DIA PARA RECORDAR
Hace muchos años atrás este era un día muy especial.
Desde unos días antes la necrópolis lucía un movimiento especial.
Personas que dedicaban un tiempo a lustrar placas, arreglar flores y limpiar el lugar
donde descansaban sus seres queridos.
Debía estar todo muy presentable para los muchos visitantes que habrían de
recorrer los diversos lugares del cementerio.
Desde muy temprano la gente se dedicaba a recorrer, rezar y hermosear los
lugares donde descansaban los restos de algún ser querido.
El movimiento incesante de la gente no era acompañado por el ruido ya que,
parecía, todos hablaban en murmullos.
El silencio y el recogimiento ganaban todos los espacios.
Las radios emitían música clásica y ello ayudaba a que el recogimiento fuese
general.
Las canchas de fútbol de los terrenos baldíos estaban vacías.
La única actividad se centraba en la necrópolis (ciudad de los muertos)
Hoy ello es nada más que el recuerdo de un tiempo que ya ha pasado.
Pero continúa siendo un día para recordar a esos seres queridos que ya no están.
Sin duda todos tenemos a un alguien para recordar en un día como este.
Hoy, parecería, los recuerdos se ganan por nuestros poros e invaden nuestro ser
haciéndonos saber que esos seres ya no están, únicamente, físicamente junto a
nosotros.
Dios jamás nos arrebata lo que una vez nos dio.
Ellos han sido un obsequio de Dios para que nos ayudasen a ser parte de lo que
somos.
Por ello es que continúan presentes en nosotros.
La muerte no es un punto final sino un paso a un nuevo modo de vida.
Ellos están y los recuerdos no hacen otra cosa que hacérnoslo saber.
En oportunidades algo despierta algún recuerdo y ello lo vivimos con satisfacción y
algo de nostalgia.
Poco a poco vamos aprendiendo a convivir con los recuerdos.
Al comienzo son despertadores de dolor puesto que nos evidencia una ausencia.
Luego ya no se despierta en nosotros ese dolor de la ausencia sino que crece un
nosotros la certeza de su partida.
Con el paso del tiempo los recuerdos nos permiten experimentar la satisfacción del
ser querido que ha sido parte de nuestra vida.
Llega un momento en que los recuerdos no hacen otra cosa que hacernos saber
que ese ser no se ha ido sino que permanece de una forma nueva a la que no
podemos definir con certeza.
Hoy es un día donde los recuerdos no necesitan de motivación para hacerse
presentes.
Están y nos recorren.
Están y transitan por nuestro ser con absoluta libertad.
Hoy ellos se hacen lugar en nosotros para imponerse.
Resulta casi imposible sustraerse a ellos sin que nada les motive a estar despiertos
y transitando por nuestro ser.
Todo lo nuestro se sabe invadido por esos recuerdos que nos hacen esbozar un
gracias de reconocimiento.
Los recuerdos nos permiten reconocer que ellos no eran seres perfectos pero
supieron, a su manera, intentar brindarnos lo mejor de ellos para que seamos parte
de lo que somos.
Los recuerdos nos permiten saber valorar esas pequeñas cosas que les hacen
presentes y que son parte de su estar con nosotros.
Hoy no es un día para las lágrimas sino para dejar que nuestro ser se colme de
recuerdos y dejar sean presencia esos seres que, físicamente, ya no están junto a
nosotros.
Padre Martín Ponce de León SDB