CUERVO
Padre Pedrojosé Ynaraja
Desde pequeño conozco esta ave. Nunca sentí ninguna antipatía por ella. Aprendí
también desde la infancia que los grajos pertenecen a la misma familia, son los que
con más frecuencia veía. Hoy sé que estos últimos, que se reúnen en grandes
bandadas y he visto refugiarse en viejos campanarios, no tienen la particularidad
de los cuervos, de los que hoy pretendo escribir. Aquellos son parlanchines
inaguantables y, para más inri, promiscuos, a diferencia de los que titulan el
presente, que son monógamos estables, durante su larga vida. Por Castilla, de
pequeño y, recientemente, he visto unos y otros. Antes de empezar a redactar, he
consultado el inefable google y me entero de que pertenecen al mismo género las
urracas y bastantes otras variedades. Pese a que desde antiguo conozco el dicho
popular: “cría cuervos y te sacarán los ojos” ni les he tenido miedo, ni aversión, tal
vez fuera porque en Cataluña, hace unos años, eran las únicas aves grandes que
podía ver surcar el espacio. Afortunadamente hoy ha cambiado y se me permite ver
muchas otras de talla superior y majestuoso vuelo.
El pueblo judío lo considera animal impuro, tal vez porque su alimentación sea
omnívora, incluyendo animales muertos. Ahora bien, su desagrado no llega al que
siente por el cerdo, ejemplo representativo para los semitas de lo más despreciable
que uno pueda imaginar. No extrañará, pues, algunas de las referencias, de algún
modo simpáticas, que la Biblia hace de él. Mencionare solo únicamente tres, las
más interesantes y explícitas.
En primer lugar cito el Cantar. En 5, 11-12 dice del amado: “Su cabeza es oro, oro
puro sus guedejas, racimos de palmera, negras como el cuervo. Sus ojos como
palomas junto a arroyos de agua bañándose en leche posadas junto a un
estanque…”. Piensa uno al leer esta descripción en tantas pelambreras, y semi-
pelambreras, que observa en testas de ciertos deportistas y cantantes.
Indudablemente, dado a escoger visión, me quedo con las del texto sagrado, sin
que por ello crea que sean imágenes reveladas.
La primera mención de nuestro animal, aparece en el Génesis. Calculando Noé que
el Diluvio ha acabado, suelta un cuervo que revolotea, va y viene. Su mensaje no
es elocuente, de aquí que para cerciorarse envíe una paloma. Dice textualmente:
“Al cabo de cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, y soltó
al cuervo, el cual estuvo saliendo y retornando hasta que se secaron las aguas
sobre la tierra. Después soltó a la paloma, para ver si habían menguado ya las
aguas de la superficie terrestre. (Ge 8,7). El texto no califica, ni fu, ni fa, pero se
acuerda del animal que hoy me ocupa, algo es algo, que dicen.
La mención que más aprecio es la que aparece en IRe 17, 2-9, dice así: “Fue
dirigida la palabra de Yahveh a Elías diciendo: « Sal de aquí, dirígete hacia oriente y
escóndete en el torrente de Kerit que está al este del Jordán. Beberás del torrente y
encargaré a los cuervos que te sustenten allí. ». Hizo según la palabra de Yahveh, y
se fue a vivir en el torrente de Kerit que está al este del Jordán. Los cuervos le
llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente. Al cabo de
los días se secó el torrente, porque no había lluvia en el país. Le fue dirigida la
palabra de Yahveh a Elías diciendo: « Levántate y vete a Sarepta de Sidón…”
El torrente de Kerit está en la ribera izquierda del Jordán, a la altura de Jericó,
nunca lo he visto, ni siquiera he pretendido verlo. Del pajarraco sí que me he
interesado. Recuerdo el interés que pusimos en fotografiarlos durante el primer
viaje en Ein-Guedi. Por aquel entonces, el límpido riachuelo de este precioso paraje,
bajaba solitario, sin que los bañistas lo invadiesen. Bajo el Salto de David sólo
veíamos volar cuervos. Imaginamos que serían descendientes de los que fueron
signo de la voluntad providente de Dios y ayuda suya, para salvaguardar al gran
profeta y los fotografiamos ilusionados. Aquellas diapositivas ya se han borrado.
Nuestra reflexión interior no. Seguramente la soledad y el silencio prepararon a
Elías para la agitada vida que se le presentaría de inmediato. Junto al Kerit es
anticipo del Jesús bautizado en el Jordán, no lejos ambos lugares uno del otro.
Retirado el Señor al desierto, también en silencio, para la tarea evangelizadora que
preparaba.
He repetido lo de soledad y silencio para que el lector se detenga a considerar que
es más provechoso para las grandes hazañas, si lo uno o lo otro, música o sigilo. Y
qué facilita más que acompañe a la oración.