Confusiones y comportamientos
P. Fernando Pascual
11-7-2015
Hay quienes etiquetan algunas situaciones humanas bajo la categoría de la confusión. Luego deducen
que para esas situaciones no existirían reglas o criterios claros.
¿Un ejemplo? El tema de los impuestos. Si pensamos que la sociedad necesita gobernantes que
promuevan el bien común; si creemos que tal promoción exige fondos; si constatamos luego que esos
fondos no son usados correctamente...
Si, además, pésimas gestiones públicas llevan a un aumento de impuestos que entorpecen y dañan a las
personas y a la economía en general... entonces, ¿no hay mucha oscuridad a la hora de decidir si estos
impuestos sean o no sean justos?
Se podrían poner muchos otros ejemplos de temas envueltos en confusiones: respecto a lo que las leyes
declaran ser o no ser un matrimonio, o sobre el aborto, o sobre la reproducción artificial, o sobre planos
urbanísticos, o sobre los contratos laborales...
Desde la constatación de zonas enormes de oscuridad y confusión, es fácil concluir que no existe la
posibilidad de dar indicaciones claras sobre cómo comportarse.
Entonces, volviendo al tema de los impuestos, ¿hay que pagarlos o no? Es cierto que muchos dirán que
hay que pagarlos, por la sencilla razón de que en ese ámbito los Estados dejan pocos márgenes de
dudas: la policía puede llegar en cualquier momento al propio hogar...
Pero en otros ámbitos (y también en el de los impuestos) la conciencia queda en un estado de
perplejidad. No resulta nada fácil tomar decisiones, muchas de las cuales afectan a la vida de otros, ya
que vivimos en un mundo sumamente complejo.
A pesar de todas las confusiones, “naturales” o provocadas, cada ser humano necesita detenerse unos
momentos y reflexionar a fondo para encontrar respuestas clarificadoras. Los caminos para hacerlo son
varios, pero tienen siempre un elemento común: la confianza en nuestra razón y en la ayuda de
hombres y mujeres honestos. Desde esa confianza es posible razonar e ir a fondo para identificar cuáles
sean los comportamientos justos que debemos adoptar.
Para los creyentes en Cristo y miembros de la Iglesia católica, existe una ayuda magnífica: la que viene
de la Revelación, preservada y explicada por el Magisterio auténtico. En un mundo de tantas
confusiones, esa luz permite ver de modo más completo el panorama. Además, la acción de la gracia
en los corazones fortalece y capacita a las personas a la hora de tomar decisiones que, incluso, pueden
llegar a ser heroicas.
Vivimos, no podemos negarlo, en un mundo lleno de confusiones. En medio de tantos problemas y
dificultades, con la confianza puesta en Dios y bajo la guía del Papa y de los obispos fieles a Cristo,
podemos encontrar claridad y fuerza a la hora de decidir. Quizá alguna vez nos equivoquemos, pero
con buena voluntad y desde un corazón humilde, corregiremos el error, pediremos perdón y
volveremos, nuevamente, a la lucha de cada día.