El mito del “no hay marcha atrás”
P. Fernando Pascual
9-1-2016
Se dice y se repite que este cambio, esta reforma, este proceso, no tienen marcha atrás. ¿Qué
significa esto?
Significa que uno está convencido de que el camino iniciado desde decisiones concretas llevará
a la gente “hacia adelante”, sin posibilidad de cambiar de dirección.
Sin embargo, ¿no ocurre en ocasiones que el camino está cerrado, o que lleva a un lugar
equivocado, o que está provocando daños más o menos graves? En esos casos, ¿no es humano
rectificar?
Por eso, la frase “no hay marcha atrás”, que gusta sobre todo a quienes defienden unos cambios
concretos, es inexacta y mítica.
Inexacta, porque los seres humanos podemos revertir la dirección de un proceso gracias a la
libertad que cada uno tiene.
Y mítica, porque el mito, propio de ideologías como el nazismo, el comunismo y similares,
supone que la historia es como una línea recta, cuando en realidad está llena de giros
sorprendentes y de sinuosidades imprevisibles.
Frente a quienes defienden, con un triunfalismo ajeno a la complejidad humana, que no es
posible un paso hacia atrás, la historia verdadera (no siempre recogida en los libros) pone ante
los ojos tantos y tantos sufrimientos provocados por caudillos de mentiras, y el esfuerzo
silencioso de miles de mujeres y hombres de bien que han sabido dar “marcha atrás” para
reconstruir sobre las ruinas provocadas por los demagogos.
La historia humana encierra misterios que confunden a los más perspicaces estudiosos, y que
desvelan el carácter rico y cambiante de los seres humanos.
Si las opciones han sido buenas, esperamos que no se produzca una marcha atrás que vuelva a
errores del pasado (lo cual también es tristemente posible).
Si las opciones han sido malas, un paso hacia atrás, una petición de perdón y un cambio de ruta,
serán señal de esa sabiduría que permite rectificar y reencontrar buenos senderos, como los que
han escrito tantos protagonistas de las mejores páginas del pasado humano.