Retirada por miedo a la verdad
P. Fernando Pascual
14-11-2015
Sócrates no dejaba de profundizar en el tema propuesto: es mejor ser justos que injustos. Calicles, su
interlocutor, se dio cuenta de lo que ocurría. Si seguía el razonamiento, acabaría por dar la razón a
Sócrates. Es decir, cambiaría su modo de pensar y dejaría ideas que amaba profundamente. Por eso
Calicles se retira de la discusión.
Esta escena, narrada por Platón en un diálogo titulado “Gorgias”, muestra un fenómeno que también
hoy se repite. Empieza un debate serio, se confrontan los argumentos, uno razona con un rigor
especialmente intenso. El otro busca huir por la tangente, lanza bombas de humo para esconderse,
adopta la estrategia del insulto...
Si quien propone una buena idea sigue firme, si logra centrar nuevamente el tema, y si argumenta con
un rigor socrático arrollador, es fácil que surja en el otro el deseo de retirarse. Quien no desea ceder,
dará por concluido el diálogo, al menos sobre el punto en cuestión.
Existen retiradas que nacen del miedo a la verdad. No hay otro motivo. Porque si uno tiene
convicciones, pero por encima de las mismas está dispuesto a reconocer sus errores y a aceptar ideas
diferentes, no escapará, sino que acogerá con gusto razonamientos válidos aunque conduzcan a
conclusiones muy diferentes de las que uno llevaba inicialmente en su corazón.
En el mundo que nos rodea lo anterior parece casi imposible. Lo que observamos es la existencia de
miles de hombres y mujeres temerosos de quedar en ridículo o de tener que asumir horizontes
totalmente novedosos. Como el Calicles presentado por Platón, preferirán el portazo, si es que no
terminan por despreciar injustamente a su interlocutor.
Al contrario, un diálogo bien llevado logrará algo que hoy se ve pocas veces en los debates: a que un
interlocutor cambie de punto de vista. Tal cambio será sumamente provechoso si no procede del
engaño, sino desde una seriedad y unos argumentos analizados hasta sus últimas consecuencias.
De este modo, será posible desterrar errores y avanzar un poco hacia el conocimiento de verdades
buenas y fecundas. Que, en el fondo, es lo que todos deseamos en lo más íntimo de nuestros
corazones...