Las Vidrieras la Sagrada Familia de Barcelona
Padre Pedrojosé Ynaraja
La genialidad del arquitecto, si es genial, le permite dominar la fuerza de la
gravedad y aliarse con la materia, para elevar su monumento. La función
del vitralista es diferente, pero paralela. Pretende dominar la luz, aliándose
con el sol, consiguiendo iluminar bellamente el interior de un edificio. La
genialidad del arquitecto, si es genial, requiere ser complementada por su
talento y, generalmente, por el talento de sus colaboradores. El vitralista es
creador y, con frecuencia, artesano de sus mismos proyectos, con ayuda de
los discípulos de su taller.
OLVIDÁNDOSE DE LAS VIDRIERAS
Tengo la impresión de que se admira el edificio del que vengo hablando,
olvidándose de las vidrieras, de los detalles específicos de estas. Antes de
continuar, quiero advertir que cuando contemplo las de la Basílica de la
Sagrada Familia, recuerdo y tengo presente otras realizaciones semejantes.
Pienso en primer lugar ¡cómo no! En las de Chartres y su precioso azul y, si
se quiere, hasta en las de León que conozco poco, pasando por tantas y tan
admirables, de las grandes catedrales del centro-oeste europeo. Recuerdo
las de M. Chagall de Hadassa, en el centro médico de Ein Karen y las
también suyas de Reims. En general, los vitrales van asociados a grandes
superficies, pero pienso ahora en la Verónica y el Ecce Homo de G. Rouault,
en Nôtre Dame de Toute Grace, de la Alta Saboya, o la Anunciación y San
Menna, por algún rincón de la basílica de la Reconciliación, de Taizé. Estos
últimos casos son propios de una expresión intimista, que incita a la piedad
individual del que se cruza por su lado.
Una de las encantadoras experiencias de la visita a Tierra Santa, si va sólo,
o si el guía se lo permite, es parase y mirar, recorriendo fijamente con la
vista ciertos muros, de ciertos lugares. En la Visitación y en el Nacimiento
de Juan, en Ein Karen, se admira y reza en la lengua de cada uno, los
himnos evangélicos de Lucas, pero lamenta, a fuer de sincero, que su
disposición parezca la de un muestrario de viajante. En el Padrenuestro,
alrededor de lo que fue la basílica constantiniana y junto al monasterio
carmelitano, ya resulta diferente. Su disposición variada y la gran extensión
por la que están dispuestas las diferentes versiones de la Oración
Dominical, le muestran la universalidad de las enseñanzas del Maestro. La
basílica de la Anunciación en Nazaret es el colmo de lo que vengo
explicando. Dentro y fuera del edificio, sin orden ni concierto, va uno
recorriendo nombres de países, diferentes diseños de imágenes de Santa
María, logrados con diferentes materiales. Simultáneamente, piensa en
visitas anteriormente efectuadas por sí mismo, o en amigos de lejanas
tierras, que expresan su amor a la Virgen con tales representaciones, muy
suyas.
UN PRÓLOGO
Los dos párrafos anteriores han pretendido ser un prólogo al estado de
ánimo que opino debe tener el que se dispone a contemplar las
espectaculares vidrieras de este templo de Barcelona del que me siento
implicado. Le anticipo al visitante, que su estilo no corresponde ni al
descriptivo de la mayoría de las que conozco, escenas de la Pasión del
Señor o de la vida de los santos, recuerdo ahora la Sainte Chapelle de París,
de donde uno sale con indigestión de imágenes descriptivas. Tampoco es
puro decorativismo frívolo. Que no gozan del equilibrio de las de Chartres,
ni de las armónicas estridencias de Chagall. Son otra cosa, sin que les sean
opuestas, ni sus finalidades diferentes. Parece que las únicas indicaciones
que dejó Gaudí respecto a esta parcela del monumento, se referían a que la
luminosidad de las vidrieras fuera mayor en la parte superior, para que
alumbraran la bóveda, lo restante quedó para futuros proyectos que han
llevado a término quienes ahora dedicaré mi comentario.
PÓRTICO DE LA PASIÓN
Una experiencia interesante para quien quiera sumergirse en estos
traslucidos espacios es, antes de entrar en el recinto, empaparse de la
escena de la Crucifixión del pórtico de la Pasión. Del diseño de las figuras y
del material cincelado. A continuación, penetrar y mirar la gran vidriera
situada precisamente en el mismo muro, pero en la cara opuesta y más
elevada. Al conjunto escultórico figurativo, patético y arisco, se le opone lo
que contempla maravillado, que en nada se asemeja. Aquí todo es luz,
misterio envuelto en algunas leves formas, trascendencia. La total belleza la
capta quien a su sensibilidad estética, le acompaña la Fe. Si fuera estaba
inclinado a un piadoso sentimiento, ahora todo le será desbordante júbilo.
La universalidad de nuestra Santa Madre Iglesia, la de sus miembros vivos
y muertos y la de sus monumentos, expresión de esta misma Fe, está
maravillosamente expresada en las vidrieras de la basílica de la Sagrada
Familia. Ya escribí el otro día que las imágenes de los santos, las que
pueden suscitar devoción, se encuentran ordenadamente esparcidas por el
exterior. En el interior se le ofrece al peregrino, sí peregrino, que es la única
actitud con que se debe uno mover por esta iglesia cuando, ya la ha
admirado como joya arquitectónica, captar los nombres elegantemente
dibujados y enmarcados en superficies de color, de lugares y de santos
relacionados con el país donde está situado, Cataluña. Es evidente que sea
así.
LAS GENIALIDADES DE ESTA IGLESIA
Ahora bien, una de las genialidades de esta iglesia es que un cristiano,
venga de donde venga, se puede sentir en casa, gracias al contenido de la
totalidad de las vidrieras. Nadie que sea cristiano, tendrá motivos para
creerse extranjero aquí. Deambula atento y va sintiéndose acompañado de
recuerdos, situaciones, devociones personales, de cualquier lugar donde
habite. Recalco, de cualquiera de los cinco continentes, por si no se me
había entendido.
Tal vez se entenderá mejor, será un ejemplo, si recurro a mi experiencia
personal. En los espacios dedicados a Aragón, leo Dominguito. Revive mi
infancia en Zaragoza. En otro, leo Boal, el patrón de Pozaldez, donde nací.
Había visto antes, en el dedicado a la diócesis de Vic, a la que estoy
incardinado: Eugenia, patrona de la primera y última parroquia donde he
ejercido mi ministerio sacerdotal. Son poblaciones pequeñas en este caso,
el detalle es gentileza de los hermanos Bonet Armengol, que mucho les
agradezco. No faltan testimonios de Madrid, que sorprende a veces a
acompa￱antes míos, que desconfían de “esos catalanes”. Voy descubriendo
nombres lugares objeto de mis viajes, Chartres, Taizé, Asís, Compostela… y
muchos más. No falta ninguno. Es algo así como un álbum de fotos,
colgadas en las paredes de mi memoria. En los espacios dedicados a
América, leo Guadalupe, Luján, Cobre… no puedo sentirme indiferente, me
siento unido a personas que en estos lugares centran su devoción y que yo
siento nostalgia por no haber podido visitar… De Oceanía no puedo
comentar nada, es un continente que me es desconocido y en pocas
ocasiones he tenido alguna relación personal. Parece que betania.es es
conocido por algunos y esta posibilidad me ilusiona mucho.
APRENDIDO Y REFLEXIONADO
No puedo escribir todo lo que he aprendido y reflexionado visitando la
basílica. Santos primitivos, posteriores y de la actualidad. Ermitas y
monasterios (La Trinité, Meritxell y Montserrat). Geografía de la Historia de
la Salvación, o sea Tierra Santa. Puntos de apoyo de la Fe de mi Iglesia
(Roma, Éfeso…)
Recuerdo que en la catedral de Santiago, en Jerusalén, en un muro hay
unas rocas de los lugares cristianos fundamentales, para que aquel fiel que
no pueda visitarlos, contemplándolas e incluso tocándolas, logre, de alguna
manera, peregrinar a ellas. En la basílica de la Sagrada Familia puede el
cristiano vivir y revivir una experiencia semejante. Depende de su Fe y de
su capacidad simbólica.
¿De quién es la autoría de esta prodigiosa realización? Lluis Bonet
Armengol, el sacerdote párroco y amigo, lo estudió atentamente y redacto
el resumen de cada lugar o persona que deberían aparecer. Conozco los
textos y admiro su acierto. Es un trabajo arduo y meticuloso. También
supone rica piedad cristiana y ciencia eclesiástica. Y sabiduría. Le digo que
por qué no los edita en papel y me responde que ya está proyectado, pero
que no depende de él.
Hasta aquí me he referido al redactor. La ejecución en vidrio y emplomado,
es del artista Joan Vila-Grau. Si se dedicó a la pintura con pincel en otro
tiempo y que no ha olvidado, ahora y aquí, se expresa estéticamente con
formas contorneadas, colores y grafías. Vuelvo a lo de más arriba:
recordando Chartres, Hadassa, Nôtre Dame de Toute Grace, Le￳n… y
comparando, se descubre la originalidad y genialidad de esta artista y
artesano del vidrio, del que, me parece, se habla poco.
El recorrido que he descrito hoy, satisface las inquietudes de cualquier
cristiano. Se siente envuelto en sus devociones y recuerdos, en su amor a
Dios a Santa María y a todos los santos y en su interior advierte que su
corazón está rezando satisfecho y fervoroso.
(Pasé no hace mucho por la oficina municipal de turismo de Medina del
Campo. Me interesaba conocer rincones de la tierra y enseñarles fotografías
de la iglesia de la que vengo escribiendo. Quien gentilmente me atendió,
me agradeció las fotos que dejé, me comentó que cuando vinieran a
solicitar información de Barcelona, les enseñarían que en la Basílica estaba
indicado San Antolín, el patrón de la ciudad, que no se olviden de
comprobarlo. Ha sido un ejemplo)