Nablus en segunda parte
Padre Pedrojosé Ynaraja
Moverse por estos pagos resulta siempre interesante. Centré el relato de la semana
pasada en la iglesia del Pozo de la Samaritana y en quien actualmente lo ha
ennoblecido con su arte y devoción. No di ninguna referencia concreta a la
oquedad. Daré un único dato: su profundidad es de 32 metros, el brocal,
evidentemente, no corresponde hoy al de la época de Jesús. El buen diácono-
custodio ofrece al visitante que lo desea un vaso de agua, que saca con un cubo.
Cierro los ojos y recuerdo el pasaje del evangelio de Juan: “Le dice la mujer:
«Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y
vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. » Jesús le dice:
« Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén
adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que
conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos
en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en
verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y
los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad” (Jn4 19-23)
PRIMER VIAJE
A la vuelta de mi primer viaje, repito que fue en 1972, una proeza por aquel
entonces, hablaba y repetía entusiasmado de la experiencia vivida. Y, como toda
persona entusiasmada y feliz, animaba a los demás a que fueran también ellos a
Tierra Santa. Más de uno me recordó este pasaje, para tratar de demoler mi
emoción. No fui, ni he vuelto, lo repito muchas veces, a venerar montes, ni piedras.
Ahora bien, el mensaje revelado se entiende mejor observando y contemplando, el
lugar donde se proclamó. Ni el Garizín de aquella mujer de desordenada vida inicial,
después primera apóstol de aquellas tierras, ni el Monte del Templo, en Jerusalén,
ni la Roma de las siete colinas, necesito yo para mi encuentro con Dios. Lo sentiré
próximo recogiéndome en oración, o, mucho más aun, uniéndome a Él
sacramentalmente. Reconocido lo dicho, hay que admitir la ayuda, vuelvo a
repetirlo, que supone el conocimiento de estos parajes.
LA TUMBA DEL PRECURSOR
A poco más de 10km del pozo, está la antigua Samaría, capital del Reino del Norte,
que hoy recibe el nombre de Sebastiye. Conserva una gran superficie con restos de
antiguos templos clásicos, un gran estadio o hipódromo, vestigios de calles, etc. No
puedo en este momento aportar fotografías, unas eran de la época química y se
deterioraron, las otras no logro encontrarlas. El lector no se perderá ninguna
satisfacción estética. Lo que no dejaré de señalar, son las ruinas de una antigua
basílica que erigieron los cruzados en honor de San Juan Bautista. En ella, según
tradición, se conserva la tumba del Precursor. Pensando en él y rodeado de las
ruinas de que hablaba, se acuerda uno de las coplas de Jorge Manrique. Resuenan
en mi interior aquellas palabras suyas:
Los infantes de Aragón ¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán, qué fue de tanta invención
como trajeron?
Las justas y los torneos, paramentos, bordaduras y cimeras,
¿fueron sino devaneos? ¿qué fueron sino verduras de las eras?
No se trata aquí de su padre, ni de los infantes de Aragón. A quien uno está
recordando es a Jeroboam y sus descendientes, iniciadores del cismático Reino del
Norte, también llamado de Israel, mientras se desfila por una larga avenida,
flanqueada de altas columnas.
LA DEGOLLACIÓN DE JUAN BAUTISTA.
El diácono iconógrafo del que hable la semana pasada, ha querido tener presente el
episodio ocurrido muy lejos de aquí, en Maqueronte, en la orillas de levante del Mar
Muerto, según Flavio Josefo, y lo ha plasmado en el Icono de la degollación de Juan
Bautista. La imagen que también ofrezco, es de dobles protagonistas. Uno sin duda
es el arcángel Miguel, vencedor de satanás y el otro, supongo, será San Jorge, el
famoso Magalomartir.
A poca distancia del lugar donde mi imaginación me sitúa, está la supuesta tumba
del Patriarca José. Si la erección del cenotafio y su correspondiente edificio que lo
alberga, tal vez obedezca a antiguas posesiones de estos lugares, por parte de
israelitas de las tribus de Manasés y Efraín, hijos de José, su actual situación, en
territorio de la Autoridad Palestina, supone periódicos conflictos. Unas veces he
visto el lugar limpio y custodiado por soldados del ejército israelí, otra abandonado
y en ruinas.
No hablaré de la vecina Siquem, hoy llamada también Balata. Lo he hecho ya otras
ocasiones. Junto a ella se van edificando anárquicamente domicilios palestinos, que
se despreocupan del significado del lugar, inicio para judíos y cristianos, de la
Historia de la Salvación. Los arqueólogos acuden, excavan, interpretan, estudian,
dictaminan y se van. Luego la sociedad no siempre protege estos testimonios.
Tengo mal recuerdo de la “piedra alta” que coronaba un templo y que la he visto
pintarrajeada groseramente la última vez que visité el lugar. Y que conste que
estas tierras no tienen la exclusiva de tal proceder. Por desgracia se repite. A
escasos 25km de donde habito, había una necrópolis de tiempos íberos. La vi por
primera vez en la década de los cincuenta, por los sesenta todavía la volví a ver,
hoy ha desaparecido totalmente. El terreno ahora está dedicado al cultivo de
cereales, los bloques de piedra se han apartado discretamente y las posibles
cerámicas o puntas de flecha que encontraron, están en colecciones privadas
particulares. En todos los sitios cuecen habas.
LA ENCINA DE MORÉ
Pese a que me he referido exclusivamente a monumentos antiguos, no falta vida en
el lugar. Sé, aunque no lo haya visto, que se ha adecentado el entorno, por donde
crecería la encina de Moré, bajo la cual ofreció Abraham el primer sacrificio, que era
respuesta a Dios, que iba a ser desde entonces, el suyo familiar y al que ahora
nosotros reconocemos como el único y exclusivo. Se trataría sin duda , de un
“quaercus ithaburensis” propio y exclusivo de estas tierras y que crece muy ufano
por el monte Tabor, de donde procede su nombre.
No quiero dejar de mencionar a Fra Rafael Dorado. Lo conozco desde hace muchos
años, pronto va a cumplir los 90. Me ha facilitado mucho con su cortesía y talento,
el conocimiento de estas tierras y, lo que todavía es mejor, el poderme relacionar
con notables personas. Dejo para la próxima semana el relato de la visita que,
gracias al buen franciscano, nos puso en contacto con el Sumo sacerdote
samaritano del que, como adelanto, facilito un retrato hoy. Aparece el fraile en una
conmigo, en el templo al que me he referido antes, en la otra con el “gran jefe” de
los samaritanos, en su mansión de la cima del Garizín (continuaré)