OLAS
Hoy me invitaban a mirar un video sobre las olas en Nazaré (una localidad de
Portugal)
Ese video me sirve de pie para este artículo donde no me interesa escribir sobre las
olas o sobre el surf.
Frente a esas olas de tal tamaño uno experimentará diversas sensaciones.
Dudas si meterse al mar o no ante el tamaño de tales olas.
Dudas si podrá sortearlas con algún éxito.
El amante de las olas no vacilará en enfrentarlas aunque más no sea para tener la
satisfacción de haberlas enfrentado.
En diversas oportunidades he escuchado manifestar la pobreza de la fe que se tiene
debido a las dudas que se poseen.
Creo que ello responde a una mal formación recibida.
Como si tener fe implicase no tener dudas.
Creo que las dudas son parte de la fe.
Existen varias clases de dudas.
Hay dudas que llenan de miedo y detienen.
Esas dudas no son positivas.
Hay dudas que impulsan a la búsqueda y ellas deben ser bienvenidas.
Hay dudas que nos hacen quedar en la costa mirando a los audaces.
Hay dudas que hacen tomar la tabla de surf y arriesgarse ante ellas.
La fe no es un cúmulo de certezas.
La fe es una experiencia personal de encuentro con Dios.
En esa experiencia las dudas son las que nos hacer de nuestra vida una búsqueda
constante.
Son las dudas las que nos ayudan a crecer en madurez y compromiso.
El cristiano no es el que sabe todas las verdades sino el que busca hacerlas vida y
para ello necesita de las dudas que motivan las búsquedas.
Un cristiano sin dudas que motiven sus búsquedas es un ser que se limita a una fe
inmadura y casi infantil.
Lo que importa, verdaderamente, son esas realidades que puedo experimentar y
hacen fortalecer la experiencia de encuentro.
La fe es madura cuando vamos asumiendo convicciones y las vamos haciendo vida.
Una vida que no se limita a verdades que se proclaman sino verdades que se hacen
parte de un estilo de vida siempre un poco más coherente.
La búsqueda de la coherencia es un necesario transitar entre dudas constantes.
Quien cree tener todas las cosas claras es, por lo general, un necio o un
inconsciente.
Quien teme a las dudas es un cómodo o un infantil.
Las dudas hacen buscar por caminos nuevos, hacen transitar en pos de la verdad.
Claro que es mucho más simple repetir verdades que se han enseñado que motivar
dudas que ayuden a buscar y así crecer.
No debería haber un cristiano que no tenga dudas.
Así tendríamos cristianos más audaces y más comprometidos.
Se nos inculcó que tener dudas es manifestación de un cristiano inmaduro.
¿Cómo puede ser tal cosa?
Soy un convencido de que es a la inversa.
Tener dudas es, sin duda, la necesidad de no estar conforme y necesitado de más.
No tiene dudas el que va a enfrentarse a las olas desde el malecón.
Quien va a enfrentar las olas desde una tabla de surf, sin duda, posee esas dudas
que lo hacen subirse a ella y deslizarse por entre las olas.
El cristiano con dudas es el que se anima a mirar su vida e intenta asimilarla a la de
Jesús.
Padre Martín Ponce de León SDB