica cristiana ortodoxa,
no.
LA PUERTA DE BENJAMÍN
Otro lugar apreciable es el que alberga los restos de la puerta de Benjamín, la que
el Señor atravesaría, dejando la ciudad a sus espaldas y mirando la roca donde iba
a ser ajusticiado. Se encuentra en el recorrido del Vía-Crucis, a mano derecha, poco
antes de llegar a la basílica del Santo Sepulcro. El ámbito también es custodiado
por una comunidad ortodoxa, por lo que yo he observado, femenina.
Diversas circunstancias no me permiten alargarme. Espero en este momento que
podré encontrar algunas de las fotografías que de estos lugares he hecho. Tal vez
otro día pueda ofrecer una descripción más detallada. Soy sacerdote y la liturgia,
las plegarias comunitarias y la atención a personas, han absorbido mi tiempo los
cercanos días de la pasada Semana Santa.