POR SOBRE MIS PECADOS
Resulta verdaderamente muy difícil.
La fe nos lleva a creer en la acción de Dios por sobre la acción de las personas.
Sobradamente sé que no puedo ser juez de nadie puesto que tengo mucho de lo
que ocuparme al observar mi realidad desbordante de equivocaciones.
Muy claro tengo aquello de que me resulta muy imposible “tirar una piedra” porque
son muchos mis pecados.
Quisiera poder entender. Quisiera poder comprender.
Quisiera poder mirar determinadas acciones y llegar a ver la acción de Dios.
Sé que debe estar puesto que siempre está pero......... resulta verdaderamente
muy difícil.
Quisiera reafirmar mi compromiso con la opción preferencial de atender,
prioritariamente, a los más desprotegidos.
Creo en Dios que escribe derecho en renglones torcidos pero......... ¡cómo hacen
sufrir esos mis renglones torcidos!
Creo en Dios que ama a toda persona y actúa por medio de ella pese a nuestros
empeños por poner distancias para con Dios.
Creo en Dios que jamás nos abandona por más que muchas veces sintamos ganas
de tomar algún atajo porque sus caminos son demasiado duros.
Creo en Cristo estilo de vida que se propone y no un ser que se nos impone.
Creo en Cristo que continúa optando por los cruces de los caminos en el encuentro
fraterno con los hermanos y no pertrechado detrás de algún escritorio.
Creo en Cristo que sigue mirando con especial predilección a quienes son más
marginados por el hoy y sus sistemas de poder.
Creo en la Iglesia pueblo de Dios con todo lo que ello implica.
Creo en la Iglesia pueblo de Dios con las puertas abiertas para los que desean
llegarse a ella.
Creo en la Iglesia pueblo de Dios para ayudar a sentirse personas a quienes
participan de ella con corazón honesto y espíritu desinteresado.
Creo en el hombre como principal colaborador en la construcción de la historia que
nos toca vivir.
Creo en el hombre capaz de escuchar a los demás pese a las diferencias.
No creo en el hombre iluminado como para ser el exclusivo tenedor de la última y
más importante palabra.
Creo en el hombre capaz de ser compasivo particularmente con los más
desprotegidos.
No creo en el hombre que hace valer su poder como único argumento.
Creo en el hombre capaz de reconocer sus errores y de brindar una nueva
oportunidad.
No creo en el hombre insensible y autoritario por el mero hecho de ostentar algún
grado de poder.
Creo en el hombre como ser capaz de actuar como buena persona por sobre su
credo.
No creo en el hombre que busca justificativos en su credo para imponer sus puntos
de vista.
Creo en el hombre capaz de tender una mano para ayudar, para comprender, para
amar.
No creo en el hombre que solamente es capaz de tender una mano a quienes
pueden, luego, retribuir tal gesto.
Creo en el hombre capaz de presentarse tal como es.
No creo en el hombre que solamente sabe presentarse para demostrar lo que sabe.
Pese a todas nuestras constantes incoherencias somos testigos vivos de la plena
coherencia de Dios.
Resulta muy difícil poder decir: “No creas en mí pero sí en ese Dios que está en mí
como yo creo en ese Dios que está en vos”.
Mucho más difícil resulta poder creer en ello.
Padre Martín Ponce de León SDB