Marc Chagall, tercera entrega
Padre Pedrojosé Ynaraja
Hace años recibí un e-mail solicitándome información sobre artistas ilustradores de
la Biblia. Contesté a la interesada lectora, que tener biblias de este tipo, suponía
ser coleccionista y, por ende, rico y yo de esto, nada de nada. Me contestó que no
se lo creía. Como insistía y me aclaró que se trataba de elaborar una tesis doctoral,
comprendí que si esto pretendía, ya eran palabras mayores, a las que uno debe
prestar mucha atención. Insistí que excepto las tan conocidas de Gustavo Doré, no
tenía otras, ella se empeñó en que, si tenía 560 ejemplares, no era posible que
unas cuantas no estuvieran ilustradas. No me hice el sordo y le insinué a Chagall.
Esta buena señora, que era una señora buena, como afirmaría Machado, era
licenciada en teología y filología y Chagall, como a tantos imbuidos de estudios y
conocimientos académicos, le parecía el pintor algo o muy extravagante.
Pero además de ser lista, la señora era inteligente y de espíritu juvenil, así que
paró mientes en el autor que le mencionaba y se puso manos a la obra. De
estudiosa inicial, se convirtió en entusiasta admiradora. Sus indagaciones e
inquietudes culminaron en la tesis doctoral premiada con la máxima puntuación. Ya
se sabe que las tesis son unos impresionantes tomazos difíciles de digerir. Repletos
de esquemas y gráficos. Deben ser así para que el tribunal lo acepte. He colaborado
en unas cuantas, desde una de tenor médico-histórico, al sociológico, pasando por
el de liturgia juvenil. Tengo, pues, experiencia y sé aceptarlo.
AMENO LIBRO
La autora posteriormente, ha tenido la buena ocurrencia de publicar lo mejor de su
contenido en un serio, pero ameno libro, que recomiendo a quien esté interesado
por Chagall, personaje y producción estética. Indico a continuación las señas del
volumen, para evitar ponerlo en antipáticas notas a pie de página. “Trasgresi￳n y
tradici￳n en la obra bíblica de Marc Chagall” / Esperanza Galindo Oca￱a /
Universidad de Sevilla. Secretariado de publicaciones.
La semana pasada me refería al contacto de Chagall con Raïsa Maritain, judía
convertida al Catolicismo y la “tropa” que Leon Bloy reunía a su alrededor.
Recomiendo al respecto su obra: Les grandes amitiés, (me parece que está
traducida al castellano), para entender la riqueza espiritual que se fraguó en este
entorno.
BIELORRUSIA
Chagall nació en 1887, en Bielorrusia, que él no separó nunca de Rusia. Profesó la
fe judía en un ambiente pietista al que nunca renunció, pero sin que tampoco sus
convicciones religiosas las viviera en el fundamentalismo. Formó parte de las
vanguardias rusas en el aspecto pictórico y participó, a su modo, de la Revolución
de 1917. En Francia tuvo contactos con el cubismo y los “fauve”, de los que se
distanció pronto. Es curioso que el museo del que hablaré después, en Niza, está a
200m del de Matisse y que en la iglesia de Nôtre-Dame-de-Toute-Grâce, en la Alta
Saboya, los dos tengan cerámicas. Las de Chagall en relieve y referidas a Moisés, el
paso del Mar Rojo, la de Matisse, esmaltada y plana, representando a santo
Domingo de Guzmán.
LA PASIÓN DEL PUEBLO JUDÍO
En el Cristo Crucificado ve Chagall una imagen simbólica de la pasión del pueblo
judío, de aquí su interés por representarlo y la fama que tiene su “Crucifixi￳n
blanca” (1938) tal vez estimulada, más que inspirada, por el Guernica de Picasso.
En 1915 se casó con Bella Rosenfeld, que fue el gran amor de su vida. Tuvo con
ella una hija. Posteriormente a la muerte de esta, volvió a casarse con Valentina
Brodskaya. Los últimos tiempos de su vida los pasó en el Sur de Francia, en la
Costa Azul. Allí levantó su Museo del Mensaje Bíblico, repito en Niza. Lo dejó en
herencia al Estado francés. Se trata de 17 grandes obras, a las que se le han
añadido posteriormente otras, no todas de tema bíblico. He de confesar que son las
que más veces he contemplado, allí o en exposiciones temporales de otros lugares.
CHAGALL ES ÚNICO
Recordando los detalles de su vida, su fe religiosa judía, su enamoramiento
apasionado, su sensualidad mística y sus conocimientos de la Sagrada Escritura,
asombrándose de la calidad de su paleta, de sus rojos vivos, azules y verdes sin
par, tal vez lo que a mí más me satisface. Reconociendo que arropado
históricamente en las corrientes pictóricas que señalaba antes, pero
independizándose de todas, Chagall es único. Vuelvo a lo que decía el otro día: con
buena iluminación, escuchando a Stravinski, y dejándose mecer por las imágenes,
goza uno de júbilo inmenso, que nos acerca a Dios, desde nuestra realidad
profundamente humana, erótica, sufriente y embebido del mensaje revelado
bíblico. La visita al museo de Niza, se convierte entonces en plática, meditación y
enseñanza religiosa.
P.D. Advierto que las reproducciones, sacadas a mano, sin trípode y con relativa
prisa, no pueden nunca pueden captar la luminosidad de los colores. Pero creo
mejor hacer esto que reproducir postales, por otra parte no autorizado. Informo
también que no he tenido tiempo de encuadrarlas. Los temas son de historia
bíblica, Pentateuco principalmente y del Cantar de los Cantares.