¿Cómo vivimos el domingo?
Cuidar nuestra casa (10)
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Al tratar de la relación del hombre con todo aquello que lo
rodea, el Papa Francisco señala que es preciso que el hombre
restablezca la unidad perdida por el pecado. Una visión profunda de
la ecología ha de restablecer esa unidad rota. ¿Cómo lograrlo?
Mediante la Santa Misa, afirma el Papa. Por eso participar en la
Eucaristía el domingo tiene una importancia tan especial. Se nos
ofrece como día de la sanación de las relaciones del ser humano con
Dios, consigo mismo, con los demás y con el mundo.
Si el pecado provocó la ruptura, con la Santa Misa se eliminan
las divisiones. Al comulgar el Cuerpo de Cristo, se establece una
profunda “comunión”. Por eso se llama con ese nombre, porque
“comunión” es establecer una “común unión”. Una unidad con Dios,
pero también con los demás al estar en la “Comunión de los
santos”, que es la unidad que se da entre todos los bautizados
unidos a Cristo por la gracia de Dios. Por eso sólo podamos
acercarnos a comulgar si nuestra alma está en gracia, si está en
comunión con Cristo. De no estarlo, Dios ha establecido el
sacramento de la confesión para recuperarla.
2) Para pensar
Cuenta un obispo polaco, Mons. Majdanski, que durante la
Segunda Guerra Mundial conoció a un diácono, llamado Karl, en los
campos de concentración. Karl tenía tuberculosis, enfermedad que
en aquella época era incurable. En la cárcel estaba también un
obispo francés quien quiso ordenarlo, sabiendo que el diácono
moriría irremediablemente. Una vez ordenado, Karl se dispuso para
celebrar su primera Misa, y la última, pues estaba por morir. Lo hizo
en la fiesta de San Esteban, el 26 de diciembre de 1944.
Karl cuidó todos los detalles, se preparó con mucha emoción y
atención, con oración y sacrificio, ofreciendo su enfermedad y su
vida. La celebró con la mayor devoción posible, recitando cada
palabra, como saboreándola. Era su única Misa celebrada y quiso
aprovecharla al máximo.
El obispo Mons. Majdanski, que relató este suceso, en ese
entonces era un seminarista. Comenta que nunca olvidó esa misa.
Recuerda que al sacerdote “tenaz y devoto, era la viva imagen de
las palabras de San Pablo: Trabaja conmigo como un buen soldado
de Cristo Jesús”.
Cabría pensar cómo sería nuestra participación en una Santa
Misa si supiéramos que iba a ser la última de nuestra vida.
Seguramente podríamos prepararnos un poco más y estar más
atentos.
3) Para vivir
El domingo es un día profundamente espiritual: es llamado día
del Señor porque es el día cuando el Señor subió victorioso junto al
Padre. Ese día anuncia el descanso eterno del hombre en Dios. La
espiritualidad cristiana incorpora el valor del descanso y de la fiesta.
El peligro, señala el Papa Francisco es olvidar el sentido del domingo
y reducirlo a obras infecundas e innecesarias, a un mero no hacer
nada.
Es un día de comunión que nos cuida de un activismo vació
donde se hacen muchas cosas pero sin el sentido de unión con Dios
y con los demás. Ese día nos recuerda que no solo hemos de buscar
el beneficio personal.
Si lo cuidamos, el domingo, cuyo centro es la Eucaristía,
derramará su luz sobre la semana entera y nos motivará al cuidado
de la naturaleza y de los demás.