¿Es moderno rezar el Rosario?
P. Adolfo Güémez, L.C.
Al inicio de este mes tuve una experiencia muy bonita.
No te voy a contar una gran conversión, ni tampoco los últimos momentos de la vida de un
pecador arrepentido. Fue mucho más simple que eso. Pero no por ello menos profunda.
Como saben, octubre es el mes dedicado para honrar a María con el rezo del Santo Rosario.
Y a raíz de esto, la coordinadora del colegio donde soy capellán, me dijo que íbamos a
tener el rezo de esta oración mariana con cada grado del preescolar. Además, los alumnos
iban a ofrecerle flores a la Virgen.
Y así fue. Curso por curso, todos nos reunimos en la capilla. ¡Se pueden imaginar el
espectáculo! Niños desde 3 años, llevando cada uno flores, y ofreciendo cada misterio del
Rosario por una intención especial.
Aquí se cumplió lo que dice la Sagrada Escritura: de la boca de los niños de pecho has
sacado una alabanza . Claro que no dejan de ser niños. Claro que se distraían. Claro que
estaban inquietos. Pero mucho más que eso, se notaba que estaban ahí para darle a María un
beso y un abrazo.
Todo el mes de octubre lo dedica la Iglesia al Rosario. Ésta, es una oración muy especial.
Que no consiste simplemente en la repetición de Padrenuestros y Avemarías. Sino en elevar
nuestro corazón hasta el mismo cielo, donde la Virgen se encuentra.
Su historia data de muchos siglos atrás.
La palabra «rosario» significa «corona de rosas». En la antigüedad, los romanos y los
griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como
símbolo del ofrecimiento de sus corazones.
En aquella época, imitando esa tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al
martirio por los romanos, se vestían con sus mejores ropas, y adornaban su cabeza con
rosas ¡pues iban a encontrarse pronto con Dios! Por la noche, los cristianos recogían sus
coronas y por cada rosa, decían una oración o un salmo por el alma de la mártir.
Con el pasar de tiempo, en los monasterios se rezaban los 150 salmos de la Biblia. Pero
como los laicos no tenían el mismo tiempo que los monjes para orar, además de que
muchos de ellos no sabían leer, la Iglesia les invitó a sustituir los 150 salmos por 150
Avemarías, divididas en quince decenas. A este «rosario corto» se le llamó «el salterio de la
Virgen».
Pero su popularización no fue sino hasta finales del siglo XII, cuando Santo Domingo de
Guzmán, ante los abusos y herejías que en esa época comenzaron a surgir, invitó a toda la
cristiandad a utilizar el Rosario como el arma más eficaz para vencerlos.
A partir de ese momento, esta hermosa oración ha gozado del aprecio y devoción del
pueblo cristiano.
Sus frutos son muy numerosos, entre ellos:
· Nos ayuda a enamorarnos de Cristo a través de la persona humana que lo conoció más de
cerca: la Santísima Virgen María.
· Aprendemos también a amar a la Virgen, porque en cada misterio compartimos con ella
sus alegrías y sus dolores. Y así, nos recuerda que la verdadera devoción a la Virgen
consiste en imitar sus virtudes.
· Practicamos la oración constante, pedimos intercesión por nuestras necesidades y nos une
a todos los demás cristianos que lo rezan por todo el mundo.
· Nos lleva a repasar la vida de Cristo, su Misterio y su obra redentora. Y así, nos ayuda a
tenerlo siempre presente.
En fin, el Rosario es la oración más hermosa que un hijo puede dirigir a su Madre, la
Santísima Virgen. ¡No dejemos que se quede sólo en unas bonitas piedras! Hagámoslo vida
a través de la oración.
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