PARA NAVIDAD
Tensiones, dificultades, sinsabores, amarguras y problemas.
Es parte de la historia de todos los tiempos.
Es parte de la forma que los hombres han utilizado para construir su historia.
Años más difíciles que otros.
Años más fáciles de sobrellevar que otros.
Años con hechos que marcan y se hacen inolvidables.
Años con situaciones que se pierden en la memoria.
En esta historia cargada de tantos años como de tantísimos desencuentros se
va construyendo nuestra historia.
Una historia personal que no es muy distinta a la historia de la humanidad.
Sueños que se mantienen y prolongan desde todos los sinsabores.
Sueños que se destruyen en mil trozos ante la dureza de la realidad.
Sueños que, empapados de esperanza, nos prolongan una sonrisa.
Mientras conservamos nuestra capacidad de soñar conservamos nuestras
capacidades personales intactas.
Al acercarnos a estas fechas tan especiales un sueño se nos confía.
El poder asomarnos a la gruta de Belén y encontrarnos con aquella joven
mujer que dialoga en silencio con su hijo recién nacido es una renovada
confianza la que se nos ratifica.
Un sueño hecho niño recién despertando a la vida que se pone en nuestros
brazos.
Es un sueño hecho arco iris de mil colores.
Es un sueño construido con las mejores cualidades de nuestra condición
humana.
Son realidades que nos dicen de fragilidad y necesidad de cuidados.
Son realidades que nos piden nuestros mejores empeños para ayudarle a
crecer.
Es mirar con ojos bien grandes la inmensa grandeza de lo más pequeño.
Es atesorar con reconocimiento agradecido la infinita riqueza de la pobreza.
Es descubrir el asombroso asombro de la presencia viva de Dios
engrandeciendo nuestra historia desde la frágil fragilidad de un niño recién
nacido.
Es allí, en la contemplación silenciosa de la luminosidad de aquella gruta
oscura donde nos encontramos con el prodigio de Navidad.
Lo pequeño se hace grandeza.
La oscuridad nos colma de luz.
Lo débil es plenitud de fortaleza.
Lo frágil nos ofrece seguridades.
Un niño recién nacido colma nuestra esperanza y expectativas.
Navidad es el resultado de la iniciativa de Dios y la disponibilidad de María.
Navidad es el amor de Dios que se hace rostro, corazón que late y llanto de
recién nacido.
Navidad es la expresión más acabada de la misericordia de Dios para con los
hombres.
Navidad es la sonrisa que Dios nos despierta al verle cercano y nuestro.
Navidad es nuestra historia que se transforma porque se llena de Dios.
Para que nuestras oscuridades tengan luz.
Para que nuestras angustias posean paz.
Para que nuestras tensiones se colmen de serenidad.
Para que nuestras pobrezas se impregnen de solidaridad.
Para que nuestra historia se empape de Dios.
Para que nuestro horizonte esté desbordante de colores en un arco iris sin
final.
Para que nuestro mañana esté pleno de mil sonrisas que nos animan a seguir
buscando y avanzando.
Navidad es el ayer que nace y se prolonga en cada encuentro desinteresado
entre los hombres.
Navidad es el hoy que se llena de mariposas en cada aleteo que nos regala un
saludo.
Toda nuestra gris historia humana se descubre tocada por la “magia” única de
ese niño que nos aproxima el rostro más amoroso de Dios.
Es el ayer, el hoy y el mañana que se despierta a la posibilidad de lo mejor
desde las frágiles y delicadas ternuras de Dios hecho niño.
Por ello, FELIZ NAVIDAD para todos.
Padre Martín Ponce de León SDB