Hacia una tierra nueva
Cuidar nuestra casa (y 12)
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Para terminar la Encíclica, y terminando también la serie de
estos artículos al respecto, el Papa Francisco recuerda que toda la
creación, incluyéndonos, se encuentra en camino hacia su plenitud,
a la vida eterna: “Al final nos encontraremos cara a cara frente a la
infinita belleza de Dios… será un asombro compartido, donde cada
criatura, luminosamente transformada, ocupará su lugar y tendrá
algo que aportar a los demás” (n. 243).
El libro del Apocalipsis nos habla de que al final de los tiempos
habrá “un cielo y una tierra nueva” en que habitará la justicia. No
deja de ser un misterio cómo serán transformadas, pero como dice
nuestro Se￱or: “Yo hago nuevas todas las cosas”. San Pablo, a su
vez, afirma que toda la Creación está esperando la manifestación de
los hijos de Dios cuando sea liberada de la corrupción para
participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom 8, 21).
Alguien que no sólo ya llegó a esa vida eterna, sino que su
cuerpo ya fue glorificado, señala el Papa, es la Santísima Virgen
María: “Ella vive con Jesús completamente transfigurada, y todas las
criaturas cantan su belleza… elevada al Cielo es Reina de todo lo
creado... En su cuerpo glorificado, junto con Cristo resucitado, parte
de la creación alcanzó toda la plenitud de su hermosura” (n. 241).
2) Para pensar
Ante la pregunta que le hicieron al Papa Francisco sobre la
misión de la Virgen María en la renovación de la Iglesia, contestó
que sólo María sabe transformar una cueva de animales en la casa
de Jesús con unos pocos trapos y un montón de ternura.
Y contó una anécdota que le causó mucha tristeza. Un
matrimonio de Bélgica, en que ambos eran teólogos, lo invitaron a
cenar. Y en un momento determinado le dijeron: “Nosotros
conociendo a Jesús, ya no necesitamos de María. Por eso no
tenemos devoci￳n mariana”. Dice el Papa que se qued￳ helado. Le
causó tristeza ver cómo el demonio hace creer eso. Pues no se
puede amar verdaderamente a Jesús, sin amar a su Madre: “Es
Madre porque engendra a Jesús y nos ayuda con la fuerza del
Espíritu Santo a que Jesús nazca y crezca en nosotros… No tenemos
derecho a tener psicología de ‘huérfanos’, tenemos Madre”.
Concluía el Papa recordando a un anciano predicador que con
mucha “chispa”, hablando con estos de la psicología de huérfanos
termin￳ su serm￳n diciendo: “¡Bueno, el que no quiera a María
como Madre la va a tener como suegra!”.
3) Para vivir
Efectivamente, la Virgen María ya alcanzó la plenitud en el
Cielo a la que todos estamos también llamados. Ella nos señala el
camino y nos guía hacia su hijo. Para ello hay que estar en gracia.
San Juan Pablo II, en su libro “Don y Misterio”, recordaba que él
experimentó, como muchos, que el amor a la Virgen María le hacía
crecer en el amor a Jesús. Pero también experimentó lo contrario,
es decir, que amando más a Jesús, Jesús mismo le llevaba a amar
más a la Virgen María. Es natural que así sea, pues cuando se ama
a alguien, se ama lo que esa persona ama. No hay conflicto ni
temor de amar cada vez más a la Virgen. Ella se encarga de que
crezca siempre nuestro amor a Dios.
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