¿Es posible hacer mal algo bueno?
P. Fernando Pascual
27-6-2015
Querer algo bueno no es suficiente para actuar correctamente. ¿Por qué? Porque existe el peligro de
buscar el bien de malas maneras, de perseguir algo bueno con métodos y acciones injustas y
deshonestas.
Por eso es posible que uno desee, incluso que consiga, algo bueno a través de medios malos. A pesar
de que algunos repiten (y otros aplican) aquello de que “el fin justifica los medios”, en realidad nunca
un fin bueno puede justificar ni “limpiar” el uso de un medio malo.
Otras veces hacemos algo bueno y lo hacemos más o menos bien, pero de mala gana, o con segundas
intenciones, o simplemente con prisas para luego dedicarnos a otra cosa que nos atrae más aunque sea
menos buena.
La vida ética nunca ha sido fácil. A veces se nos presenta como una carrera de obstáculos. Primero,
porque muchas veces tenemos que reconocer que nos gustaría hacer cosas malas. Segundo, porque
incluso a la hora de hacer algo bueno existe el peligro de hacerlo de malas maneras.
Existe un dicho en latín que expresa esta situación. “Bonum ex integra causa, malum ex quocumque
defectu”. Podemos traducirlo así: “El bien implica la perfección integral, el mal surge desde cualquier
defecto”.
¿Basta, entonces, una actitud pequeña o un medio equivocado para que mi acto sea inmoral, aunque los
resultados sean excelentes? Sí, porque sólo llego a ser realmente honesto cuando busco el bien de la
mejor manera posible. Es decir, cuando respeto todas las dimensiones conscientes que entran en juego
en mis decisiones.
Para evitar hacer mal lo bueno hay que ser muy firme con uno mismo, no dejarse arrastrar por las
prisas o por el “maquiavelismo”, estar dispuesto a “fracasar” si la honestidad lleva a perder
oportunidades magníficas pero manchadas por esas lacras de la corrupción y del pecado
Quizá no logre mucho, quizá incluso algunos me tacharán de iluso o de fracasado. Pero un triunfo
aparente es siempre una derrota moral si he ido contra la verdad, la justicia y el bien.
Al revés, un “fracaso” que surge desde una integridad ética a prueba de bomba es, en definitiva, un
hermoso triunfo que alegra el corazón de Dios y el de todos aquellos hombres y mujeres de buena
voluntad que caminan a nuestro lado.