CUANDO UN AMIGO SE VA…
Estoy en Málaga predicando unos Ejercicios Espirituales
a las Carmelitas Descalzas, a mediodía recibo la noticia
de la muerte de Tomás, que ha sido muchos años
párroco de Almodóvar del Campo (Ciudad Real). Me ha
cogido de sorpresa, no esperaba que el deterioro que le
producía su enfermedad fuera tan rápido. “Algo se
muere en el alma cuando un amigo se va…”.
Con estas líneas quiero manifestar mi agradecimiento
por haberlo conocido, su amistad, el apoyo y ánimo que
siempre recibí de él.
Nos unía el cumpleaños. Yo nací el 25 de febrero y él el
26 del mismo mes. Fue ordenado sacerdote el 18 de
marzo y yo fui ordenado el mismo día pero varios años
después. Siempre nos felicitábamos para estas fechas.
Nos unía también el amor a la cultura. Nos
aconsejábamos libros que merecían la pena leerlos.
Comentábamos lecturas y acontecimientos de la Iglesia
y del mundo. ¡Daba gusto!
La última vez que estuve en Almodóvar lo encontré muy
deteriorado pero nunca pensé que era la última
despedida. Por eso cuando recibí la noticia de su
fallecimiento mi sorpresa fue grande. Hasta el punto que
tenía pensado mandarle desde Málaga un artículo que
había escrito para “Iglesia en Almodóvar”.
Siempre que llegaba a Almodóvar nos saludábamos con
un caluroso abrazo. La verdad es que cuando llegue a La
Mancha la próxima vez sentiré su ausencia. Pero la vida
es así, ausencias y presencias, tristezas y alegrías. Y en
medio de todo esto, el Señor.
Gracias por las huellas de Jesús que dejó entre nosotros.
Gracias por su palabra y sus gestos. Gracias por las
semillas de Evangelio que sembró en nuestro pueblo.
Gracias por el optimismo y la alegría que Dios derramó
en su existencia. Su historia y su vida guiaron e
iluminaron a mucha gente. Y como Jesús, el de Nazaret,
tuvo gente que no lo entendió. La vida es así. Tomás,
ahora sí que “estas a tope”. Un abrazo.
Lucio del Burgo