Matrimonio, familia y sociedad
Ángel Gutiérrez Sanz. (Dr. catedrático de Filosofía )
La Sagrada Familia de Nazaret ha de ser vista como el modelo
obligado en el que se vea reflejada la familia querida por Dios
dentro del plan por Él establecido, en el que matrimonio, familia
y sociedad, forman un engranaje que gira en torno a un mismo
eje
Acertar con el modelo de matrimonio es acertar con el modelo de
familia y cuando esto lo hayamos logrado tendremos garantizado
el modelo de sociedad deseable. De aquí que antes de hablar de
regeneración social sea preciso enderezar el rumbo de la familia y
previo a todo tenemos, que tener muy claro cual es el tipo de
matrimonio que más conviene y que más estamos necesitando. No
nos cansamos de preguntarnos ¿Cómo será la sociedad que vamos
a dejar en herencia a los que vienen detrás de nosotros?; pero
bien mirado tal vez fuera preferible preguntarnos por los hijos
que vamos a legar como herencia a la posteridad, porque de ellos
va a depender el rumbo de la historia. . Los niños de hoy serán los
dirigentes del mañana y todo dependerá de la educación que a
ellos les hayamos dado. ¿Nos preocupa cuál es su concepción de
la vida, cuales sus valores prioritarios? ¿Estamos haciendo algo
para que sus aspiraciones e ideales sean nobles, para que sus
convicciones y creencias sean elevadas?...
No nos engañemos, los hijos son fruto del matrimonio y de la
familia donde crecen y se desarrollan, necesitados están de un
padre y una madre que les quieran y les eduquen, que les protejan
cuando son niños y les acompañen en la etapa complicada de la
adolescencia y la juventud; todo esto es mucho más fácil al calor
de un hogar consistente y estable, en el marco de un ambiente de
cordialidad y mutua compenetración, donde los esposos se sepan
comprometidos en un proyecto común, que les ha de durar toda
una vida, hasta verle completamente realizado .
El matrimonio y la familia tradicionales, de tiempos pasados, han
venido respondiendo a las expectativas de lo que debe ser una
institución natural, con unas finalidades claramente definidas, con
unas exigencias y responsabilidades libremente asumidas y con
un vínculo que les dotaba de firmeza y seguridad. Exactamente
todo lo contrario de lo que está sucediendo en los tiempos
actuales, en que hemos quedado sin orientación, totalmente
perdidos y carentes de toda referencia, hasta llegar a instalarnos
en la pura provisionalidad. Hoy lo normal es hablar de las parejas
de hecho, matrimonios entre homosexuales, matrimonios
compartidos, matrimonios a plazos, parejas a prueba ,
matrimonios expréss, es decir vivir juntos mientras la cosa dure;
pero claro está, vivir juntos no es lo mismo que vivir unidos .
Hacen falta pocos gramos de sentido común para darse cuenta que
sobre este terreno movedizo va a ser imposible construir una
sociedad consistente. Para esa sociedad mejor, en la que todos
soñamos, consistente y firme, lo que se necesitan son uniones
sólidas y estables, que ofrezcan garantías de continuidad al
proyecto familiar. La familia como diría Mauriac “es un rayo de
amor eterno expandido a través de la raza”
A mi modo de ver, en lo referente al matrimonio y la familia, no
se ha sabido discernir bien entre lo que es esencial y lo que es
puramente histórico. Todo hubiera sido mucho más fácil y mejor,
si respetando aquello se hubiera tratado de profundizar en esto
último. La necesaria renovación que los tiempos exigían se ha
podido hacer respetando las esencias familiares, sin caer en un
antifamiliarismo que nos está llevando a un desquiciamiento y
que más bien pronto que tarde va a tener consecuencias sociales
desastrosas. Lo sabemos por la historia. Todos los movimientos
antifamiliaristas han acabado en un rotundo fracaso.
No digo yo que las instituciones no estén sujetas a una evolución,
en consonancia con los tiempos, ello es necesario y a decir verdad
algo se ha avanzado al respecto. Ciertamente las estructuras y los
roles dentro del matrimonio y la familia han quedado más
justamente diseñados hoy que lo estaban en el pasado. Hemos de
felicitarnos de que la época del matriarcado quedara atrás; hemos
de alegrarnos igualmente de que estemos en la fase de superar el
patriarcado y que dentro de nuestro horizonte occidental estemos
a punto de lograr que los esposos compartan en igualdad la patria
potestad y que el reparto de papeles de los padres en la familia
respondan al criterio de paridad. Todo esto está muy bien y dentro
del respeto a las esencias, hemos de continuar para dar solución
adecuada a los problemas familiares del mundo actual.
Uno de los más urgentes es el de que se pueda compatibilizar el
trabajo con la paternidad. Los esposos tienen el derecho y los
gobiernos el deber de garantizar el que se pueda seguir
trabajando, sin que por ello sufran menoscabo sus obligaciones y
deberes para con los hijos. En los tiempos en que vivimos pueden
permanecer intactas las finalidades familiares y las atenciones al
hogar y los hijos compartidas, sin que por ello se vea alterado el
ritmo de trabajo y productividad. Sólo hace falta voluntad
política y empresarial para poderlo llevar a cabo
Por lo que respecta al matrimonio cristiano la urgencia principal
la tenemos en llegar a armonizar la paternidad responsable con
uno de los fines del matrimonio, expresado en términos de “
Remedium concupiscenciae”. Sabido es que el control de
natalidad , aconsejable en gran número de los matrimonios
actuales, ha tenido consecuencias en las relaciones conyugales.
Esto viene siendo así de tiempos atrás y de lo que se trata es de
traer paz a las conciencias de muchos cónyuges cristianos, que
viven atormentados por este problema. En atención a ello el papa
Francisco recientemente se pronunciaba de forma coloquial; pero
muy expresiva diciendo que “para ser un buen católico no hace
falta tener hijos como conejos” pero entonces ¿que pasa con
aquellos que no puedan abstenerse? El Papa adelantándose a la
pregunta respondió: “Conozco muchas soluciones lícitas” y
agregó: Pablo VI , (el papa de la encíclica Humanae Vitáe)
aconsejó a sus confesores que fueran misericordes y compasivos
y que entendiesen las situaciones . Naturalmente que las palabras
de Francisco revelan que no es ajeno a la trascendentalidad del
tema, sin duda es consciente de que nos encontramos ante un
delicado problema, difícil de resolver, pero hay que hacerlo
porque los matrimonios jóvenes que tienen que sufrirlo se
encuentran en situación dolorosa, sin saber muy bien qué camino
tomar . La Iglesia Maestra, que ha hablado sabiamente sobre estas
cuestiones, porque las conoce a fondo, sabrá ser con toda
seguridad esa Madre solícita, capaz traer la ayuda que los
matrimonios atribulados necesitan para que puedan vivir con gozo
esa comunidad de amor a la que fueron llamados y ¿qué mejor
momento para hacerlo que este año de la misericordia?