El colmo del cinismo
Asqueante, ignominioso.
Antonio Rodiles ha sido brutalmente golpeado por la policía política de la isla. Ante
tamaña ruindad, la periodista le pregunta al vocero de la Casa Blanca si a la
Administración de Obama no le importaba, en su acercamiento a Cuba, tanta
flagrante violación de los derechos humanos.
¡Respuesta!: “Ciertamente nos importa, sin dudas… De nuevo, siempre hablaremos
clara y sinceramente de preocupaciones sobre derechos humanos dondequiera que
las veamos, donde sea. Pero eso no va a cambiar la política de restauración de
relaciones diplomáticas con Cuba. De hecho, eso refuerza la necesidad de avanzar
en el restablecimiento de los vínculos diplomáticos con Cuba, porque abrir la
embajada, creemos, fortalecerá nuestra agenda de derechos humanos mediante la
apertura de canales de compromiso oficial a través del restablecimiento de esa
relación.”
A más tiranía, a más brutalidad, a más indignidad, más razones para
desvergonzadamente compartir la misma copa de sangre. ¿Es ingenuidad, estulticia
o maldad el expresar que conversando con un asesino empedernido, pervertido,
contumaz, se le convierte?
Golpea, tirano, clava una bota en su estómago endeble; la otra en su cráneo,
machácalo hasta que no quede pensar alguno entre sus sienes. El pecho no: déjalo
intacto, que quiero verle el corazón de bilis supurando. Y tú tranquilo: mis dádivas,
mi protección, bendiciones con tus infamias crecen.
No; ni se pre-ocupa, ni le importa, al reyecito de colores oscuros que vive en una
casa toda de nieves. Tampoco al cubano le preocupa: dolerle sí le duele: le
muele, le degrada, le escuece.
Ignominioso, asqueante.
Jorge Arrastia.