ASNO, ANIMAL DOMÉSTICO (II)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Historia morbosa, con el borrico de comparsa. La frase que antecede me recuerda a
una buena señora argentina, que dicho sea de paso era una señora buena, que me
decía un día en Jerusalén, que a sus hijas les tenía prohibido leer la Biblia, porque
contenía historias indecentes. Y conste que una de ellas era la empresaria de la
agencia que le había organizado su viaje. Estoy seguro de que nuestra denostada
Inquisición, de la que se habla tanto, no sabiendo de ella, me hubiera procesado a
mí por explicar en román paladino, el relato que aparece en el libro de los Jueces,
en los capítulos 19 al 21.
Ahora, inmediatamente antes de ponerme a redactar he decidido leer de nuevo el
relato que conocía bien desde hace años, pero, asombrado he visto que lo que
quería contar ocupa 15 páginas del ejemplar de la Biblia que he tomado. Algo
semejante ocurrirá en otras ediciones. Imposible que un resumen quepa en este
espacio. Me limitaré a ofrecer el esquema y donde el texto pone el acento del
crimen de Loma, que así se llamaba la población donde se cometió el delito.
Advierto también que ante tan largo relato, el asno animal del que vengo hablando
no llega a ser comparsa, como lo había llamado yo.
Al grano. Un levita tenía una concubina, algo más debía ser cuando más tarde la
llama su mujer. La tal compañera le fue infiel y huyó a casa de su padre. El
inocente siervo del Templo se propuso recuperarla. Que conste que en el versículo
3 del capítulo 19 se dice que marchó con un criado y dos burros, que en esto no he
errado.
Al llegar al domicilio, el texto llama suegro al padre de la fugitiva, de aquí que
dijera yo que algo más que simple pareja era tal mujer. Los dos hombres y los dos
burros fueron muy bien recibidos y alojados y dado que la hospitalidad genera
amor, permanecen en la casa unos cuantos días. Finalmente se despegan del
anfitrión proponiéndose volver al domicilio. Vuelve el texto a recordar que el levita,
la mujer y el criado iban acompañados de sus dos borricos (versículo 10).
De paso les tocaba la aldea extranjera de Jebús, la que con el tiempo se llamaría
Jerusalén. La esquivaron y se acercaron a Loma, que les pareció pueblo tranquilo.
Pero, aquí fue Troya, que diría Don Quijote. La población les negó asilo. Eran
emigrantes, pensarían como tantos entre nosotros, y no los acogemos. Se
quedaron en la plaza. Al llegar la noche, un buen viejo que era bastante viejo
bueno, no del todo, les ofreció su casa.
Los malvados pueblerinos rodearon el domicilio exigiendo atrapar al levita para
aprovecharse de él. El buen viejo, que no era tan bueno, les ofreció a su hija para
que hicieran con ella lo que quisieran, pero un huésped merecía pernoctar en su
casa sin sufrir afrentas. Al final les entregaron a la mujer y con ella hicieron lo que
quisieron, llámesele abusos, violaciones y otros maltratos. No pudo escapar de la
injusta situación y, cuando la abandonaron en la puerta del domicilio paterno,
donde se alojaba el compañero, cayó muerta. Al amanecer la encontró el levita.
Dice que cargó el cuerpo sobre el burro (vers. 28) y se volvió a su casa. Allí
descuartizó el cadáver y envió cada fragmento al territorio de una tribu de Israel,
exigiendo justicia al canto.
Se reunió el consejo y deliberó. Se había violado la hospitalidad, virtud fundamental
semita y se había violado y maltratado a una mujer del pueblo. Se trataba, pues,
de un gran delito, no podía quedar impune la gente de Loma…
Lo abandono, por hoy. Quedan dos posibilidades. Una es que cada lector interesado
acuda a su ejemplar de la Biblia. La otra, que yo acabe el relato la próxima
semana.
Me parece que por mi parte, elegiré la segunda idea. Ya lo veremos.
3.- Reportaje en torno a mí mismo (realizaciones menores)
Por Pedrojosé Ynaraja
El lugar de telonero que ocupo en esta sección de betania.es, me permite
dedicarme a realizaciones de menor cuantía, sin que por supuesto su contenido lo
sea. Tengo la impresión de que a las autoridades católicas les interesa más la
administración de los sacramentos, sea como sea, y a quien sea, que la
evangelización. Que no falten misas, de acuerdo con unos horarios mantenidos
desde antiguo, ni ceremonias de matrimonio canónico, sin preguntarse si es esta la
fundamental necesidad de una comunidad que los sociólogos califican ya como post
cristiana.
EL BAUTISMO
Me preocupa mucho la falta de Fe personal, cuando se celebran los sacramentos.
Me detendré un momento en ello. El bautismo es el inicio de la vida cristiana. La
primera incorporación, común unión, del fiel con Cristo. De la importancia que la
comunidad daba al acto nos quedan dos géneros de testimonios. En primer lugar
los ámbitos dedicados exclusivamente a la celebración litúrgica. Estoy recordando
ahora los baptisterios de Nazaret, Pisa, Florencia, Egara… entre otros. Preciosas
realizaciones, escalones de mosaico dorado en unos, solemnes edificios separados
en otros.
En los casos más modestos, en las iglesias parroquiales por las que fui pasando
durante mi infancia y juventud, se trataba de un recinto con una puerta que daba al
exterior, en el centro del recinto la pila bautismal, se conservan todavía enormes
cuencos de piedra para el bautismo por inmersión, aunque no se practicase tal
forma de administración y de la que hablaré luego, y otra puerta que daba a la
iglesia. Entraba un pagano por una, hecho cristiano en el interior, se incorporaba a
la comunidad cruzando la otra puerta.
La renovación litúrgica posterior al Vaticano II, situó al sacramento en el lugar
central de toda celebración cristiana: la eucarística dominical y, entre estas, la
solemne Vigilia Pascual, era el momento más idóneo. Se reinstauro también la
acertada manera del bautismo por inmersión, que la Iglesia latina había
abandonado. No así las Orientales.
La más antigua pedagogía religiosa cristiana, la inicial, la de los tiempos apostólicos
y post apostólicos, se albergaba en la liturgia. Conocemos textos preciosos de las
llamadas “catequesis mistagógicas”. Creo que las más famosas son las de San
Cirilo, obispo de Jerusalén, o las de San Juan Crisóstomo.
COMPROBAR LA FE
Lamentablemente, hoy en día, se admite con facilidad al bautismo a cualquier niño,
sin que se compruebe o estimule, la Fe de la familia o de la Comunidad, que se
compromete, cuando se solicita el rito sacramental. Implícitamente, tal vez
pensándolo a escondidas, se sabe que el bautizo resulta ser una buena excusa para
invitar a una fiesta de presentación de la criatura a los familiares y amigos, con el
consiguiente banquete, que nunca falta. Aprovecho la ocasión para señalar que con
frecuencia, se dificulta la iniciativa de sacar fotografías durante la celebración
sagrada, cosa que, cuando acudan al restaurante, nadie les impedirá. Al niño, ya
crecido, solo le quedarán los reportajes del refrigerio. El documento gráfico del
convite a nadie compromete. No le quedará memoria plástica del sacramento que
incorpora a Cristo, comprometiéndole en su muerte, sepultura y resurrección. Y
aportándole para siempre, la posibilidad de vivir esperanzado
PILA BAUTISMAL APROPIADA
Me propuse desde el principio de la posibilidad de este modo, celebrarlo así. La
dificultad “técnica”, la de tener una pila bautismal apropiada, la resolví con
facilidad. Lo fundamental, el recipiente, pude hacérmelo en una mañana. Diré que
se trata de un tronco de pirámide invertido. Para que se entienda mejor, lo
explicaré con algún detalle. Escogí paneles de conglomerado compacto,
habitualmente, entre nosotros, llamamos novopan, novopanel o DM, (aunque sean
estos los nombre comerciales de determinados aglomerados). Como es mi norma, y
por ser la figura más común en la tradición cristiana, dibujé un octógono. Cada uno
de sus lados fue la medida menor de los ocho trapecios que marqué y corté. No
faltaba más que juntarlos entre sí. Aunque parezca demasiado elemental el
proceso, recurrí a empapar las paredes exteriores de la pila, con cola blanca y
aplicar a continuación tela fuerte de sábana. En pocas horas se secó y tuve el
conjunto preparado y a punto de acabarlo. Faltaba darle consistencia y
estanqueidad. Recubrimos el interior con fibra de vidrio y poliéster, que endureció
en algo más de 24 horas.
Nuestro amigo, Jaime Sau Amagat, el de la iglesia de San Camilo, decoró con
simples símbolos, cada una de las facetas laterales. En el interior caben 195 litros
de agua. Se calientan fácilmente a la temperatura adecuada, sumergiendo una
resistencia eléctrica en la masa de agua. En unas cuantas horas se consigue la
temperatura adecuada. En crudo invierno toda la noche, en verano bastante menos
tiempo.
El volumen permite, evidentemente, sumergir a un bebé, pero he bautizado
también a algún chico o chica de nueve años. En este caso indiscutiblemente, en
bañador. Si por la Gracia de Dios, un día acudiera un adulto, imagino que le
invitaría a bautizarse en la corriente de agua que pasa al lado de la iglesia
parroquial, tal como sugiere el ritual vigente.
LOS PADRES
Previamente me he encontrado con los padres, Acabada la proclamación de la
Palabra, hemos bendecido el agua y realizado todos los ritos acompañados de la
“catequesis mistagógica” de la que antes hablaba. Las fotografías más que
permitidas, son exigidas. Es el “acta notarial” que le recordará el sublime momento,
cuando llegue su preparación para comulgar.
CAMBIO DE TERCIO
El recinto cristiano tiene tres espacios fundamentales. La silla presidencial, que no
es un trono, el ambón y la mesa eucarística. El ambón no es un atril elevado, es un
lugar, un espacio, destacado. El que aparece en la ilustración, creo que será una
clara descripción visual. Pensé mucho las características que debía reunir, para que
permitiera que el plano superior permitiese que las dos posiciones fueran estables.
Era cuestión de que el centro de gravedad estuviese desplazado del centro en las
dos.
Una Biblia de tamaño grande ocupa un plano casi vertical. Así está siempre que no
cumple ninguna función litúrgica. Cuando llega el momento de la proclamación de
la Palabra, se la sustituye por el leccionario y queda el plano casi horizontal, sin que
deba ajustarse ningún tornillo que, a la postre, en los momentos importantes se
deteriora, por haberse pasado de rosca.
LOS CÁLICES
Acabo sugiriendo la fabricación de sencillos, baratos y dignos cálices. Son
recipientes de acero inoxidable muy aptos para casos en que por incompatibilidad,
léase celíaco, se debe de tener un cáliz exclusivo o para misas en la cima de una
montaña en las que el peso debe ser liviano. Obsérvese que se trata de dos simples
recipientes que se encuentran en el comercio, destinados a contener flanes o
dulces. Que el fabricante piense en estos menesteres supone que su precio es
irrisorio, pero el material continuará siendo digno, carente de fragilidad, de
cuarteamiento e higiénico. Una soldadura y la bendición litúrgica le otorgarán la
categoría necesaria para tan excelsa finalidad.
La otra ilustración corresponde a un Via-Crucis que me encargaron, para un
pequeño oratorio de una comunidad religiosa, y la estantería que permitiría
contener los libros de rezo y los folletos con canciones etc.