ANIMALES DOMÉSTICOS: EL GATO
Padre Pedrojosé Ynaraja
Con este animal me ha pasado algo semejante a lo que me ocurrió con el perro.
Empecé a escribir sobre el can llamándole animal doméstico, para acabar
refiriéndome a él exclusivamente como compañero de viaje o de pastores y por lo
demás, simple bicho callejero. Dicho todo esto en el ámbito bíblico.
Algo semejante me ha pasado con el gato. Durante bastante tiempo venía diciendo
que, incomprensiblemente, no se le mencionaba en la Biblia. Incomprensiblemente
para mí, que había visto momias egipcias de gato en un museo y la cultura del
antiguo Israel dependía en gran manera de costumbres del Egipto faraónico, donde
permaneció durante bastantes años. Cuando estaba convencido de lo dicho,
consulto otras traducciones y me encuentro que a los gatos, en plural, se les
menciona en dos ocasiones. Evidentemente, corrijo mi discurso. Ahora bien, antes
de redactar el presente, consulto diccionarios enciclopédicos de categoría y leo que
no es segura la existencia del gato doméstico en la vida rural hebrea. Que el animal
al que se refiere el texto masorético, seguramente es uno de vida salvaje.
(Debe haberle ocurrido como a nuestra jineta. Propia de tierras africanas y salvaje,
amaestrada por romanos, o más probablemente por árabes, llegó a la península
con ellos con estas invasiones. Alejados ellos, el animal vuelve a asilvestrarse y así
perdura hoy todavía entre nosotros)
Lo curioso del caso es que en el texto de Isaías (34,14) se menciona a un personaje
del que hace tiempo quería hablar y no sabía cómo incluirlo. Dice el texto: Los
gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí
reposará Lilit y en él encontrará descanso… Recordando aquella expresión típica:
“Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid…” o la más chusca del
predicador que dijo un día: “San José era carpintero, los carpinteros hacen
confesonarios, hablemos, pues, de la confesión”. Algo así, me mueve a redactar lo
que viene a continuación.
Lilit es un personaje propio de la cultura mesopotámica. En la de Israel, se incluye
más como legendario, que como ser real. Algo así como nuestros fantasmas, o la
brujas, que no existen, pero que haberlas, haylas. Cuenta el mito que Dios creó a la
pareja humana, en masculino y femenino, a un tiempo, en esto es parejo el texto
de Ge 1,27. El varón se llamaba Adán, Lilit la mujer. Ambos de idéntica categoría.
Pronto se reveló esta ante el dominio injusto al que quería someterla Adán y huyó
al sur, al Mar Rojo, juntándose con demonios y confabulando con ellos, para odiar
en el futuro a todo el género humano. Posteriormente, de la costilla de Adán creó
Dios a Eva, de acuerdo con Ge 2,4 y ss.
No se olvide que escribo refiriéndome a leyendas, no a hechos históricos en los que
yo crea. Lilit o Lilith, de las dos maneras veo escrito el nombre, es un personaje
complejo. Es eminentemente femenino, voluptuoso, sensual, bello y algo exótico,
larga cabellera rubia y rizada, es un ejemplo de ello. Desnudo integral, por
supuesto, serán así sus representaciones, tanto en épocas mesopotámicas, como
en sucesivos siglos hasta los recientes. Erótico es el mito y revestido de
perversidad. Sexual, más que fecunda, aunque la fábula no sea ajena a ella.
A Israel le llegó la saga, procedente de su estancia en Babilonia y se conservó
integra. Se me ocurre pensar que ocurrió algo así como lo que pasa entre nosotros,
con el monstruo del lago Ness. Meterme ahora en detalles, supondría caer en lo
obsceno. Evito, pues, detenerme en pormenores de esta índole.