EL ÁGUILA
Padre Pedrojosé Ynaraja
Mucho antes de poder ver de cerca y tocar a uno de estos animales, ya había visto
dibujos o fotos de ellos y los admiraba Si volar significa librarse de las ataduras que
retienen a la tierra, nuestro animal es considerado el soberano de esta capacidad y
libertad. Seguramente es esta la razón por la que aparezca como emblema de
dominio, ambición y poder, en múltiples lugares, desde estandartes de los ejércitos
romanos, a diseños en papel moneda, pasando por escudos estatales. En el terreno
cristiano, se ha convertido en el símbolo del apóstol Juan, incorporado al escudo del
reino de Castilla.
Con todos estos antecedentes, y habiendo pasado por la experiencia de haber
tenido en mis manos muchas veces vulgares gallinas y patos, cuando tuve la
ocasión de coger una de estas grandes aves de presa, lo primero que me
sorprendió, fue su poco peso. Se siente uno engañado cuando tiene en sus manos
uno de estos bichos, ya que le parece que todo son plumas y algunos delgados
huesos, sin nada más. Recapacita uno más tarde y reconoce que para que sea
posible volar de tal manera, a tal altura y durante tanto tiempo, como lo logra el
águila, es preciso que sea así sea su cuerpo.
Las diversas especies y subespecies de águilas, pueden encontrarse en casi
cualquier parte del mundo, excepto en la Antártida, según leo. Son miembros de las
aves de presa. No me detendrá en descripciones y distinciones. Baste decir que en
Israel siempre los hubo, siendo unos animales de paso y otros de vida permanente
en el país.
Es ave monógama, que forma pareja permanente durante toda su vida. Pico grande
y fuerte, capaz de desgarrar las pieles de grandes animales y despedazar después
su carne. Es capaz de trasportar por los aires fieras de peso muy superior al suyo.
Sus garras son tenazas poderosas, que no sueltan fácilmente la presa capturada.
Su vista es aguda y capaz de distinguir presas a grandes distancias. Uno de los
aspectos que le diferencian de los buitres, su pariente próximo, es que su
alimentación acostumbra a ser carnívora, de bichos vivos, grandes o pequeños,
cabras o ratas, que caza por su cuenta.
El concepto que de nuestro animal tiene el mundo bíblico es dispar. Por una parte
se le considera animal impuro. Ni es comestible, ni puede ser objeto de sacrificios
rituales. Por otra, las referencias de los textos, son de elogio y admiración, por sus
características únicas. En la Biblia es mencionado 31 veces, unas cuantas
advirtiendo que se trata de animal impuro, pero las más, recordando sus
cualidades.
Me limito ahora a citar algunas:
Deuteronomio 28, 49 “Yahveh levantará contra ti una nación venida de lejos, de los
extremos de la tierra, como el águila que se cierne. Será una nación de lengua
desconocida para ti, una nación de rostro fiero, que no respetará al anciano ni
tendrá compasión del niño.
Éxodo 19,4 "Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os
he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, pues, si de veras
escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre
todos los pueblos, porque mía es toda la tierra;
Habacuc 1,8. “más raudos son que leopardos sus caballos, más agudos que lobos
de la tarde; sus jinetes galopan, vienen de lejos sus jinetes, vuelan como águila
que se precipita a devorar.
Ahora bien, el texto que más aprecio es el de Deuteronomio 32, 11 “Como un
águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así él despliega sus alas y
te toma, y le lleva sobre su plumaje. Sólo Yahveh le guía a su destino, con él
ningún dios extranjero. Le hace cabalgar por las alturas de la tierra, le alimenta de
los frutos del campo, le da a gustar miel de la peña, y aceite de la dura roca,
cuajada de vacas y leche de ovejas”.
Se sabe que, en los precipicios donde generalmente construyen su nido, desde el
borde de las ramas que han ido protegiendo de peligros a las crías, el animal
adulto, cuando supone que ya están capacitadas para volar, las empuja para que
superen su miedo, expulsándolas hacia el abismo. Pero también se ha observado
que los progenitores vuelan raudos abajo, abiertas sus alas para acoger al retoño y
que no se aplaste en las peñas, si observa que todavía no sabe volar. Una imagen
preciosa, ingenua, consoladora. Lástima que resulta desconocida para la mayoría
de lectores. La explico porque es precioso detalle, que explica que el Dios del
Antiguo Testamento, el Dios único, no carece de ternura y ya lo había revelado
elementalmente, antes de la llegada al mundo de su Hijo, que acampó entre
nosotros y nos llamó y nos hizo sus amigos.