CAMBIOS NECESARIOS
Todo nos hace saber que estamos necesitados de cambios.
El mundo ha cambiado y continuará cambiando a ritmo vertiginoso.
Hasta no hace mucho tiempo un cambio tenía una duración de varias décadas.
Con asombro vimos llegar algunas modificaciones que en muy poco tiempo lograron
imponerse.
Con asombro vemos como lo que ayer resultaba una gran novedad en muy poco
tiempo se vuelve obsoleto.
Casi con la irrupción de algo llega la novedad que le hace saber superado.
Son, los cambios, tan vertiginosos, que resulta imposible no saber que estamos en
una época de cambios.
Mientras tanto hay realidades que se resisten a los cambios.
Pueden esgrimir muchas y variadas razones para justificar su resistencia a los
cambios.
Parecería siempre tienen razón puesto que son argumentos que poseen muy
sabidos de memoria.
Mientras tanto la realidad continúa cambiando.
Ya no dicen mucho algunas manifestaciones pero las mismas se conservan porque
“siempre se hizo así”
Se continúan utilizando signos desprovistos de contenido para las personas de hoy
y, entonces, en lugar de modificar los signos debemos realizar cursos de explicación
de los mismos.
Pretendemos que la gente se adapte a nosotros y no correr el riesgo de deber
adaptarnos a la gente.
Lo nuestro posee tradición e historia y, por ello, pretendemos imponer tales cosas a
los seres de hoy.
Seres que, cada vez menos, poseen un apego a las tradiciones y a la historia.
El ser de hoy vive la cultura de lo descartable y de lo efímero.
El hombre de hoy no se ata a lo que puede ser el valor sentimental de las cosas.
Las cosas, para el hombre de hoy, valen en cuanto son utilitarias.
Hoy se vive la cultura de lo impactante.
Las noticias poseen valor en cuanto son inmediatas y, por ello, impactantes.
Nosotros vivimos la cultura de los ritos.
Ritos que poseen mucho tiempo de historia y, por ello, mucho tiempo de
reiteraciones.
Ya casi se saben de memoria nuestros rituales y como tales se viven.
Esta reiterada reiteración ha hecho que muchos de nuestros rituales hayan perdido
el impacto de la novedad y, con ello, la capacidad de la celebración festiva.
Ya se sabe de memoria el ritual y ello nos ha hecho perder el disfrute del misterio.
La gran mayoría asiste y cumple pero no encuentra motivos ni incentivos para
involucrarse y celebrar.
“Nuestra gran oferta” ha perdido frescura pero continúa siendo nuestra oferta.
Nos hemos olvidado que podemos tener otras propuestas y así no desgastar
nuestra gran propuesta.
Realizar tal cosa implica, de nuestra parte, creatividad y búsqueda.
Preferimos tener como única propuesta algo que ya esté estructurado, armado y no
implique riesgos de creatividad.
Poco a poco, en muchos lugares, mantenemos a un estable grupo de fieles que se
va menguando con la enfermedad o el fallecimiento de algunos.
La nuestra no es una propuesta, en la mayoría de los casos, una propuesta
atrayente porque carece de los cambios necesarios.
Padre Martín Ponce de León SDB