Santa y Mujer de la Raza Hispana
Ángel Gutiérrez Sanz. ( Autor del libro “ Ser mujer en un mundo de
hombres ”)
Teresa de Ávila fue una santa excepcional, a la vez que mujer ejemplar;
de no haber sido lo primero seguramente, también hubiera ocupado un
puesto relevante en la historia por lo segundo. Sus grandes cualidades
como comunicadora quedan reflejadas en sus epístolas; sus finas dotes
observación se dejan ver en la crítica que hace de la sociedad de su tiempo;
su profunda penetración en el misterio cristiano queda patente en sus
escritos místicos; su mensaje en general y sublime magisterio la hicieron
acreedora del insigne título de doctora universal, con el que se la conoce
y todo ello sin haber pasado por ninguna universidad, ni haber recibido
una preparación académica. No fue teóloga o exégeta, ni tan siquiera pudo
leer la Biblia, ya que ésta no estaba editada en lengua vernácula y a ella
sólo tenían acceso los conocedores del griego o del latín. Lo que Teresa
pudo conocer fueron textos sueltos que le llegaban de segunda mano, en
forma de citas insertas en las páginas de autores que ella leía, aun así las
interpretaciones que del texto sagrado hace son certeras.
Mujer valerosa, inteligente e inquieta, humana y sencilla con capacidad, de
iniciativa para maquinar proyectos que luego, su arrolladora personalidad
convertirían en realidad, no sin superar todos los obstáculos y dificultades
que se pusieran por delante. De hecho fue perseguida, alguno de sus libros
quemado e incluso tuvo que comparecer en 1575 ante el tribunal de la
Inquisición, que con ganas se quedó de empapelarla como lo hizo con Juan
de la Cruz, de no haber mediado la protección de Felipe II. Se sintió
acosada; pero Teresa no paró, Teresa no claudicó. Los prelados trataron
de intimidarla , el arzobispo de Toledo, el de Burgos, también Filippo Sega,
el Nuncio del Papa, la critica duramente "...fémina inquieta, andariega,
desobediente y contumaz, que a título de devoción inventaba malas
doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio
Tridentino y Prelados: enseñando como maestra, contra lo que San Pablo
ense￱￳, mandando que las mujeres no ense￱asen”. Su confesor, el padre
Diego Yanguas, le manda quemar su comentario sobre los pasajes del
Cantar de los Cantares de Salomón ; pero no se amilana, porque según ella
no todos los confesores se merecen la confianza, ni se muestran bastante
eruditos, por lo que se mantuvo firme en la idea de que no es justo rechazar
un espíritu valiente y virtuoso, aunque sea de mujer.
Funda conventos, renueva la orden carmelitana, impulsa la vida de la
Iglesia, en una palabra fue una adelantada a su tiempo, que llevó a cabo
empresas inimaginables para una mujer de hace cinco siglos.
Universalmente conocida, su figura se yergue señera como ejemplo de
muchas generaciones de mujeres, especialmente de la estirpe hispana, que
han reconocido en ella “ La Santa de la Raza”. Sin duda alguna la virgen
de Castilla es un orgullo para toda Europa; pero de modo especial lo es
para el pueblo español . Ensalzada fue por Cervantes, Góngora, Quevedo,
Lope. Celebrada por pintores y escultores de primerísima talla, Velázquez,
Rubens, Bernini y un largo etc. Querida y admirada por el pueblo llano y
sencillo.
Teresa, tan rica en profundas e íntimas vivencias, experimentó como nadie
la libertad interior de los hijos de Dios, que hizo de ella una mujer
independiente y libre; por eso su mensaje resultará siempre actual,
especialmente hoy día en que la mujer busca su liberación y está llamando
a las puertas para que se la reconozca su derecho a la emancipación e
igualdad con el hombre. Maximiliano Herráiz, uno de sus más cualificados
comentaristas, no duda de calificar de feminista a Sta. Teresa. A mí
personalmente no me gusta el calificativo, porque hoy en día el término
feminista está prostituido y se presta a interpretaciones muy diversas, sobre
todo cuando va asociado a la “ideología de género” tan al uso. Digamos
mejor que Sta. Teresa fue una defensora a ultranza de la mujer, ya que ha
sido una de las que más la ha dignificado, sobre todo con su ejemplo y
actitud ante la vida .
Como nadie, Teresa fue consciente de que los protagonista del mundo y de
la historia han sido siempre los hombres, “el mundo nos tiene acorraladas”
. “ Basta ser mujer para caérseme las alas” ; aún así, ella con su ejemplo
demostró que las cosas podían ser de otra manera y que el machismo
imperante podía ser combatido con hechos consumados. Teresa hizo
camino al andar, comportándose como esa mujer excepcional que dejó
marcados los pasos de la liberación femenina, antes de que aparecieran los
posteriores movimientos feministas. “ No existe historia del feminismo,
dice el filósofo Tomás Moreno, que no incluya a Teresa de Ávila en
alguno de sus capítulos, como paradigma de la mujer adelantada del
feminismo. Simone de Beauvoir se refiere a ella con sugestivas palabras a
su figura y a su obra, en el cap XIII del “Segundo Sexo”. A La filósofa,
madre del feminismo radical, le encanta Teresa y su sorprendente destino,
ya que ella manifiesta con brillantez que una mujer puede llegar donde
llega el hombre, incluso en peores circunstancias. No solamente Simone de
Beauvoir, otras muchas pensadoras feministas y colectivos, la han
ensalzado también, tal es el caso de Marina Bruzzese, Wanda Tommasi,
Diana Sartori, Luisa Muraro etc.
Siendo todo esto muy cierto, hay que decir no obstante, que Teresa se
pliega al esquema reinante por aquel entonces, favorable al patriarquismo y
al androcentrismo, según el cual el papel que correspondía a la mujer era el
de total sumisión al varón, mucho más en el seno de una Iglesia
jerarquizada. A lo largo y a lo ancho de los escritos teresianos es fácil
encontrar textos con ciertos ribetes misóginos, que avalan la tesis de que la
mujer es inferior al hombre y por tanto debe estar subordinada a él, en
consonancia con la ideología androcéntrica. Ella , una mujer inteligente,
prudente y también astuta ¿ por qué no decirlo?; intenta aplacar las iras de
la Inquisición y por tanto no se opone abiertamente a lo que por aquel
entonces era considerado poco menos que un dogma avalado por las
enseñanzas paulinas sobre la mujer, en caso contrario, sabía muy bien que
todo hubiera acabado y su obra se hubiera ido al traste, a lo más se limita
a quejarse veladamente , diciendo “ Parecíame a mí que pues S. Pablo dice
del encerramiento de las mujeres… Díjome el Se￱or: Diles que no sigan
por una sola parte de la Escritura , que miren otras y que si podrán , por
ventura, atarme las manos”
En realidad hay motivos para pensar que su presunta condescendencia con
el patriarcalismo, no es sino una táctica sutil para poder seguir defendiendo
la dignidad de la mujer. Hemos de saber mirar más lejos y descubrir la
verdadera intención de Teresa, que no era otra que la de lograr una cierta
emancipación femenina al margen del tutelaje varonil, tal como
correspondía a su carácter independiente y es así como nos lo da a entender
en su libro de las Fundaciones, donde reprende a aquellas religiosas que no
reconocen la gran merced que Dios las ha hecho llamándolas a la vida
religiosa, pues de esta forma “se libran de estar sujetas a un hombre que
muchas veces les acaba la vida, y plegue a Dios no sea también el alma”.
Está bien claro que el ideal teresiano de mujer dista bastante de “La
Perfecta Casada” de Fray Luis de León. Teresa quería que sus conventos
fueran refugios autónomos e independientes, donde sus monjas se
encontraran a salvo de “ prelados pesados que mucho les abruman” …
“pues en nuestras cosas, no hay que dar parte a los frailes” . Puede que no
le falte razón a Maximiliano Herráiz, cuando da a entender que la clausura
fue pensada no tanto para evitar que las monjas pudieran salir, cuanto para
impedir que nadie entrara a gobernarlas.
Cualquiera puede darse cuenta del talante pro-femenino de la reforma
teresiana, en una época que tanto lo estaba necesitando. Yo, que tengo una
visión providencialista de la historia, seguiré creyendo que Teresa de Jesús
fue la mujer que el Renacimiento necesitaba, pero ello no me impide hacer
cábalas y pensar qué es lo que hubiera sido capaz de hacer en nuestro siglo
una Teresa concienzudamente formada en filosofía, teología y sociología,
en un momento histórico como el que estamos viviendo, en que se debate
el futuro de la mujer y todo el mundo habla de la necesidad de la
incorporación femenina en los asuntos sociales y en los menesteres
eclesiásticos. Me pregunto incluso cuál hubiera sido la aportación de una
Teresa ilustrada y sólidamente preparada, de haberla dejado participar en el
Concilio Vaticano II, cuál hubiera sido su postura en cuestiones que la
Iglesia todavía tiene pendientes con la mujer. Yo quiero creer que una
mujer tan valiente como ella y con las ideas tan claras , no nos hubiera
venido mal en estos tiempos de complejos y cobardías, de dudas y
vacilaciones
.