UN BUEN REGALO
Quizás la fecha no sea precisamente esa pero ya son tantos los años de
tradición que es indudable que se ha vuelto la fecha del cumpleaños.
Ya casi nadie recuerda el “día del sol que nace” razón del porqué de tal
fecha.
A pesar de la mentalidad laicista de nuestro país es casi imposible no unir el
25 de diciembre con la fecha del nacimiento de Jesús.
Pero......... ¿alguna vez se puso a pensar en lo paradójico de nuestra
actitud?.
Es una fecha abundante en regalos.
Hasta se podría decir que, poco a poco, vamos dejándonos ganar por una
costumbre no muy nuestra de regalarnos por Papá Noel.
Tan así que ya se podría hablar de una competencia entre Papá Noel y los
Reyes Magos sabiendo que los últimos se pueden sentir, con toda razón,
desplazados.
Lo importante es que abundan los regalos y, por consiguiente, los esfuerzos
para hacer posible tal cosa.
A los pies del arbolito suelen encontrarse los más variados regalos.
Desde lo más profundo de nosotros brotan los más nobles deseos que es,
también, una forma de hacer regalos.
Es una de esas fechas donde quedan de lado muchísimos resquemores para
dejar paso al regalo de la unidad familiar.
Es gratamente reconfortante esta muy sana costumbre y es impagable esa
sonrisa infantil que se ilumina abriendo cada presente.
Intentamos no olvidar a nadie y somos muy cuidadosos en cuanto a cuales
son los destinatarios de los regalos que no pueden ser olvidados.
Como que regalarnos es parte de la celebración.
No me interesa, desde este artículo, marcar los diferentes grados de
importancia que los regalos pueden soler poseer.
Quizás se pueda descubrir allí, una clave para una lectura del significado de
la celebración para muchos de los integrantes de nuestro hoy.
Pero, dejando de lado tal cosa, es bueno descubrir que aún conservamos esa
capacidad de sorprendernos con un regalo.
Debería decir, porque así lo es en la mayoría de los casos, sorprendernos
con un muy buen regalo.
Tal vez existan voces que puedan alzarse sobre el sentido comercial de tal
manera de actuar y se les podría contra argumentar que ello ha sido lo
hecho por Dios.
Ha sido Él el primer regalador en tal fecha.
El nacimiento de Jesús no es otra cosa que un inmenso e inmerecido regalo
que Dios hace a la humanidad.
No nos regala un presente más sino lo mejor de sí mismo.
Lo hace para sorprendernos, para despertar nuestra mejor sonrisa, para
vernos re – felices.
Ha sido Dios quien nos mal acostumbró a que el regalo forme parte de la
celebración de la Navidad.
Supongo que Él ha de ver con agrado ese prolongar lo suyo desde un
regalarnos los unos a los otros.
Pero, también, es parte de esa nuestra costumbre de regalar con
oportunidad de los cumpleaños.
Como que ambas cosas van muy unidas, casi inseparablemente unidas.
Pero, decía casi al comienzo de este artículo, de la paradoja de nuestro
comportamiento.
No nos olvidamos de regalarnos pero, me parece, con gran facilidad
olvidamos regalar a quien está de cumpleaños.
Muy difícilmente nos acordamos de hacerle un regalo a Él.
No nos pide un presente adquirido en alguna casa comercial. Nos pide el
presente de algo muy nuestro.
Más que un regalo nos solicita un compromiso por asumir como forma de
saberse regalado.
Por ello, sería bueno, pudiésemos ir pensando, en este tiempo de adquirir
regalos, ir pensando en un regalo para Él.
Navidad, tiempo de regalos, tiempo de sorprendernos despuntando una
sonrisa.
No olvidemos que, para el del “cumpe”, también debemos preparar un muy
buen regalo.
Navidad, Dios nos regala a su Hijo.
Navidad, nosotros le regalamos a Jesús...
Padre Martín Ponce de León SDB