Marc Chagall
Padre Pedrojosé Ynaraja
Hasta hoy, en esta sección de reportaje, escribía refiriéndome a lugares. Hoy no es
así, aunque, como se verá, tampoco diferirá mucho. Advierto también que el
director no me ha dado ninguna indicación al respecto, de manera que cambio de
tercio porque me gusta y espero que a los lectores también les interese.
BUSCANDO DATOS
El autor que encabeza el artículo no había estudiado nada en el bachillerato. De
todos modos, la primera vez que unos amigos artistas hicieron referencia a él, su
nombre no me sonó extraño, así que me propuse que, en llegando a casa, buscaría
información. En la década de los sesenta, la cosa no era lo sencilla que ahora es.
Internet facilita muchas tareas. Pero algo encontré entre mis libros que suscitó mi
simpatía. Poco después, moviéndome un día por Roma, una gran pancarta
anunciaba una exposición de esta artista. ¡qué mejor lugar este para estimular mi
personal curiosidad!. Desde aquel entonces he visto, mejor, he contemplado, obras
suyas en Niza, Jerusalén, Nôtre Dame de toute Grace, Reims, etc. De ello hablaré.
GENIALIDAD
Desde el principio, la genialidad original del pintor, me sorprendió. Sin duda, era un
hombre libre y de imaginación muy creativa. Para más inri su más abundante
temática era bíblica ¡anda ya! De él dijo Picasso: después de la muerte de Matisse,
el único artista que ha entendido la esencia del color, es Chagall. Desde Renoir, solo
él captó el sentimiento de la luz
Mi primer viaje a Tierra Santa, genuina peregrinación, aventura, plegaria y estudio,
para más señas, teníamos establecido que recorreríamos a pie algún tramo de
significado evangélico. Escogimos la mañana de un domingo para ir de Jerusalén a
Belén, trayecto, sin lugar a dudas interesante y simpático. Santa María y su esposo
lo habían recorrido ilusionados, el día que ofrecieron, de acuerdo con las normas, al
Niño al Señor, en el Templo. Lo que para ellos sería paisaje abierto y casi
desconocido, para nosotros fue aburrida carretera que no nos satisfizo.
CAMINO A PIE
Pocos días después, acabada la visita a Ein-Karen, decidimos que el camino que nos
separaba del Centro Medico Hadasa, corto en el mapa y con senderos, lo haríamos
a pie. A la hora de la verdad, el atajo no lo encontramos y tuvimos que caminar
campo a través. Aquel día aprendimos algo mejor lo que era Tierra Santa (siempre
repito que Tierra Santa entra por los pies, lo descubrí entonces). Supe lo que era la
arena que se mete por entre las sandalias y las hierbas, cardos y arbustos que
dificultan el éxito de un proyecto. Entendí mejor algunos pasajes y la actitud que
ciertas personas tuvieron con el Señor.
Llegamos por fin al hospital. Por aquel entonces era conocido por su prestigiosa
dedicación sanitaria. Nos costó un poco llegar, franqueando vericuetos, a la
sinagoga que buscábamos. Nos interesaba ver las vidrieras que para este lugar y
allí mismo, había ideado y montado el autor. Entramos intrigados, estábamos solos.
El tema, bien lo sabíamos, era las bendiciones de Jacob a sus hijos. El texto bíblico
lo conocía, pero dejamos para otro momento la identificación y el mensaje de cada
uno de aquellos luminosos ventanales. En realidad era mi primer encuentro con una
obra de Chagall que no fuera reproducción y recuerdo haber quedado fascinado por
la vivacidad de sus colores.
REGALO AL PUEBLO JUDÍO
Había escrito él, después lo he sabido, al acabar su obra: este es mi regalo
modesto para el pueblo judío, que siempre han soñado con el amor bíblico, la
amistad y la paz entre todos los pueblos. Este es mi regalo para que la gente que
vivió aquí desde hace miles de años.
Como continuaré, mi dedicación y expresaré mi simpatía y su valor estético,
advierto al lector que lo ignore, que Chagall era un piadoso judío ruso, que se casó
y falleció pronto su primer amor, al que nunca olvidó. Que su admiración por Jesús
le llevó a que, en la mayor parte de sus obras, aparezca el Crucificado. Un último
detalle que denota su respetuosa actitud hacia Cristo: su figura lleva en la cintura
un thalit que le cubre.
Y una advertencia final. A las fotografías de las vidrieras, añado una del recinto con
personas. Evidentemente, eran turistas interesados, no fieles dados a la plegaria.
Su presencia expresa las medidas del recinto. El color de los vitrales en cambio, no
corresponde a la realidad.