La vuelta al colegio
Ángel Gutiérrez Sanz .-
Las vacaciones han tocado a su fin y hay que comenzar un nuevo curso
escolar con las incertidumbres e interrogantes sobre educación que se está
volviendo cada vez más problemática; por ello no está de más que
dediquemos unos minutos a reflexionar sobre ella. De un tiempo a esta
parte el vuelco ha sido espectacular; no en cuanto al concepto sobre
educación que continua siendo el mismo de lo que siempre fue desde
tiempos de Sócrates, sino en cuanto a la realidad educativa; por eso de lo
que hoy quiero hablar no es tanto del deber ser del arte de educar que
quedó bien definido ya por los clásicos, sino de la realidad fáctica educativa
en cuanto fenómeno característico de nuestro tiempo.
Sabido es que la educación responde a las exigencias y aspiraciones de la
sociedad en que se vive y está bien claro cuales son las de la nuestra.
Si hubo un tiempo en que se educaba en términos de humanismo
pensando en mejorar a las personas, hoy en cambio las cosas son de otra
manera y se educada pensando en triunfar en la vida, como corresponde a
una sociedad competitiva. Si antes lo que se buscaba era el "homo probus"
frente al " homo deprabatus" y lo que verdaderamente importaba era llegar
a ser un hombre cabal , porque para esto se iba a la escuela, ni más ni
menos que para hacerse un hombre hecho y derecho; hoy en cambio a la
escuela se va a aprender aquello que resulta útil para la vida .
Si antes la educación iba encaminada a la persona hoy en cambio se educa
pensando en el individuo y en su porvenir inmediato . Todo ello quiere decir
que la educación de ser un arte que nos ayudaba al "bien vivir" ha
pasado a ser un aprendizaje pensado para "vivir bien" . Que son dos
cosas bastante diferentes. Los padres al mandar a sus hijos a la escuela
están pensando sobre todo, que allí recibirán lo que necesitan para poder
afrontar la vida con garantía de éxito y así competir por ese puesto de
trabajo que ellos tal vez no pudieron conseguir . En el fondo esto es lo que
quieren y con lo que se conforman y precisamente esto es lo que los
gobiernos de forma interesada les ofrecen.
Como consecuencia de todo ello han ido desapareciendo del marco
curricular aquellas disciplinas que formaban parte de los saberes
humanistas o cuando menos se les ha ido restando tiempo e importancia
para dárselo a otro tipo de saberes técnicos y más en consonancia con las
aspiraciones culturales de nuestro tiempo, hasta llegar a una situación
deplorable que se ha ido asumiendo con toda normalidad . H oy nadie se
siente avergonzado por ignorar las culturas clásicas, ni se
abochorna por el analfabetismo religioso , ni echa de menos una sólida
formación ética o filosófica, en cambio sí lo estaría por desconocer los
últimos descubrimientos de la técnica, por no saber los últimos avances de
la bilogía, o no dominar tal o cual programa informático. Parecerá mentira
pero sucedió hace bien poco; una chica según se ha podido saber,
abandonó a su novio por no ser usuario del whatsApp. Este hecho es lo
suficientemente revelador para darnos cuenta de lo que está pasando .
La realidad educativa se ha desentendido de todas las aspiraciones
profundas del ser humano y se ha vuelto formalmente utilitarista, en
mutua correspondencia con una sociedad pragmática y materialista, donde
la subversión axiológica ha hecho que entre la honradez y el dinero lo
segundo sea lo primero . ¿Cómo va a poderse educar en valores
trascendentales si se comienza por negar ontologicidad a la Verdad y al
Bien con mayúscula? ¿ Cómo se va tomar en serio el desarrollo integral de
la persona cuando ésta no pasa de ser un concepto evanescente? ¿ Qué
podemos esperar de la educación después de haberla desvinculado de la
antropología filosófica? En realidad no es de educación de lo que estaríamos
hablando sino de una mera instrucción más o menos eficaz en orden a
conseguir profesionales competentes; pero nada más . Hemos llegado así a
lo que pretendían los pedagogos iconoclastas de finales de siglo, que no se
cansaban de decir que la mejor educación es la que no existe.
Mucho se ha hablado y se sigue hablando de educación; pero la verdad es
que la educación en su sentido más genuino brilla por su ausencia. Ni los
colegios son ya centros de formación, ni los padres son ya esos
educadores de los hijos que por derecho propio les correspondería
ser y seguramente sea esto lo más lamentable del caso, si bien hasta cierto
punto resulta comprensible, si tenemos en cuenta la falta de tiempo por
razones laborales o el miedo a todo intervencionismo que viene operando
desde la revolución cultural de Mayo del 68, cuyo lema era "vive y deja
vivir", a lo que habría que añadir la intoxicación en los últimos años de las
Pedagogías Negativas, demonizando la intromisión de los padres en la vida
de los hijos y predicando a los cuatro vientos que hay que respetar la
espontaneidad del educando, dejándole actuar y decidir por sí mismo para
que así pueda crecer sin traumas ni complejos.
Es por esto que los padres se resisten a ejercer su autoridad y se
conforman con ser cariñosos, buenos proveedores que se sacrifican al
máximo para que a sus hijos no les falte de nada y sobre todo son bastante
consentidores; en cambio se les acusa de cierta dejación en cuanto a las
responsabilidades educativas, como si en este cometido no tuvieran nada
que ofrecer a sus hijos .
Hoy como nunca resulta difícil ser padre y educador a la vez . En los
tiempos que corren es más fácil ser amigo de los hijos; pero dudo mucho
que esto sea suficiente. Quien esté dispuesto a ver la realidad sin prejuicios
se dará cuenta de lo necesaria que es la ayuda paterna y materna, en la
forma de una oportuna corrección o intervención cuando la situación lo
requiera. Es la propia experiencia la que nos enseña diariamente que hemos
nacido para ser educados, a menos que renunciemos a ser hombres . La
educación en cuanto tarea ligada a nuestra condición humana es lo mejor
que los padres pueden dejar en herencia a los hijos y si ellos se
desentienden alguien lo hará en su lugar con menos garantías.
No es cierto que la reprensión puede hacer daño al niño , al contrario,
hace la función de barreras protectoras de un personalidad incipiente que es
incapaz de prever los peligros. Los padres debieran ser los primeros en
saber que ese niño caprichoso a quien todo se le consiente, cuando sea
mayor les echará en cara haberle dejado crecer sin el adiestramiento
necesario para poder afrontar las dificultades de la vida. Los padres han de
comenzar a comprender que se les ha querido meter gato por liebre y no
pueden seguir por más tiempo confundiendo autoridad con autoritarismo,
disciplina con coerción , comprensión con claudicación, tolerancia con
omnipermisividad . Ojalá que "la vuelta al cole" sea también la vuelta a las
esencias educativas en su sentido más pleno
Autor del libro "La educación en su dimensión humana"