CARDO
Padre Pedrojosé Ynaraja
La palabra no se refiere específicamente a una planta determinada. Incluso a veces
se confunde, como por ejemplo cuando se habla de abrojos, prácticamente lo
mismo, o a espinas, que hay que reconocer que son más bien arbustos. En general
los cardos no tienen utilidad alguna, son molestas e hirientes. Tampoco destacan
por belleza. Dicho todo esto, hay que reconocerle algunas excepciones. El Cynara
cardunculus, en lenguaje culinario simplemente cardo, es rico manjar.
Antiguamente formaba parte del menú de Navidad y mi madre se dedicaba con
detenimiento a su preparación, en la víspera de aquella fecha. Era verdura cara y
de gusto peculiar, pero la escogida para la mesa de Nochebuena en muchos
hogares. La planta se parece mucho a la alcachofa, pero así como en este caso se
comen los capullos, en el otro lo comestible son sus largos tallos. No creo que el
mundo bíblico lo conociera.
Otro cardo útil es el cynara humilis. Abunda por los terrenos no cultivados, es como
todos, desagradable a la vista y a las piernas, que sufren sus pinchazos cuando uno
atraviesa campos no cultivados. La flor de color rojo es llamativa, pero dotada
también de finas agujas. La cualidad de esta flor es que es capaz de cuajar la leche.
Para una cultura beduina, es fundamental el ganado bovino. Se aprovecha de su
piel y de su carne, cuando el animal es adulto y lo sacrifica, pero diariamente, lo
que le beneficia de las vacas es su leche. Este producto es un coloide, que conserva
esta cualidad con cierta dificultad. Cualquier variación de su ph la desequilibra. Un
procedimiento para obtener un subproducto útil, capaz de conservarse más tiempo,
es romper esta estabilidad, añadiéndole el cuajo animal, cuarto estómago de los
rumiantes. Parece que este producto estuvo en los orígenes, pero el pastor no se
podía permitir el lujo de matar un animal cada vez que quisiera tener leche
cuajada. Sin tener los 5.000 años que se atribuyen al que procedía de estos bichos,
el cardo facilitaba el cambio, sin perjudicar su economía. La elaboración de
requesones y quesos artesanales, continua aun hoy en día haciéndose con nuestro
humilde y antipático cardo.
Es curioso recordar que el velcro, tiene su origen en la capacidad de observación y
análisis del ingeniero suizo George Mestral. Estaba el buen hombre harto de que en
sus correrías por los prados, se le pegaran a los pantalones tantos trozos
terminales de ciertas plantas, que quiso observar a qué era debido. Fijándose en el
insoportable y feo cardo alpino (lo conozco desde pequeño y mi antipatía viene ya
de entonces. Nunca hubiera podido imaginar que fuera el origen de tan difundido
cierre).
Observo que he dedicado más líneas a beneficios del cardo, que a situar su molesta
realidad en la imaginación popular, que es en la que lo sitúa la Biblia, donde
aparece nueve veces.
2Cro.25, 18 “Pero Joás, rey de Israel, mandó decir a Amasías, rey de Judá: « El
cardo del Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: Dame tu hija para mujer de mi
hijo. Pero las bestias salvajes del Líbano pasaron y pisotearon el cardo. Tú te dices:
"He derrotado a Edom." Por eso te lleva tu corazón a jactarte. Sé glorioso, pero
quédate ahora en tu casa.
2Re 14,9 “Joás, rey de Israel, mandó a decir a Amasías, rey de Judá: « El cardo del
Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: Dame tu hija para mujer de mi hijo; pero
las bestias salvajes del Líbano pasaron y pisotearon el cardo”.
Mi 7,4. “Su bondad es como cardo, peor que un zarzal su rectitud. ¡El día de tus
centinelas, tu visita ha llegado! ¡Ahora será su consternación!”
Isaías 34,13 “En sus alcázares crecerán espinos, ortigas y cardos en sus fortalezas;
será morada de chacales y dominio de avestruces.
Jueces 8,7 “Gedeón les respondió: « Bien; cuando Yahveh haya entregado en mis
manos a Zébaj y a Salmunná, os desgarraré las carnes con espinas del desierto y
con cardos»
Jueces 8,16 Tomó entonces a los ancianos de la ciudad y cogiendo espinas del
desierto y cardos, desgarró a los hombres de Sukkot.
Jeremías 4,3. Porque así dice Yahveh al hombre de Judá y a Jerusalén: - Cultivad el
barbecho y no sembréis sobre cardos.
Proverbios 24,31… y estaba todo invadido de ortigas, los cardos cubrían el suelo, la
cerca de piedras estaba derruida.
Para proclamar las cualidades de su enamorada, el Cantar dice elocuentemente:
“Como el lirio entre los cardos, así mi amada entre las mozas” (2,2).