BRONCE/COBRE
Padre Pedrojosé Ynaraja
En mi empeño divulgador de la Biblia, no mediante exégesis científica, ni
meditaciones de alta calificación mística, sino acudiendo a comentarios sobre
animales y plantas que aparecen en el sagrado texto, ha llegado el momento que
me parece que ya he mencionado a todos y me consta también que sobre algunos
he repetido alguna vez.
Escribir sobre flores y animalitos resulta simpático y atractivo, lo que inicio hoy, que
deberá ser bastante simple, carecerá de encanto, pero, que yo sepa, no se ha
hecho, excepto en los contenidos que uno encuentra en los diccionarios
especializados. Voy a referirme, pues, a los metales. A unos pocos, ya que,
sorprendentemente, parece que solo son seis los que aparecen.
Inicio refiriéndome al cobre por simple simpatía. Cuando de pequeño empecé, a
imitación de una de mis hermanas, a coleccionar minerales, solo conseguía
vulgares piedras, que a la postre, siempre resultaban ser cuarzo o caliza. Pero un
día, entre guijarros y troncos, algo así como un vertedero de basura, di con algo
que me pareció oro por su brillo. Evidentemente no lo era, se trataba de un
pedrusco de cuarcita, con vetas de calcopirita. Químicamente, pues, simple sulfuro
de cobre.
No hace mucho, recibí de tierras cubanas el obsequio de una Virgencita de la
Caridad, adornada por chispeantes diminutos cristales del mineral mencionado. Era
un regalo de gente querida y, precisamente, coincidiendo con la visita del Papa
Francisco a las tierras de la Perla de las Antillas. Al lector le bastarán estas razones
para que comprenda porqué empiezo a redactar sobre el cobre y que lo haga con
cierto entusiasmo.
Por si a alguno le interesa, y advierto que me limito a copiar textualmente de
enciclopedia, recordando gratamente mis época de estudiante de bachillerato, ”el
cobre es elemento químico de número atómico 29, masa atómica 63,54 y símbolo
Cu ; es un metal de color pardo rojizo, brillante, dúctil, muy maleable, resistente a
la corrosión y buen conductor de la electricidad y el calor; es el metal de más usos
y se utiliza para la fabricación de cables, líneas de alta tensión, maquinaria eléctrica
y en aleaciones”.
El Israel bíblico conocía el cobre, pese a que en su territorio estricto no tuviera
minas. En el sur, próximo a la actual población Eilat, se conservan vestigios de las
antiguas explotaciones para obtener este metal, pero, por ciertos datos, entre ellos
restos de un templo egipcio, parece que pertenecían a esta otra población pese a
que se las llama minas del rey Salomón y que a dos grandes promontorios
cercanos, que invitan a la escalada, a arriesgadas bajadas en rapel principalmente,
reciben el nombre de Pilares del Rey Salomón. He visitado este territorio más de
una vez y conservo un minúsculo trocito de malaquita.
Si adelanto he adelantado el detalle es porque este mineral, químicamente simple
carbonato de cobre, considerado entre nosotros piedra semipreciosa, allí lo venden
ahora a precio superior al de cualquier tienda especializada de nuestras regiones.
Para asombro del lector, repito que era considerado mena en o, a lo sumo, reducido
a polvo, simple pigmento utilizado en pintura.
Y para acabar por hoy, añado otro detalle que me ha resultado muy curioso, en
aquel tiempo, para, extraer, fundir, moldear o cualquier otra manipulación del
cobre, se utilizaba exclusivamente carbón vegetal, no se conocía otro combustible.